Lo que muchos queremos.

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Angel.


— ¿Qué sientes? —Era la tercera vez que le preguntaba lo mismo a María José y no encontraba respuesta de su parte.

Su llamada me hizo salir a toda prisa a su encuentro, me dijo que estaría en un lugar llamado K19 a las afueras de la ciudad y colgó. Sin saber dónde quedaba ese lugar salí a toda prisa, con Matu en el altavoz del carro indicándome las rutas recomendadas por Google para llegar con agilidad. Nos había preocupado, y en mi pecho una corazonada de que todo iba mal latía con fuerza. Me sentía culpable, los últimos meses había descuidado a mis niñas, que de niñas no tienen nada, pero realmente se comportan como tal.

— ¿Qué hiciste Daniela Calle? —Susurré frenando ante la luz roja de un semáforo.

— Mi amor, sea lo que sea que esté ocurriendo va a mejorar, seguro es una discusión y ya está. —La voz de Matu invadía la cabina del automóvil, pero yo no podía prestarle atención.

— Esposa te llamo cuando esté con ella, te amo. —Colgué la llamada luego de escuchar un te amo al otro lado de la línea.

Demoré unos veinte minutos más en llegar a la dirección que Matu había encontrado en internet, era un pequeño lugar con luces amarillentas y mesas muy rústicas armadas con pedazos de chatarra, aún así, el lugar se veía tranquilo y lleno de un sentimiento extraño.

Bajé del auto y caminé al interior, las mesas en su mayoría estaban vacías, solo unas tres contenían a parejas, busqué con la mirada a Poché y no la ví por ningún lado.

— Casi no llegas. —Un susurro a mis espaldas me hizo girar. Poché tenía una cerveza en la mano y su rostro gritaba cualquier tipo de angustia existente.

— ¿Estás bien? ¿Qué haces con una cerveza? Tú no tomas eso. —Realmente no sabía por dónde empezarme a preocupar y simplemente solté mis dudas.

— Todo bien, Angel. Ven tomemos asiento hoy quiero beber lo que sea que jamás haya venido. —Su mirada era triste y distraída, estábamos a portas de un ataque de melancolía de mi pequeña peli azul. Mí estómago albergó una serie de sentimientos de angustia y culpabilidad, tomé mí celular y mientras caminaba a la mesa junto a ella le envié un mensaje a mi esposa.


Mi bonita 🥺💖

Amor llegué, Poché está demasiado extraña. Llama a Daniela y averigua que pasó, estamos en el lugar que me indicaste. Te amo.

Guardé mi celular y me senté a su lado esperando no tener que volver a preguntar y que por fin ella empezara a contarme que sucedía.

— ¿No te ha pasado que te sientes insuficiente para tú esposa? —Preguntó luego de terminar su vaso de cerveza que estaba un poco más de medio. Su pregunta me dolió, ¿Era posible que un ser tan maravilloso como es Poché sienta eso?

— Poché, jamás serás insuficiente. Eres de las personas más increíbles del mundo y cualquier ser humano lo podrá ver. —Me miró y sus ojos ahora transmitían dolor, un dolor que le hacía preámbulo a sus siguiente palabras.

— Cualquier ser humano, pero para Daniela Calle Soto no soy suficiente. Es imposible que ella esté feliz con respecto a mí. —Un par de lágrimas corrieron por sus mejillas— Le daré el divorcio. Esa maravillosa mujer merece a alguien que la haga inmensamente feliz, alguien que no la abandone y que le dé todo el espacio que ella necesite. —Quedé muda, mis lágrimas empezaron a correr. Lo que María José decía era algo que ni yo podría si quiera pensar, no sé qué sucedió con ellas dos, pero Poché prefería la felicidad de Daniela antes que la de ella. ¿Que estupidez hiciste ahora Daniela?

Magia, otra vez - Caché [Terminado]Where stories live. Discover now