CINCO

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Como Kassia todavía estaba adaptándose a su nueva forma, no distinguió la tensión que hacía que, cualquier movimiento que realizara, incitaba al vampiro. El simple hecho de verla caminar estaba enviando una oleada de deseo en dirección a Edward.

-¿Crees que tu familia llegue pronto? -preguntó la mujer después de cerrar la puerta de la habitación. 

-No estoy seguro. 

-¿Desearías que lo hicieran?

Negó con la cabeza, lo cual la hizo sonreír complacida.

-Entonces siéntate -pidió amablemente.

Él obedeció de inmediato, acercándose a la cama y sentándose en el borde. Se paró frente a él y acarició su rostro. Un escalofrío la recorrió al ver que él la observaba tan hechizado.

Entonces se acomodó también sentada encima de él. Sus narices se rozaron. Ella estaba encantada con los pensamientos del vampiro. Edward parecía ser incapaz de controlar lo que ella le provocaba con su cercanía. 

-Mi forma es humana, pero no lo soy -susurró observándolo fijamente.

El castaño sintió que se sumergiría en los ojos azules de la mujer. Casi no podía creer que estaba tocando al ente con el que había compartido varias pláticas entretenidas. Las primeras veces que habían charlado, fue casi como estar hablando con alguien por teléfono. Sus conversaciones eran bastante interesantes y arrancaban risas de ambas partes. De alguna extraña manera, el que hubiesen tenido la oportunidad de charlar lo había hecho sentir que era una persona confiable.

No negaría que en varias ocasiones había deseado poder ver su rostro. La imaginó de tantas formas. Aún así, su imaginación no se había acercado ni siquiera un poco a la realidad.

Ella sabía que él quería besarla, así que acercó más sus labios a los del vampiro. Pero no avanzó en su totalidad para dejarle a él la decisión final. Edward inició el beso. Tomó los labios de la mujer entre los suyos en un inocente roce. Se apartó de inmediato, observando su rostro con los ojos cerrados. Volvió a besarla un par de veces más, profundizando el acercamiento cuando corroboró que no la estaba lastimando. 

Varios gemidos escaparon de sus bocas. Ambos eran nuevos en ese punto, pero estaban disfrutando el conocer la forma en que sus bocas se podían unir. Kassia sonrió cuando lo mordió levemente, haciéndolo gruñir. Ella se aferró a la camisa del vampiro mientras era sostenida por la cintura. 

-Me pregunto si todo eso que te estás imaginando hacerme se sentirá tan bien -habló cuando su cuerpo comenzó a exigirle más. Tenía el vello completamente erizado en todo el cuerpo.

-No creo que sea correcto -sonó indeciso. 

-¿Qué te detiene? -acarició su mejilla. Ella estaba ansiosa de ser parte de las fantasías del hombre que la tenía en sus brazos. 

-Quizá es muy pronto. 

Ella frunció el entrecejo para después levantarse de encima suyo. 

-Puedes ir buscando una excusa mejor. He recorrido las ciudades por varios años. A veces los amantes no se conocen ni dos horas antes de intimar. No tengo intenciones de obligarte a nada que no quieras hacer, Edward. Pero debes saber que me molesta que me hagas saber lo mucho que me deseas sin tener las agallas de hacerlo realidad. Tengo forma humana ahora, lo quieras o no, me afectas más de lo que esperé. 

Kassia experimentó en poco tiempo el deseo sexual, seguido de la frustración. Aquello la hizo sentirse bastante irritable.

Para el vampiro, fue mucho peor pensar en que ella se alejaría. Así que la tomó delicadamente del brazo para hacerla volver a la cama. Esta vez, se mostró mucho más decidido. La besó lentamente, haciéndola suspirar mientras sus manos desataban el nudo de la bata y exploraban la piel de su cintura y su vientre. En un rápido movimiento, la tuvo debajo suyo. Él se acomodó encima, recargando su peso en su lado derecho. Con su mano libre, pasó sus dedos por la frente de la mujer, yendo por la nariz, pasando por sus labios, donde ella intentó atrapar sus dedos con sus dientes. Él fue más rápido, liberando sus dedos para continuar con su camino descendente. La piel de Kassia era exquisita. La suavidad de la misma era sobrenatural.

La mujer lo observó con curiosidad mientras él pasaba sus dedos por entre sus senos, tocó su ombligo y descendió hasta su intimidad. Ella cerró los ojos cuando lo sintió explorarla en la zona que clamaba atención. Gimió levemente en aprobación, con la cabeza hacia atrás. Edward no tardó mucho en volverla loca. Kassia movió las caderas para acompañar el movimiento de la mano del hombre, maravillada con lo que estaba sintiendo.

El castaño abrió por completo la bata para tomar el pezón del pecho derecho entre sus labios. Kassia creyó que su corazón dejaría de latir al sentirse tan agitada. Los labios y las manos del inmortal amenazaron con llevarla hasta el borde de la locura. La rubia soltó un pequeño grito cuando llegó al orgasmo. Edward siguió explorando sus senos mientras ella se recuperaba. Sintiendo que su miembro estaba adolorido con solo pensar que la deliciosa presión que había experimentado alrededor de sus dedos pudiera sentirla cuando se adentrara en ella.

-No es cierto -bufó Cullen, apartándose repentinamente.

Ella tenía la respiración agitada. Jamás había imaginado que podían hacerle perder el control de esa manera. Por varios minutos solo le había importado buscar su liberación.

-¿Qué sucede? -inquirió cuando pudo hablar.

Los ojos del vampiro seguían oscurecidos por el deseo. Llevar al límite a esa mujer había sido mucho más satisfactorio de lo que había pensado.

-Mi familia está regresando -respondió con pesar.

-Oh -ella hizo una mueca de desagrado-. Entonces todavía no podré sentirte dentro de mí. No tienes idea de lo mucho que lo estoy deseando. En tu imaginación eso se ve muy placentero -susurró con voz ronca.

El vampiro la besó profundamente. Eso debería bastarte por los siguientes minutos. Después fue a tomar algo de ropa de la habitación de Alice. Kassia se puso el vestido gris con toques plateados.

-No me ayudas con tus pensamientos -protestó ella cuando estuvieron en la sala. Muy tarde se había dado cuenta de que él había permanecido con su ropa intacta, como si solo ella hubiera entregado todo de sí.

Edward se avergonzó. Realmente quería terminar lo que habían comenzado minutos atrás. La tensión sexual entre ellos ahora era mucho más notoria.

-Lo siento. Trataré de controlar mis pensamientos.

-Te lo agradecería.

Los Cullen llegaron cuando Kassia se acomodó en el sofá.

-Hola a todos -los saludó con amabilidad-. Supongo que reconocen mi voz... Soy Kassia.

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Amantes Trágicos |Edward Cullen |Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt