1.40 Final 3/3

38.2K 1.7K 332
                                    

—¡Bruno! ¡Detente! ¡Es solo una niña, por favor detente! —Grité.

Bruno la jaló con fuerza y la apuntó con un arma.

—¡Mami! ¡Mami! ¿!Qué está pasando?! —Mi Ximena estaba aterrada.

—Pronto la verás en el infierno Larah. —Dijo.

Joseph

—Está es la dirección, estamos a una hora de ahí. Tenemos que irnos ya. —Dijo Leo.

—Agente... ¿y si vamos camino a otra trampa de Santiago? —Dijo uno de los policías.

—Tenemos que arriesgarnos. Larah y mi hija están con esos malditos. Me vale madres si es una trampa o no. —Dije, tomando las llaves de mi auto. Leo me detuvo.

—Te entiendo. Pero debes hacer lo que te digamos. No sabemos qué vamos a encontrar cuando lleguemos. Solo te pido que si vas a ir con nosotros controles tus impulsos. —Dijo, asentí.

Llegamos, tratamos de ser lo más rápidos que pudimos. El auto estaba ahí, junto con dos más.

Los policías comenzaron a entrar junto con nosotros, parecía una casa vacía, sin embargo escuchábamos unos gritos cerca, era Larah. Mi Larah gritaba desesperada por mi hija.

—Están por aquí. —Dijo Leo.

Ese maldito tenía apuntado a mi hija en la cabeza.

Larah

Un disparo se escuchó, Bruno cayó al suelo, muerto. Junto con sus hombres. Joseph corrió a Ximena abrazándola con fuerza. La niña se acurrucó en el pecho de su padre.

—Estoy aquí mi pequeña, papá está aquí para protegerte. —Dijo.

¡Joseph! ¡Mi Joseph estaba vivo!

—Mamá está aquí, ayudemos a mami. —Dijo Ximena, caminaron hacia mi, los policías ya estaban desatándome. Abracé con dificultad a Joseph y a Ximena, el cuerpo entero me dolía.

—Creí que estabas muerto. Creí que no iba a volver a verte jamás. —Lloré.

—Estoy bien mi amor. Ya esto se terminó. Estamos bien. —Dijo besando mi cabello.

Más policías y ambulancias llegaron. Nos ayudaron. Me sentía más tranquila. Ya por fin este infierno se había terminado.
Pasó una semana, estábamos mejor. Nuestra pequeña Ximena comenzó a ir a terapias, todo lo que había vivido era muy fuerte para su edad, sin embargo es muy valiente.

—Leo llamó. —Dijo Joseph, abrazándome por detrás.

—¿Que pasó? —Dije.

—Encarcelaron al padre de Santiago y Bruno. Era cómplice de todo lo que hicieron sus hijos. Y la esposa de Bruno y su madre hablaron, también eran víctimas de ellos. Una familia con problemas. —Dijo Joseph.

—Bien.... entonces ya todo está listo para irnos lejos, después de la boda. —Sonreí.

—Así es. Esta ciudad nos trae malos recuerdos a ambos y si irte es lo que quieres, nos iremos de aquí. —Sonrió.

—Echaré de menos a Ana y a mis padres pero.... no me gusta esto. —Baje la mirada.

—Amor, ya todo está listo en Italia. Estaremos bien ahí. Juntos. —Me besó.

—Lo se, lo se. Es solo que... tengo miedo. —Lo abracé.

—Ya nadie nos hará daño. —Me abrazó.

De eso estoy segura.

Un poco después, llegó el día de la boda. Mi padre me entregó a Joseph. Quien soltó un par de lágrimas al mirarme. Sonreí.

—Estuve esperando este día desde que te conocí mi amor. —Sonrió. Abrazándome.

—Y por fin llegó. —Me besó.

La ceremonia comenzó, fue muy hermosa y por fin ya era la mujer de Joseph. Legalmente y ante los ojos de Dios.

Ahora si estaremos juntos y para siempre.

—Te amo. —Dije abrazándolo.

—Lo sé, yo también te amo a ti. —Me miró.

—Y tengo algo que decirte. —Le sonreí.

—¿Que pasó? —Me miró.

—Estamos.... embarazados. —Sonreí. Joseph se quedó sorprendido. Mirándome.

—¿Voy a ser papá de nuevo? —Sonrió de felicidad.

—Si. Seremos padres de nuevo. —Lo miré. El me recogió en sus brazos y comenzó a besarme.

—Vámonos de la fiesta. Te quiero solo para mi ahora. —Dijo.

—Es nuestra boda. —Reí.

—Y festejaremos bien en casa, te lo prometo. Ya verás, será una noche que no olvidaras nunca. —Me besó.

—Está bien, vamos. —Acaricie su cabello.

Soy feliz, ahora si soy feliz.

Dos años después.....

Nos encontrábamos en Italia, Ximena y James corrían en nuestro jardín, jugaban juntos. Nuestro pequeño de tan solo dos años era idéntico a Joseph. Era un padre orgulloso.

—Creí que llegarías más tarde de la empresa mi amor. —Dije.

—Terminé mis compromisos y quise venir con mi familia. —Dejó un beso en mis labios. Sonreí.

—Los niños están divirtiéndose. —Dije.

—Deberías hacer lo mismo, ¿no crees? —Dejó un beso en mi cuello, sonreí.

—Quizá más tarde. —Reí.

—Ya es hora de darles otro hermanito. ¿No crees? —Rió.

—Espero que no hables enserio. —Dije riendo.

—Habló enserio. Quiero más hijos contigo, quiero una gran familia. Numerosa. —Rió.

—Esa no sería mala idea. —Lo besé.

—Además hacer a nuestros hijos es algo que disfruto mucho. —Volvió a besarme. Reí.

—Ya. Mejor ven y vamos a jugar con ellos, estaban esperando ansiosos a su papá. —Dije, Joseph Sonrío. Camino hacia ellos y mis pequeños se lanzaron a sus brazos.

Jugaban, reían. La escena me conmovía mucho, mi familia.

Fin.

TóxicoWhere stories live. Discover now