Capítulo 3

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Adam Clark

Quito la sábana de un solo tirón y el polvo se levanta. Ambos comenzamos a toser debido a todo la suciedad.

Observo la bicicleta de Alas y la mía, ambas se encuentran en perfecto estado a excepción que están muy sucias por el poco uso que le hemos dado. En realidad no las usamos desde que yo tenía dieciséis y ella catorce.

Han pasado bastante años.

—Con una buena limpieza quedarán listas para un buen recorrido por toda la ciudad. ¿Me ayudas a limpiar? —Pey asiente.

Salimos de la cochera rumbo a la cocina para conseguir todo lo que vamos a necesitar para limpiar. Saco dos trapos y una esponja y se los paso a Pey.

Volvemos a la cochera por las bicicletas y las empujamos hasta sacarlas al patio frontal. Con cuidado de levantar más polvo, quitamos todo rastro de suciedad adherida con el trapo para luego lavarlas con agua y jabón.

Quince minutos después terminamos empapados y cubiertos de polvo hasta la última hebra de nuestros cabellos. Por lo menos las bicicletas están relucientes.

—Tienes algo en la mejilla—Pey se limpia la mejilla derecha—. Ahí no, aquí—Alzo la manguera que utilizamos para limpiar y la abro en su dirección, mojando todo su rostro—. Listo, ahora estás limpia.

Rio mientras ella quita el resto de agua de su cara. En un descuido, la pelirroja me tira el agua con jabón al pecho. Si delicada risa se hace presente.

La observo levantando una ceja, ella solo ríe. Doy dos pasos largos y logro atraparla entre mis brazos, ella lucha por liberarse pero lo único que logra es que ambos caigamos al suelo, y lamentablemente, la aplasto.

El ruido del motor de una motocicleta se hace presente, me levanto lo más rápido que puedo y ayudo a Pey. Observo a Alanís bajar de la motocicleta que acaba de detenerse, ella se ve entusiasmada al hablar con el tipo que la trajo, y si memoria no me falla es el mismo con él que la ví hace dos día cuando llegué.

»Deberías ir a bañarte.

Ella asiente y entra a la casa. Camino hasta estar cerca  de mí hermana y ese sujeto, solo entonces noto los tatuajes que abundan desde su cuello y siguen por todo su brazo. Su cabello es blanco y sus ojos verdes miran a mí hermanita como si fuera su mayor trofeo.

—Te veo en la noche. Cuídate, Samuel —Alas besa su mejilla y enseguida Mr tatuajes arranca.

—¿Mamá sabe que sales con un chico que parece sacado de un barrio de mala muerte? —Gira los ojos.

—¿Mamá sabe qué tenías sexo en público con rosita fresita?

—Yo no tenía sexo con Peyton.

—Los vecinos dirán que sí—se ríe—. Y para tu información, en realidad no salgo con Samuel, solo es un asunto de venganza.

—No entiendo. Explicate.

—Resulta que Samuel es un mujeriego que cree que caeré en su juego, pero yo le demostraré que no todas somos tan ineptas para caer con unos ojos verdes y frases románticas.

Siento una punzada en el pecho y mí estómago se revuelve. El rostro de Olivia aparece en mí mente.

—¿Qué tal si no lo es? ¿Qué tal si es...?

—Detente. Él no es como tú, si es lo que quieres saber. Tú solo fuiste víctima de la mala lengua de Margareth que se encargó de hacerle creer a todos que eras un galán, sin embargo Samuel lo es, salió con cuatro chicas al mismo tiempo y lo sé porque yo lo ví, aunque eso él no lo sabe y no tiene porque saberlo —Se ríe.

TócameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora