Capítulo 1

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3 años después

Traspaso las enormes puertas de cristal y enseguida el sol golpea mis ojos de forma violenta, haciendo que entrecierre un poco mis ojos. Sacó mis gafas de sol que colgaban en el bolsillo de mí camisa y me las coloco.

—No hay nada mejor que volver a casa después de un largo tiempo —Respiro profundamente el aire de la ciudad en la que viví la mayor parte de mí vida.

Me quedo unos segundos observando a las personas que se mueven con sus maletas de un lado a otro, algunos llegan y otros se van. Lo típico de un aeropuerto.

Vuelvo a dar otra profunda respiración, y segundos después siento unos dedos colarse entre los míos. Giro mí cuello y enseguida me encuentro con su dulce sonrisa de oreja a oreja, sus ojos me miran con extrema ternura. Apoya su frente contra mí brazo y aprovecho la ocasión para darle un beso en la coronilla, a lo cual ríe como respuesta.

—¿Cómo te sientes? —Pregunta.

Sé perfectamente a lo que se refiere. Mejor dicho, sé a quien se refiere, pero eso ya no importa, al menos trato de convencerme.

—Bien. Ya ha pasado bastante tiempo, ella siempre ha estado bien, y yo estoy bien si tú estás a mí lado.

Levanta su rostro, dándome más acceso para detallar su tierna carita.

Su piel lechosa hace un hermoso contraste con su cabello rojizo que cae en cataratas onduladas al lado de su delgado rostro. Sus ojos verdosos con toques marrones van acompañados de largas y rizadas pestañas, al igual que sus delegadas y estilizadas cejas. Su naríz pequeña pero fina, rodeada por unas cuantas pecas, y ni hablar de sus labios con forma de corazón, los mismo que probé hace unos días atrás.

Sonrío al verla tan tímida y dudosa. Me acerco a ella y presiono suavemente mis labios sobre los suyos, logrando un sonrojo en todo su rostro.

—Deberíamos subir a un taxi, tú familia te debe estar esperando.

Peyton suelta mí mano rápidamente y comienza a arrastrar su maleta hasta llegar a un taxi desocupado. No puedo evitar esbozar una sonrisa, en definitiva es muy tímida.

Comienzo a caminar detrás de ella, le paso mis maletas al chófer y él las mete en el maletero. Subo a los asientos de atrás junto a la pequeña pelirroja que aún conserva su sonrojo.

Le doy la dirección de mí casa al conductor y pronto nos encontramos rumbo allí.

Las calles siguen igual, todo sigue igual, nada ha cambiado. Al pasar por el centro de la ciudad veo un cartel que llama mí atención.

Tatuajes. Abierto las 24hrs.


Enseguida mí vista viaja hasta el tatuaje que descansa en mí muñeca y una punzada de dolor se instala en mí pecho ante el recuerdo. Todas nuestras palabras en esa noche vienen a mí mente, el recuerdo sigue tan vivo.

Alejo todos esos recuerdos y me centro en Peyton, quien se ha quedado dormida con la cabeza recostada sobre mí hombro. Pobrecita, no logro cerrar ni un ojo durante todo el viaje.

El auto se detiene en un semáforo, de unas cuantas cuadras antes de mí casa y de nuevo soy azotado por los recuerdos. Veo una pareja correr por la acera, ambos comparten risas que muestra complicidad. Entonces me doy cuenta que somos ella y yo, pronto se desvanecen como humo. 

Vuelvo a mirar al frente y el recuerdo de la noche en la cual ella me ayudó a huir de un psicópata con un arma, vuelvo a mí. Todo me recuerda a ella, todo esta ciudad está llena de ella, de nosotros, de nuestros recuerdos.

TócameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora