008

6K 512 151
                                    

Después de la liberadora charla, ambos decidieron descansar, por un lado Iseul se colocó los auriculares y se sumergió en las letras de las canciones, mientras que Tae abrió la Mac frente a él para leer dios sabrá que, comentando vagamente que leer le hacia conciliar el sueño cuando algún tema le daba demasiadas vueltas en la cabeza.

Iseul se sorprendió cuando fue la primera en despertar, siendo la ventana lo primero que capturó su vista. Recién amanecía, debían ser por ahí de las siete de la mañana. Su vista cambio al chico del frente, con la expresión totalmente relajada, los labios entreabiertos y con un bonito color rojizo, las pestañas adornándole los ojos sutilmente, mezclándose con los mechones desordenados de pelo castaños, más aparte los pequeños rayitos de sol que le daban en la cara dándole un toque más de vida a su rostro.

Era lo más parecido a un ángel en la tierra.

El estereotipo perfecto de belleza, y es ahí cuando Iseul se preguntó... ¿era alguien capaz de dañar los sentimientos de alguien con semejante fuerza emocional?, ¿acaso a él también le habían herido?, ¿es por eso que siempre sabía las palabras correctas?

Bueno, eso Iseul no lo sabía, lo único que sabía es que era una persona que valía muchísimo la pena tener en la vida, casi como un balance.

– Esto es viejísimo, pero... sabias que las fotografías persisten más, ¿no?

Una actitud que la tomaba con la guardia baja de nuevo.

– Lo siento...

Taehyung sonrió, adormilado.

Sin mencionar su voz, joder.

– No te disculpes. Ha sido agradable, la verdad.

Iseul se pegunto internamente como algo como eso había sido agradable, pero estaba bien, Taehyung no era igual al resto, en el mejor de los sentidos.

– Deben faltar dos o tres horas para que lleguemos.

Taehyung cerró los ojos, recargo la cabeza en el asiento y pasó sus manos por su cabello lo cual causó un ligero problema en el sistema nervioso de Iseul, con la vista completa del cuello del joven, pero intentó apartar la vista lo mejor que pudo, sin saber exactamente el por qué de las repentinas tensiones que tenían.

– La verdad aún estoy un poco cansado, creo que voy a volver a dormir.

Tae se disculpó con la mirada, estirando la mano hacia su móvil. Gracias a eso Iseul contemplo lo bonitas que eran sus manos, con anillos elegantes, seguramente caros, con dedos largos y las venas exquisitamente marcadas.

¿Por qué estaba prestando tanta atención a detalles tan pequeños?

– Recién son siete con dieciséis. Te recomiendo que también descanses, no voy a dejarte cuando lleguemos.

Y ahí va de nuevo otra insinuación acompañada de un guiño travieso.

Ok, definitivamente iba a tener que controlar mejor las reacciones casi inconscientes de su cuerpo.

Y con ese último pensamiento, cerró los ojos de nuevo, para dormir tranquila una vez más.

[...]

Lo que despertó a Iseul de nueva cuenta fue el olor tan agradable del café por la mañana, como el que solía despertarla cuando era niña y bajaba las escaleras corriendo para abrazar a su padre y a su madre junto con un beso en la mejilla, entre risas y desayunos divertidos, cuando el trabajo no estaba antes que la familia, cuando no sabía nada de preocupaciones absurdas.

– Hola de nuevo.

– Hola.

Iseul contestó con un susurro, pues la sonrisa de Taehyung por la mañana era demasiado distractora.

P H O T O G R A P H Y; KTH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora