Vida

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🚨Capítulo narrado por Henry🚨

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La situación en Francia fue la gota que derramó el vaso, todo mi mundo se derrumbaba por una maldición en la cual no tenía nada que ver... ni Marie, mi pobre Marie se pudría por dentro por culpa de un maldito amor no correspondido. Nicole había muerto a manos de la misma bruja, Anneeka había muerto de la misma forma y decenas de mujeres, Starché y otras, antes de ellas. Estaba dándome por vencido, quería que todo parara y poder volver a lo que un día fue nuestro; o tal vez, volver al pasado y jamás aceptar casarme con Marie y salvarla de la maldición.

—¡Rey Henry!— gritó el oficial Lewis una vez que me vió—Las cosas hacen combustión solas, prenden llamas gigantes y luego se apagan tan espontáneamente como comenzaron.— explicó —¡No debería estar aquí!— dijo, mientras otra llama se alzaba detrás de nosotros, de la nada. La gente corría y se ocultaba tras los policías y bomberos. Mi ciudad... mi país estaba en caos.

Todo se apagó luego de horas, habíamos perdido a mucha gente que no salía de sus negocios u hogares a tiempo, familias enteras, toda una masacre, no había suficientes bomberos para controlar lo que sucedía y de pronto todo se apagaba, una burla para nuestros esfuerzos... una maldición para mi.

Lleve tantos niños, mujeres, hombres y ancianos como pude a los refugios en alas separadas del palacio, acercarlos a Marie sería aún más peligroso que el fuego.

—¡Henry!— gritó mi padre al verme cubierto de hollín— ¿Que ha sucedido?

—La maldición— dije, sintiéndome tan loco como debería sentirse Marie cada que lo mencionaba y la gente abría sus ojos sin entender de qué hablaba.— Había explosiones en todos lados y luego el fuego desaparecía pero el caos y el desastre no— me desplome en el piso pegándome a la pared, las imágenes atacaban mi mente una y otra vez. — ¿Y Marie?— mi alma estaba con ella.

—Ha estado hablando con Carlos, parece ser ella— comentó

—Quiero que todos se vayan hoy— ordene— Todos a España, con Carlos y Eliza

—¡No te dejaremos solo!— gritó

—No te estoy preguntando, padre... es una orden— lo mire fijamente al igual que él a mi, nuestras respiraciones pesadas hasta que Mariann lo tomó del brazo. La miré, sonreí sin gracia y me aleje hasta donde mi esposa se encontraba, sufriendo y atacada por una maldita bruja que pronto desaparecería de nuestras vidas, así fuera lo último que hiciera.

—Carlos— asentí al verlo pasar una baraja por debajo de la puerta de Marie

—Estábamos aburridos— tocó la puerta— ¡Henry está aquí!— gritó para que Marie escuchara

—Lo sé— gritó del otro lado —Reconocería la hermosa voz de mi esposo en cualquier momento, reconocería sus pasos y su sombra de ser necesario— afirmó con la voz más alta de lo habitual, se escuchaba feliz y seguía siendo ella.

—Necesito que te lleves a todos hoy— le dije a Carlos apartándonos un poco de la puerta de Marie

—Lo haré— no dudó— ¿Algún día me explicarás la razón?

—La sabrás antes de que te des cuenta— afirmé y tomé su hombro— lamento lo de tu padre— lo hice saber

—Se escuchará mal, Hermano... pero yo no— sentí mi corazón achicarse ante su afirmación, pero era tanto el daño hecho que tenía sentido que no soportara más la situación. —Y... me siento aliviado que mi madre esté bien, ella no tiene la culpa— reafirmó y asentí ante su confesión.

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