El futuro

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—¡Eres un maldito bastardo! —gritó Alessandro aún tambaleándose hacia Henry— ¡te quieres robar todo lo que es mío! Siempre haz querido todo lo que está a mi alrededor —parecía el berrinche de un adolescente. La actitud de Henry lo ponía más en guardia ya que mi esposo ni siquiera se inmutó, su mano jamás se alejó de la mía en busca de calma.

—Yo no quiero tu trono— le contestó con una voz extremadamente serena— tu padre me lo ofreció, yo lo rechacé, de nuevo. —Alessandro no sabía que mas gritarle y volteó furioso a su padre

—¡Y TÚ! ¿Me haces esto? Soy tu único hijo— se veía derrotado. Nicole se acercó a él y con vergüenza plantada en sus ojos y rostro se lo llevó mientras Alessandro aún gritaba sandeces.

—Vámonos— dijo Henry de Nuevo y esta vez no me interpuse. Las noticias del escándalo volaron al palacio, todo el mundo hablaba de lo ocurrido y de nuevo la prensa estaba afuera del castillo francés.

—Otra carta ¿ahora eres Santa Claus?— preguntó André entrando en el estudio donde Henry y yo separábamos correo o más bien evitábamos las cartas de solicitud para aceptar Italia.

—No es gracioso— le gruño a su hermano

—Sí que lo es— sonrió el joven— Marie también podría ser reina de Italia, no sólo tú— le saco la lengua en un juego infantil y salió del estudio, Henry le contestó de la misma manera y siguió con el papeleo

—Eres un bebé— me reí

—¡No lo soy!— ahora peleaba conmigo. Me acerqué a él y me recargué en su escritorio encarándolo.

—Deberías aceptar Italia— le dije

—¿Debería? ¡Ja! Acéptalo tú— reto— hay mejores candidatos y no me refiero solo a los primos— la línea de ascendencia al trono italiano era bastante extensa y sí había algunos prospectos que podían ser buenos para Italia.

—Deja los papeles entonces— tome de sus manos una carta y la deje a un lado y por primera vez el me volteo a ver.

—Creo que si estuvieras aquí siempre trabajando conmigo, Francia se vendría abajo— me tomo de la cintura y me acerco a su cuerpo entre sus piernas.— te amo ¿te lo había dicho últimamente?— reí

—Sólo 5 veces hoy— hice un puchero falso y me senté en sus piernas.

—Te amo— dijo y me besó— te amo— dijo al separarnos y me beso de nuevo— te amo, Marie— y me beso de nuevo

—Van 8 —reí cerca de sus labios. Un grito chillón de "Mamá" nos sacó de la ensoñación. Salí a revisar a Helena que esperaba en la puerta sin necesidad real aparente más que atención.

Henry estuvo serio el resto de la tarde, extrañamente sentía que me ocultaba algo, a la hora de la cena no salió del despacho y ahora ya preocupada me acerque a ver qué sucedía, la puerta estaba cerrada como sólo una vez anterior había estado.

—¿Henry?— toqué

—Un segundo— ya era tarde y su voz era ronca

—¿Qué sucede? —pregunté una vez que abrió con la cara pálida y los ojos cansados.

—El rey Alphonse viene a Francia— me dijo sin dudar— ¿Recuerdas que cancele un compromiso por alianza? —asentí —Quiere hablar respecto a eso

—No comprometeré a las niñas— le aseguré

—Lo sé Marie, yo tampoco lo haré— me confirmó— sólo espero que venga en plan de negociar— se masajeo las sienes. Tome sus mejillas y me miró, ojos azules contra verdes, tan intimidantes como lo era todo él; lo memoricé, ojos... nariz... labios, labios, nariz, ojos. —¿Qué haces? —preguntó con humor

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