Kunene

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Llegar a Kunene no fue tan fácil como imaginé, sin embargo, encontrar a los himba fue una historia diferente, apenas puse un pie en la isla tres enormes hombres de color me acorralaron haciéndome ver más pequeña de lo que era, sus ojos eran amielados y sus narices tenían perforaciones por grandes aretes, estaban apenas cubiertos por un taparrabo y por mi anterior experiencia con su líder sabía que estaba en el lugar correcto.

—Anneeka— les dije ganándome una mirada reprobatoria— busco a su líder... ¿Anneeka?— esperaba con el corazón que entendieran lo que les decía, ellos sólo se miraban entre sí, moriría, estaba segura... moriría hoy.

En su idioma tan difícil de entender me metieron a una tienda hecha de pieles y con olor a podrido minutos después una preocupada Anneeka entró

—Marie— dijo con un aliento y la mirada confundida—¿Que haces...? —No la dejé terminar

—Henry está muriendo— dije rápido, no tenia mas tiempo para platicar

—¿Qué?— sus ojos se abrieron aún más

—Nicole lo apuñalo, la daga tenía un veneno...

—¿Cuál veneno?— su mirada no me daba buena espina

—Muerte lenta— contesté esperando que ella sonriera y me diera un contenedor con el antídoto

—dheemee maut— resopló— Marie ese veneno no tiene cura— palidecí

—¿Cómo? ¡Debes tener algo! —Urgí

—Marie es un veneno de antaño... la Wicca que lo invento debe tener cientos de años— me explicó— lo siento... yo

—¿Debe tener? Dices que está viva— No podía perder las esperanzas

—Marie, no podemos ir a ver a una bruja de cientos de años, son protegidas, como tesoros— sollocé

—No puedo perderlo... no quiero perderlo— sentía mi corazón deshacerse, había viajado y me había alejado de él para conseguir el antídoto.

Como por arte de magia el sol se escondió en la isla... podía escuchar los gritos de hombres, mujeres y niños afuera.

—No te asomes— me ordenó— Sea lo que sea, no abras los ojos. —el golpe detrás de mi y el remolino que se generó me lleno de temor

No abras los ojos, Marie... no abras los ojos, me repetía una y otra vez, sentía sedosas manos roscando mi cuerpo, una respiración en mi cuello, era como si el viento tuviera manos, como si alguien estuviera detrás de mi. Alguien me jalo hacia atrás haciéndome caer sentada. Anneeka comenzó a hablar en una lengua desconocida para mi, no entendía que sucedía y sólo podía obligarme a mantener los ojos cerrados. La escuché gemir de dolor y la sentí apartarse de mi.

—Aléjate de ella, Akila— le ordenó con alguna obstrucción en la garganta. Escuché el tronar de huesos una exhalación y un cuerpo inerte cayó a mis pies

—¿Anneeka?— pregunté tentando a mi alrededor

—Akila— me contestó en un susurro— apanee aankhen kholo—No entendía una mierda— apanee aankhen kholo— estaba usando magia en mi— apanee aankhen kholo!— gritó y abrí mis ojos sólo para verla desaparecer como el viento frente a mi, desvaneciéndose y dejando a Anneeka muerta a mis pies.

—Dios mío— cubrí mi rostro y entendí lo que decía "abre tus ojos", me ordenó y obedecí y ahora no sabía que más daño había hecho.

—meree betee!— gritó un anciano a quien no había visto antes

—¿Su hija?— ahogué mis lágrimas

—Marie de Starché...— me miró fijamente— imposible— ¿Dónde está Akila?— preguntó buscando alrededor

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