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—Buenos días ¿Cómo te sientes? —sonrió cálidamente.

Martina lo miró con el ceño fruncido, y luego se sentó en la cama. La cara de Neal no era lo primero que deseaba ver al abrir los ojos.

—Bien.

—Te preparé un gran desayuno, para que comas todo lo necesario para ambos. Él ahora necesita una buena dieta equilibrada, saludable.

Con molestia, observó el desayuno en base a frutas, jugos naturales, tostadas, huevos, te, leche, miel... Ella no quería nada de todo eso.

—Mi mamá comió de todo cuando estaba embarazada de mí, y yo nací bien. Tengo ganas de desayunar con pizza.

—Bueno, pero tú no tenías el corazón agrandado cuando estabas en el vientre de ella, tu vida no correría peligro.

—¿Qué? No entiendo porque dices eso —le dijo pasándose una mano por el rostro.

—¿Mí mamá no te dijo nada?

—¿Qué cosa?

—Que el bebé tiene el corazón agrandado por forzar su crecimiento, y si eso no lo puede revertir, tal vez nazca con complicaciones. O en el peor de los casos, morir sin llegar a nacer.

—Ella no me dijo nada de eso —pronunció mirándolo confundida.

—Me preocupa y mucho su condición, él no está bien, y temo por su vida. Si tú te estresas, él se estresa, sólo que es él el que más sufre, y ya con esto que tiene, no sabemos que pueda pasarle. Hasta que no nazca, no podemos ayudarlo tampoco.

—Entiendo —le dijo apoyando la bandeja sobre sus muslos, para comer.

—¿En qué sentido lo entiendes? ¿En qué te da igual o qué te importa?

—En el sentido en que sé que depende de mí, y que si le pasa algo, tanto tú como tu madre me culparán a mí. Al final, no importa lo que yo sienta o piense, sólo importa lo que el feto quiera.

—Si yo pudiera albergarlo en mí, lo haría —le dijo serio.

—¿Y por qué no lo haces, Neal? Tú también puedes cambiar. Adopta el cuerpo de una mujer, y que tú madre te lo traspase.

—Porque es muy pequeño y no lo soportaría... Si en una semanas él mejora, le plantearé esto a mi madre.

—Claro, total yo lo porto, usa mi cuerpo, mis energías, mi vida a su antojo, porque vale más su vida, que la mía.

—La vida de ambos vale más que cualquier cosa para mí, pero parece que tú no puedes valorar la vida de él —pronunció consternado—. Y vuelves a ser la misma mujer que no puede sentir empatía por una criatura indefensa.

—¿Indefensa? ¡¿Indefensa?! ¡Si me controla completamente! ¡Dile a tu madre que te cuente cómo me encontró!

—Martina, cálmate.

—Se mete en mí cabeza, dispone de mis funciones básicas, como caminar, moverme-

—Te pido que te calmes, lo alteras, esto-

—¡Es como un parásito que me controla desde adentro! ¡Es como un virus! ¡Un cáncer!

Sintió a su hijo, sin necesidad de que ella supiera lo que él estaba sintiendo en ese momento, y la miró impotente, con angustia.

Se puso de pie, y salió de la habitación, sintiendo un nudo en la garganta. Fue hasta la cocina, dónde su madre estaba de espaldas a él, frente a la mesada.

—Neal, estaba-

—Necesitas sacarlo de ella —la interrumpió.

—¿Qué? —le preguntó confundida, girándose para verlo, ya que estaba preparando el desayuno para ellos.

—Él no está bien, y escucha y siente toda la mierda que piensa y dice ella, y no está bien, mamá —le dijo angustiado—. Busca una forma, pero sácalo de ella cuánto antes.

—Pero es imposible que sobreviva siendo tan pequeño, las posibilidades son casi nulas.

—No va a vivir mucho más dentro de ella tampoco.

***

Luego de la discusión con Neal, Martina se había quedado toda la mañana en la cama, sintiéndose culpable. Sabía que había dicho cosas de más, aún podía recordar cuando su padre la había llamado estorbo, pero ella... Se había pasado con decirle aquello al bebé.

Y se sentía culpable, avergonzada por dejarse alterar tan fácilmente. Pero es que no era sencillo para ella tampoco aceptar aquello, que estaba embarazada de una criatura súper evolucionada, y que encima, albergaba a seis embriones más.

Heather entró a la habitación cerca del mediodía, y le había traído el almuerzo.

—¿Cómo te sientes?

—Igual, no hay cambios.

—De acuerdo, te haré un chequeó y luego podrás comer.

—Está bien —le dijo acomodándose en la casa.

Heather acercó la mano al vientre de ella, y su semblante cambió por uno serio, preocupando a la castaña.

—¿Está todo bien? —se animó a preguntar en un tono bajo.

—No, nada está bien.

—¿Por qué? ¿Qué pasa? Comí lo que Neal me dijo, y no hice más nada que estar en la cama, no lo entiendo. Tal vez-

—Ya puedes comer —le dijo antes de salir de la habitación, sin darles respuestas de nada.

Miró insegura la bandeja, y luego se bajó de la cama, esperando unos segundos, antes de decidir seguir a Heather, e intentar averiguar qué estaba pasando. Salió de la habitación, y miró el pasillo.

Salió de él, asomándose por las escaleras, y vio que Heather ya estaba abajo, en el recibidor con Neal. Observó que ella le decía algo en un tono bajo, sin lograr oírlo, pero la reacción de Neal, fue suficiente para saber que algo malo había pasado.

El muchacho se abrazó a su mamá, y ella suavemente le acarició el cabello y la espalda. Al ver eso, Martina regresó rápidamente a la habitación, aturdida.

No podía haberle pasado nada malo, porque ella no había sentido nada, se sentía igual, tenía que estar todo igual. Tal vez... Tal vez sólo estaban así porque el corazón aún seguía con el tamaño aumentado.

Y no saber que estaba pasando, la estaba comenzando a frustrar. Ella no podía ver al bebé, no tenía ese tipo de modificaciones, y los minutos pasaban, y ni Neal o Heather subían para decirle nada.

Hasta el apetito había perdido.

Caminó nerviosa de una punta a la otra de la habitación, y luego se llevó una mano a su vientre.

—E-Escucha, yo... Yo no sé que está pasando, no puedo saberlo, pero no quería que tú... Qué tú te enfermaras ¿Sí? Dime algo, ellos no me dirán nada, y no sé que pasa. Háblame, sé que tú puedes hacer eso, dime qué está pasando, dime qué tienes, háblame.

Esperó, y esperó varios minutos más, pero nada escuchó en su cabeza. Respiró varias veces seguidas, y se sentó en la cama, intentando tranquilizarse. Ella no había hecho nada malo, la criatura debía seguir igual, tal vez estaba durmiendo, por eso no le hablaba.

No tenía motivos para pensar que algo malo había ocurrido. No había motivos para ser drástica en ese momento. Sólo se estaba sugestionando.

...

Mío por derechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora