Adonis frunció el ceño pasando sus manos por su cara soltando un suspiro de frustración, al parecer no sólo él era especial en sacarme de mis casillas, si no que yo igual podía provocar ese mismo sentimiento en él; y en una sola noche, vaya espero haber roto un récord.

— ¿Me ayudas a subir al roble que está a un lado de mi habitación?

— ¿Qué? —preguntó con disgusto.

—  ¿Que si me ayudas? Así  podría subir y  brincar a mi habitación, las ramas llegan a la ventana será fácil — expliqué con cierta irritación en mi tono de voz.

Al menos creo que lo será.

Bueno lo había visto en varias películas de chicas que se escapaban de su casa o el novio que subía al cuarto por aquel arbusto frondoso que pegaba a la casa y parecía demasiado fácil de hacer. Casi todo el mundo de los Estados Unidos lo hacía también.

—¿No le puedes pedir a una vecina que te aloje está noche?

—No.

Bufo.

Adonis abrió la puerta de donde él estaba con fastidio, bajó del auto con facilidad en dirección a la entrada de mi casa ¿espera qué?..

¿Qué iba a hacer?

¡Oh por dios tocara el timbre!

Si mi padre me llega a ver vestida de esta manera sabrá que no fui al ''cine'' y sin duda no me dejaría salir hasta que yo cumpliera mínimo unos 80 años de edad, claramente no quiero pasar todos esos años encerrada en mi dormitorio.

¡Ni siquiera he conseguido novio!

Salí del automóvil velozmente incluso patiné logrando caerme en el frio suelo a causa del agua congelada en el pavimento, me levante rápido cosa que él vio y una risa se le escapó de la boca. Sí, obvio sé que me debo estar viendo patética, pero ahora no existía la pena, necesito salvar mi pellejo.

Ignore el gran dolor que sentía en el culo.

— ¡Ni se te ocurra, aleja tus sucias manos del timbre jovencito!

Mi terror le hizo ladear esa sonrisita suya.

— ¿Por qué hablas como una anciana? —preguntó juguetón.

—Por si no lo has notado no soy tan joven como antes.

—¿Es eso? —arrugó el ceño—¿o tienes miedo?

Y claro que la respuesta era un rotundo sí hijo del mismísimo lucifer nacido en la tierra, aunque su rostro perfectamente agraciado me hacía pensar ¿que si de verdad podría ser el anticristo?.

Fruncí el entrecejo.

—pff —bufe—No—mentí moviendo mis hombres — ¿qué te hace pensar eso?

El truco de aquí es no mostrar que tienes miedo, él es como un perro estoy segura que lo puede oler.

—Entonces en caso, lo oprimiré así tu padre nos abrirá, ¿para qué perder tiempo?

Confirmado si es el mismo anticristo, Deseo tanto que mí mirada fulminante haya sido lo suficiente amenazadora como para hacerlo intimidar.

Pero no fue así, no tenía más remedio que decir la verdad.

Alce las manos en rendición.

—Está bien okey, si lo tengo.

— ¿Tienes qué?

—Miedo—solloce. —Pero si tocas eso me estás condenando a ser una solterona aislada por su padre porque me dejara castigada hasta que yo sea una anciana y mis únicas compañías serán 3 gatos que se llamarán michi, michu y micho.

Los Hermanos Danger © [Parte 1]Where stories live. Discover now