Los Hermanos Danger © [Parte 1]

[02]

Osiris Darmond

La luz de la luna que transitaba a través de lo que creía que eran mis cristalinas ventanas provocando mi despertar en ese momento todo llegó a mi como una ráfaga violenta sacudiendo todos los recuerdos de lo sucedió hace apenas unas horas del día de ayer, pero eso apuntaba a ser solo una ilusión mía.

No puede ser real

Es imposible

¿Adonis Godfrey me salvó?

¿Y cómo diablos llegué hasta aquí?

Mis pupilas ya habían enfocado mi alrededor, no era mi casa, no era mi habitación estaba en un cuarto de hospital, el peculiar aroma a desinfectante, me lastimaba la nariz y aunque las luces estén apagadas podía distinguir todo, un sofá largo para la espera de los familiares y un florero adornando el espacio.

Quise llamar a alguien.

pero nadie se encontraba a mi alrededor para atenderme, entonces esto no había sido un sueño, me pasé las manos por la cara intentando dejar a un lado todo esto, es cuando una mueca de dolor se formó en mi cara, tenía una bandita en mi cabeza.

Me había llevado un golpe fuerte.

mi mente empezó a pensar miles de cosas, es obvio que mi papá  sabía qué estoy internada, él trabaja aquí, quería llamarlo pero mis retinas estaban pesadas y de nuevo me venció el cansancio para así caer en los brazos de Morfeo.

Necesito darles las gracias especialmente por traerme hasta aquí.

A la mañana siguiente mi padre me despertó con un abrazo y me hizo a valoración de alerta, no se encontraba en casa, su turno en el hospital emprendía y como el médico psiquiatra que era, saldría hasta en 72 horas, pero por dicha razón seguía trabajando y había hecho que me  preparen  el desayuno, el cual consistía en un par de hot cakes de fresas, con moras azules antes de seguir en su día.

—¿Cómo llegué? — pregunte mientras tomaba un trozo de mi comida con el tenedor— ¿Qué me pasó?

Mi papá dejó de checar mi expediente médico y soltó un fuerte suspiro.

—Adonis Godfrey te trajo — hizo una mueca y cerró el expediente de metal— es una suerte que estuviera en el lugar correcto.

Trague mi panqueque mientras miraba a mi padre dejar mi celular en la mesa. mi voz es tranquila, pero me recorría una cierta electricidad que me hace sentir que todo va a un millón de kilómetros por hora.

—Si lo es — fui sincera— me salvó y me trajo.

No me agradaba pero se preocupó por mi, apenas me salvó y no lo pensó dos veces cuando ese camión venía encima de mi. A veces, ser una buena agente se parece mucho a ser una persona sin corazón y valores.

—No solo eso, se quedó hasta que te metieron en piso— agregó mi padre — no sabía que son amigos.

No lo somos.