Capítulo doce

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Regreso a casa

—¡Allá están!

Desde las afueras del pueblo de Jagung, los pueblerinos esperaban ansiosos el regreso de los migrantes seleccionados que partieron semanas atrás a las montañas. Fue un largo tiempo sin comunicarse con sus hijos, amigos y seres queridos, y todos estaban intrigados por lo que pudo haber acontecido en aquella travesía.

Y justo esa mañana, los Alfas y Omegas seleccionados estaban a tan sólo metros de volver a pisar sus tierras.

De ese lado, los migrantes notaron en la prolongada distancia una masa de habitantes reunidos esperando su llegada. Empezaron a reconocer entre éstos los rostros de sus padres y familiares. Algunos de los migrantes se dieron a la carrera de correr hacia el punto de reunión mientras que otros decidieron terminar su recorrido caminando.

—¡Chang Bin-ah!

Y entre los presentes no podía faltar el equipo representativo de kendo entero celebrando como primates el regreso de su miembro estrella. Chang Bin hizo una mueca avergonzado por aquellos que se hacían llamar sus hermanos, Felix tan sólo rió abrazando su brazo.

Ji Sung notó a la distancia a su madre y hermana haciéndole señas gritando su nombre, las saludó emocionado alzando en alto la mano que tenía libre. No pensó en lo mucho que las extrañaría. Las mujeres de su vida chillaron todavía más al verlo tomado de la mano con Min Ho, rió avergonzado ocultándose detrás de su pareja.

—¿Por qué te escondes? Deberías estar orgulloso de tener un Alfa tan guapo —aludió el pelinegro, Ji Sung rió besando con ternura la marca que su chico poseía en el cuello. Acción que hizo al otro sonrojar.

—Lo estoy.

Al encontrarse con sus familias, los migrantes se fusionaron en abrazos, besos y llanto que demostraban lo mucho que extrañaron su hogar.

—¡Nuestros migrantes han regresado!

Celebraron en el pueblo no solamente la llegada de estos, sino también las hazañas que toda esa aventura trajo consigo.

—Abran paso, abran paso —Antes de que la celebración pudiera continuar, el tan reconocible presentador de las migraciones del pueblo se hizo lugar hacia al frente para dar por terminada oficialmente esa temporada—. Pueblo de Jagung, me complace compartir con ustedes el regreso de nuestros migrantes de esta temporada —alabaron lo dicho con aplausos y silbidos—, y ahora, como en cada temporada, les voy a pedir a los migrantes que se junten con su pareja para realizar los análisis de prenatalidad —Los migrantes fueron acomodados en una fila con el mismo orden en que fueron emparejados al inicio en la selección, teniendo a los Alfas colocados detrás de sus Omegas—. General Kim Tae Hyung, si me hace los honores.

Uno de los guardias enlazados que fueron partícipes en la migración de esa temporada fue llamado al frente y salió adelante con el mismo entusiasmo con el que siempre contaba cuando se trataba del análisis. Era su parte favorita.

—¡Abuelita! Ya sabes que hacer.

La vieja señora Kim, abuela del general, era quizá la mujer con mejor olfato en todo el pueblo. No necesitaría que estuvieras a su lado para saber qué fue lo que desayunaste.

Fue abierto el paso para la anciana entre la multitud, y una mujer bajita, encorvada, de blanco cabello trenzado, fue escoltada por la pareja de su nieto hasta el inicio de la fila de los seleccionados.

—¿Hay alguna pareja que no empatizó? —preguntó la mujer apoyada en su siempre fiel bastón y del brazo de su, podría llamarlo, yerno. De entre la fila fueron únicamente dos personas las que levantaron la mano, una rubia levantándola con determinación y un morocho cohibido— Pueden regresar con sus familias.

La MigraciónWhere stories live. Discover now