Capítulo cinco

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Día 2

Ji Sung despertó con el piar de las aves resonando desde lo alto de las copas de los árboles, abrió los ojos lentamente obteniendo una vista directa de las nubes correteando unas a las otras, el cielo era tan azul, lo sentía tan cerca que podía tocarlo con sus manos.

El picor que su cama de césped le producía en su cuerpo era casi imperceptible, estaba muy relajado como para notarlo. Tomó una profunda respiración llenando sus pulmones de oxígeno puro y limpio. Trató de girarse para recostarse boca arriba pero un desconocido peso muerto en su espalda se lo impidió. ¿En qué momento le creció un tercer brazo? ¿Y un tercera pierna? No, esa tercera pierna no era suya.

Giró su cuello topándose con una mata de cabello negro rozando su mejilla, su nuca humedecida por el chocar de una respiración. Volteó su cuerpo con dificultad, siguiendo la extensión de su tercer brazo y el murmullo de un suave ronquido, dio con el adormecido e imperturbable rostro del dueño de sus más lúgubres y temibles pesadillas.

Se separó de un salto soltando un alarido de sorpresa como si se le hubiese subido una araña encima, y seguido plantó un codazo en el abdomen de Minho.

—¡Yo primero!

—¡Hee Jun, devuélveme mi toalla!

Una vez que los migrantes se levantaron y sacudieron la tierra de sus cuerpos, decidieron correr al estanque más cercano en dos grupos divididos de Alfas y Omegas para darse un baño. Los chicos, en su gran mayoría Alfas, más que asear sus cuerpos hacían una competencia de clavados de bombas y luchas bajo el agua. No le extrañaba después de que cada uno compartiera el mismo cerebro de cacahuate.

—Han, ¿nos bañamos juntos? —le preguntó Minho abrazando sus hombros con un brazo.

—Uh... Creo que aguanto otro día —respondió escapando de su agarre y dio vuelta de regreso al campamento dejando atrás a los cavernícolas que se hacían llamar la parte más alta de la jerarquía.

Desde otro punto del campamento, Felix decidió irse hasta el lugar más apartado del estanque y tomó un baño ahí, volvió el campamento vestido secando su cabello y se sentó en una piedra gigante. Aprovechó para maquillarse, con un espejito pequeño de bolsillo en mano se aplicó el producto que le ayudaba a cubrir sus pecas, y con una brochita le dio brillo a sus labios con una pomada rosada. Se tomó su tiempo para hacerlo con calma y serenidad, peinó su cabello con sus dedos. Ya lucía un poco más arreglado.

Clavó sus ojos al reflejo del espejo, se observó a sí mismo con detalle, si tan sólo no se viera tan... extranjero, no recibiría miradas tan raras de todos.

Percibió una sombra a sus espaldas y utilizó el espejo para ver de qué se trataba.

Chang Bin.

Pasó a su lado, no se detuvo en el camino devuelta al campamento, su cabello estaba mojado y cargaba una toalla pequeña en el hombro. Bajó su espejo y tomó sus cosas apresurado para alcanzarle.

—Binnie hyung —Trotó hasta lograr tomarlo del brazo. Chang Bin lo observó de frente, inexpresivo—, es sólo que... —Bajó la cabeza soltándolo, la mirada del Alfa podía ser tan penetrante a veces— lamento lo que pasó ayer y por haber perdido tus cosas...

—¿Por qué dejaste que te hablara así? —lo cortó. Felix levantó la mirada confundido.

—¿Eh?

La MigraciónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant