11- Ser persona.

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Un nuevo capítulo, espero que empecéis a dejar de odiar un poquito a Natalia, algo esconde...que será? 🤭

- Joder... siempre tienes que gritar así –le dijo Natalia, que estaba sentada en la silla jugando con un sujetador de la rubia de encaje negro en su dedo, dándole vueltas en el aire.
- ¿Qué haces aquí? –cerró la puerta tras de sí con fuerza y con gesto de ira la miro, al verla con su sujetador en la mano se precipitó hasta ella-. Dame eso.
- Nada... quería saber como tienes los nudillos después de los golpes que has dado en la puerta –sonrió al ver como las mejillas de la enfermera tomaban color.
- ¿Y eso a qué viene?
- Me preocupo por ti –se levantó acercándose lentamente a ella-. Entiendo que estabas algo rabiosa y...
- Lo último que me apetece es soportarte... por favor... déjame tranquila.
- Pero Alba... -susurró poniendo un falso gesto de profunda pena.
- ¿Dónde tienes a la rubia?
- Agotadita durmiendo... -su tono fue un tanto perverso.
- Vete por favor –bajó  su voz de intensidad.
- ¿No vas a mirarme el golpe?
- No creo que te duela mucho, ¿no?
- ¿Celosa? –le preguntó mordiéndose el labio.
- Sí, mucho... creo que no voy a poder dormir esta noche –respondió guardando el sujetador.
- Lo sabía –sonrió victoriosa.
- Por Dios... qué clase de tía eres?
- Descúbrelo... te dejo –se puso en jarras  invitándola a tocarla.
- No lo puedo creer –rió escéptica al ver su pose comprendiendo lo que quería.
- Venga... te aseguro que nos lo vamos a pasar bien –le musitó con su voz celestial, sabía que así ganaba muchas veces.
- Mira, voy a decirte algo, no soy lesbiana, no me gustan las mujeres.
- A mí me encantan las mujeres que no son lesbianas y no le gustan las mujeres, digamos que... me gusta enseñarles –fue a acariciar con todo el descaro del mundo su cuello que llevaba al descubierto.
- Ni se te ocurra –le cogió la mano y le apretó con fuerza.
- Au mi mano tía - se soltó sacudiéndola mientras ponía gesto de dolor.
- A mí me importa un rábano lo que a ti te guste o deje de gustar, sólo te digo que no sigas por ahí ¿vale?, porque todas caigan a tus pies no quiere decir que conmigo vaya a pasar lo mismo... desgraciadamente reúnes todas las cualidades que a mí más me repatean de una persona... para mí no eres una súper tía.
- Interesante –dijo soplando sus dedos-. Joder... me has hecho daño ¿eh?
- Quiero acostarme.
- ¿Y si tienes miedo? –la miró sugerentemente-. ¿Quién te va a abrazar?
- Por favor –cerró los ojos llegando a hartarse de sus pamplinas.
- Vale, me voy... pero si quieres algo me llamas –la miró con sus ojos penetrantes y cansados-. Estoy a tu disposición.

            Salió cerrando la puerta despacio, el grito de la rubia parecía que no había despertado a nadie, aunque ella pensaba que todos se estaban acostumbrando a ellos. Al cerrar sonrió, suspiró y dio unos pasos que la alejaban de su cabaña. Toco con sus nudillos suavemente en otra cabaña que no era la suya y pudo notar la vibración de las patas de Ramón al golpear la puerta.

- Pasa Lacunza- escuchó la voz de Noe desde dentro.
- Hola... Ramón... mi niño guapo –le tocó la cabeza acariciándolo con cariño.
- ¿Qué le has hecho esta vez? –la miró por encima de sus gafas, estaba metida en la cama leyendo un libro
- Nada... le gusta llamar la atención –se metió con ella en la cama.
- Oye... -le llamó la atención.
- Venga déjame dormir contigo.
- ¿Y Samantha?
- Supongo que duerme... no sé... y no te preocupes que me he duchado cuando hemos acabado, no llevo olor a sexo, si ni siquiera Ramón lo ha notado... anda sé buena... déjame dormir aquí
- Ay... Natalia, ¿qué voy a hacer contigo?
- Sólo quiero dormir...
- Ah, vale, esta noche no nos toca sexo... -le dijo seria,  mirándola como si francamente se decepcionara.
- ¿Sabes si tiene novio? –le preguntó sonriendo.
- ¿Alba?
- Claro... tú ya sé que no.
- Oye guapa si vas a comenzar con tus impertinencias te vas pero ya.
- Perdona... seré buena –le dijo poniendo gesto de niña que nunca ha roto un plato.
- Si quieres dormir, sal fuera, deja a la Natalia macho  alfa y vuelve a entrar con la que yo conocí.
- ¿Me vas a hacer levantar? –la miró perpleja
- Va... fuera.

África // AlbaliaWhere stories live. Discover now