Capítulo 13

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El momento zukulento será narrado por Emma,
tendrá su humor de siempre pero con un toque
pícaro (por dar una palabra).

Si no quieres leer ese contenido
lee después de éstos tres signos [***]
para delante.

¡Disfruta! 

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13| Luna resignada

Emma:

No hay palabras para describir lo que siento. O tal vez sí: ardiente, placentero, espectacular, celestial...

Si quisiera describirlo con una palabra creo que elegiría la mal indicada, ninguna que encaje perfecta para la ocasión.

Mezcla de piel, besos, calor, deseo y, la más esencial (al menos para mí): sentimientos. ¿Cómo describes ese punto en el que entre tanto deseo, nace algo más? ¿algo que mejora la situación y la hace mejorar unas mil veces más?

Oh, sí: amor.

¿Soy dramática? Tal vez sí, pero no puedo evitar serlo con las cosas que me produce la persona frente a mí. Entre ellas: (no mariposas, sino...) rinocerontes en el estómago, vergüenza, a veces sin darse cuenta es capaz de hacerme sentir hermosa. La manera en la que me mira, me toca y roza, con una delicadeza que me desarma el alma y me hace delirar.

Bueeeeno, admito que cuando se trata de él me torno filosófica.

«Qué bien que lo admites»

«Cállate»

El caso es, todo lo que él me hace experimentar me lleva... como a otro mundo. Todo es totalmente desconocido para mí y al mismo tiempo fascinante. Nunca un chico con tan solo mirarme me provocaba cosas como las que me provoca él. Aunque el máximo contacto que tuve antes fueron unos besos, quizá un abrazo y un roce de mano, pero nunca me hicieron sentir tan especial, nunca me hicieron sentir tantas cosas al mismo tiempo.

Tampoco es que cuando compartía tiempo con un chico me fijaba en lo que me hacía sentir. Pero las emociones ahora mismo son tantas que me hacen parar y preguntarme: ¿cómo una persona que conozco hace tan poco me produce cosas que no he sentido en diecisiete años?

Y es que, guau, si para sentir esto tuve que esperar diecisiete años, esperaría una vida entera para volverlo a sentir, y sólo con él.

«No mentiste cuando dijiste sobre ponerte filosófica»

«¡Que te calles, coño!»

Connor me vuelve a besar y esa acción es como un interruptor de emociones. Encendido significa: ponerme en modo pendeja enamorada y apagado: quiero que esté encendido.

Sus mordidas, pequeñas, suaves pero lo suficientemente expertas como para hacerme querer exigir más. Coordina perfectamente los movimientos de sus labios con los de sus manos en mis muslos y eso es suficiente como para hacerme gemir.

No sé en qué momento llegamos a su habitación —o nuestra— y, luego de quitarse los zapatos a un lado de la puerta, se sienta en la cama para colocarme a horcajadas sobre él. Mientras volvemos a unir nuestros labios sus manos suben desde mis muslos hasta mi cadera y me empuja contra sus pelvis. Jadeo y veo colores al sentir su dureza contra mi ya húmeda feminidad. El calor se expande como una ola gigante y abrasadora por nosotros y me empuja a tomar la orilla de su camiseta y sacársela.

En las Fauces del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora