XXXV - El Castillo Fantasma

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El mago Juan, sintiendo la maldad en el aire, aún intentó argumentar para que la joven pareja saliese sana y salva, aun sabiendo que Klaus no desistiría. Sería su última tentativa:

— Puedo enseñarte lo que quieras Klaus, pero deja que ellos se vayan. Prometo que seré tu esclavo hasta el fin de mis días...

— Ya te me escapaste una vez, mago, fingiéndote muerto junto a aquella pareja de brujos viejos. No caeré en esa charla otra vez.

Una voz sonó dentro de la cabeza de Phillip:

"Coge a la chica y huye. Él quiere mataros. Yo me las arreglaré con él."

Era Juan que empleaba su poder mental para alertarle. Phillip miró a Verena para avisarla y se dio cuenta de que el Doppelgänger estaba detrás de ella. En ese momento, la empujó hacia el lado y dejó que la llama de sus ojos chorrease sobre la criatura, con fuerza total. El monstruo aulló de dolor, desestabilizando a su señor. Pero antes de que pudiesen huir, el hechicero separó a Phillip de Verena, lanzándole lejos.

A fin de evitar que el brujo matase al chico, Juan lanzó una ráfaga de fuego sobre Klaus, que contraatacó. Así empezó la lucha entre los hechiceros.

Verena corrió y el Doppelgänger fue tras ella que volvió a lanzarle cosas, intentando ganar tiempo para alcanzar a Phillip y huir. El chico estaba desmayado, a los pies del pedestal donde se encontraba el Libro de las Almas.

Juan irguió el brazo y la Furia de la Noche apareció, yendo a parar a su mano. Klaus desenvainó su espada y, en pocos segundos, las hojas se chocaban, cruzando el aire entre chispas.

Mientras tanto, la criatura flotaba tras Verena. Mostrando los afilados dientes, dijo:

— ¡Ahora tú eres mía!

— ¡Sal de mi vista criatura horrenda! — Respondió ella, cogiendo el candelabro de una mesa.

Conforme el Doppelgänger se acercaba, ella le atacaba, balanceando el objeto de un lado a otro. Ella sentía que hasta la tenue llama de la vela le asustaba. No sabía si saldría viva, pero moriría intentándolo.

Klaus miraba al príncipe caído bajo el pedestal y pensaba en usar algún hechizo del libro para acabar con los dos. Percibía que la furia del mago le hacía más fuerte, determinado. Pero el brujo sombrío también tenía a su favor la energía que tomara de los magos que matara en los últimos años.

Para dejar la batalla aún más difícil, Klaus hizo una invocación, creando dos copias suyas, idénticas, para atacar a Juan. El mago continuó luchando, sin perder el ritmo, no teniendo la mínima idea de cuál de ellos era el verdadero.

— ¿Y ahora, mago poderoso? ¿A cuál de nosotros tres vas a atacar? Nosotros sabemos que tú eres solamente uno. — Dijeron, carcajeándose los tres al mismo tiempo.

— No me importa. Voy a desangrar a los tres.

— Basta de esta conversa idiota y ven a los brazos de la muerte, ya que prefieres no ser mi esclavo.

— ¡Nunca lo vas a conseguir, brujo de las tinieblas. ¡Vas a pagar por tus crímenes, serpiente!

Klaus atacó primero y cortó la carne de la barriga del mago con un golpe horizontal de su hoja. Juan se puso la mano sobre la herida sangrienta, contraatacó con la espada y consiguió acertar al verdadero brujo en el brazo, cortando concomitantemente a los otros dos. Él y sus copias andaban alrededor del viejo, cercándole. El mago se defendía como podía.

Si yo consiguiese herir al brujo en el pecho con esta espada, acabaría con él de una vez por todas. — Pensó Juan.

El mago inspiró para ganar fuerzas y enterró la espada en el corazón de uno de los brujos intentando la suerte.

El Hombre FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora