XXXII - El Secuestro

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Phillip galopaba impetuosamente en dirección a la villa. Sonreía, ansioso por ver a Verena al pie del gran árbol, el lugar preferido de ambos. Pensaba que Juan estaba más quieto ese día, como si estuviese temeroso, a espera de algo. El joven insistió en preguntar si alguna cosa estaba pasando, pero su maestro cambiaba de asunto, de forma evasiva. Él pretendía sacarle la verdad al mago al día siguiente, costase lo que costase. Pero, en aquel momento, solamente quería estar junto a la mujer amada. Las preocupaciones quedarían olvidadas hasta el día siguiente.

***

Juan empezó los preparativos para enfrentar a Klaus, debía estar cerca. Estaba extrañado con el silencio del enemigo. Ya habían pasado veinticuatro horas desde que la criatura del hechicero le había encontrado y hasta ahora no había sufrido ningún ataque. Sabía que la pelea sería mucho peor que aquella que hubiera en la caverna antes de que Klaus le aprisionara, y el mago corría el riesgo de morir en la batalla. Pero no era tonto: tenía noción de que había cosas en el Libro de las Almas que Klaus aún no consiguiera descifrar. Aquel "sanguijuela" aún le necesitaba. Pero después de eso, su vida sería destruida de la faz de la Tierra. Por lo menos Klaus ni se imaginaba la identidad de Phillip. Podría así mantener al joven a salvo.

Otra cosa que Juan tenía que hacer, y pronto, era contarle al príncipe sobre la profecía del Hombre Fantasma y su participación en esa historia. A la primera oportunidad, lo haría.

***

El joven en el ajetreo de ver a la novia no percibía que una mancha oscura, volando allá en lo alto, ya le avistaba en su galope célere. Acompañaba la trayectoria de Phillip, para después pasarle todas las informaciones a su amo.

Después de algunos minutos, el príncipe vio a su querida y la saludó. Ella le aguardaba linda, con un vestido lila claro y una cinta azul oscuro en el pecho. Verena le sonrió y fue a su encuentro. Esta vez, ella había traído un gatito de pelo color de miel, que llevaba en brazos. Phillip desmontó rápidamente y fue a besarla. Después de un tiempo, ella soltó al gatito en el suelo, que no estaba nada contento en quedarse prensado entre los dos.

Mientras los dos mataban añoranza, la criatura de las sombras bajó de los cielos y se escondió detrás de un árbol en el bosque, observándoles solapadamente.

Phillip besó a Verena en la boca por algunos segundos y la abrazó. En seguida, se topó con el minino, que maullaba queriendo atención.

— ¡Qué gatito bonito! No sabía que tenías un...

— No es mío — comento ella sonriendo. — Me lo he encontrado en el camino y decidí cogerle en brazos. Después que le puse en el suelo, el animalito me ha seguido hasta aquí.

Phillip cogió al gato. Le acarició el pelo y el pequeño se arqueó todo. Phillip sintió un escalofrío y decidió poner al gatito en el suelo. Este fijo la mirada en dirección al bosque y maulló alto. Parecía que estaba viendo algo. Era el Doppelgänger que estaba allí, al acecho. Él le percibía en medio del bosque, aunque la criatura no fuese visible a la pareja.

Phillip y Verena se pusieron a cavilar con la reacción del gato y decidieron averiguar. ¿Será que había alguien vigilándoles? Tal vez algún espía del rey...

Anduvieron despacito hasta el bosque, atravesando algunos troncos que había por el camino. La criatura se quedó quieta porque sólo quería informaciones para Klaus, como le fuera ordenado. No quería meterse en una lucha innecesaria.

Phillip al aproximarse, sintió su visión cambiar. Pudo ver, por fin, al Doppelgänger, en toda su fealdad. Como si la magia mandase en su cuerpo, levantó el brazo hacia la criatura y la lanzó lejos. El gato maulló nervioso, la cabeza acompañando el movimiento del monstruo, que golpeara en un árbol al ser lanzado. Después de eso, el pequeño se arqueó, erizado, en posición de ataque, mostrando los dientes.

El Hombre FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora