Derek llevaba al menos media hora intentando convencerme de volver a casa, incluso se ofreció a llevarme en una ocasión, pero ambos sabíamos que debía quedarse aquí hasta terminar su turno.
-Derek, no pienso irme, te estoy pagando y tengo derecho a quedarme justo aquí hasta cuando se me dé la gana - comenté y él empezó a negar con la cabeza.
-¡Ni siquiera me estás pagando! - reclamó, levantando la voz un poco más de lo que había planeado.
-Pero pronto lo haré, por ahora te recomendaría ir a ver que quiere el tipo de la mesa de allá - señalé frente a mi, directo a la mesa en la que se encontraba un hombre que había entrado hace unos minutos al local.
Una vez más, se dió la vuelta dejándome solo de nuevo. Sabía que no tendría mucho tiempo de paz hasta que regresara a decirme que debería irme.
Abrí la libreta de nuevo y leí lo que estaba escrito en la primera hoja, había perdido la cuenta de las veces que lo había hecho en toda la noche. Suspiré antes de retirar la tapa del bolígrafo y volver a escribir.
2. ¿En serio pensabas todas esas cosas de mí?
Recordé con recelo sus duras palabras aquella noche.
Había pasado unos meses atrás cuándo discutimos. Aquella vez había sido culpa mía.
Ella había ido por mi a un club en la mitad de la noche, totalmente sola. La mañana siguiente me odié por haberle hecho aquello, cualquier cosa pudo pasarle al poner un solo pie fuera de su casa durante la madrugada.
Me había llevado directo a mi casa. Aún recuerdo cuándo me empujó al sillón con fuerza y el sonido de sus pasos mientras se movía de un lado al otro frente a mí.
Sostenía su fría mirada sobre mí. Estaba más que enojada, y lo entendía.
No puedo creer que hayamos regresado a esto - suspiró y pude percibir la decepción en su voz -. Creí que las cosas en serio iban a cambiar - su tono volvió a ser severo y empezó a aumentar el volumen de su voz. Estaba a punto de empezar a gritar.
Intenté levantarme del sofá y acercarme a ella, pero me detuvo poniendo la mano en mi pecho antes de que pudiese siquiera intentarlo.
-¡¿Qué es lo que quieres?! - su voz había empezado a quebrarse - ¿Que es lo que quieres de mi...? - lo último llegó a decirlo en un susurro casi inaudible.
Se sentó a mi lado, respirando profundamente y después de algunos segundos de silencio recostó su cabeza en mis piernas. Acaricié su cabello sintiéndome como un total imbécil. Era un total imbécil por hacerle esto de nuevo.
Di un ligero toque en su nuca y ella se acomodó mirando hacia mí. Tenía los ojos llorosos y sentí como si mil dagas se clavaran en todo mi cuerpo. Detestaba verla llorar, y me odiaba porque esas lágrimas fuesen provocadas por mí.
-Hey, nena - la moví un poco para que se levantara de mis piernas y la abracé en cuánto estuvo de nuevo a mi lado. Ella rápidamente envolvió sus brazos al rededor de mi cuello y sentí como mi camisa empezaba a mojarse con sus lágrimas -. No llores más por favor, lo siento tanto...
Se alejó un poco de mi y me encontré de nuevo con sus ojos marrones cristalizados. Me observó durante unos segundos antes de tomar aire.
-En serio quiero odiarte. Te juro que desearía poder hacerlo.
Esa noche empezaron nuestros problemas. Aunque más bien diría que fué el momento en el que nos dimos cuenta de que las cosas realmente nunca estuvieron bien.
Había hablado con tanta seguridad. Sus palabras me habían dolido hasta el alma, aquellas palabras lograron algo en mí.
Di otro sorbo a la cerveza que Derek había puesto frente a mí hacía unos minutos, antes de dejar el dinero sobre la barra y salir del establecimiento.
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¡𝔹𝕚𝕖𝕟𝕧𝕖𝕟𝕚𝕕𝕠𝕤 𝕒𝕝 𝕤𝕖𝕘𝕦𝕟𝕕𝕠 𝕔𝕒𝕡𝕚́𝕥𝕦𝕝𝕠! :)
Al principio tenía muchas dudas respecto a empezar con esto pero, ¡aquí estamos!