Aquí estaba otra vez, sentado en una de las tantas sillas del bar igual que la mayor parte de las noches en los últimos meses.
Mi única compañía era una cerveza y uno de mis cigarrillos. Sabía que me terminarían matando pero jamás me abandonarían, no como lo había hecho ella.
Tomé un profundo suspiro antes de poner el arma mortal entre mis labios. De alguna forma llegaba a darme paz, o eso creía que era.
-¿No deberías irte a casa ya? Creo que fué suficiente para ti por hoy - habló Derek apoyando los codos en la barra frente a mí.
Venía aquí tan seguido que había empezado a hacerme amigo de los empleados, entre ellos Derek, quién se encargaba de servir los tragos.
-Tu acabas de decirlo, debería, más no lo haré. Estoy pagando para que me sirvas, no para que me des consejos como una mamá preocupada.
Sabía que no había estado bien de mi parte responder de esta forma, pero también sabía que se iría y me dejaría solo otra vez. Ya empezaba a acostumbrarme, al fin y al cabo, siempre había sido igual.
-Bien, ¿vas a tomar algo más o te quedarás allí con un cigarro mirando al infinito? Creo que ya es hora de que empieces a considerar dejar de sufrir por ella y conocer a alguien más.
Le di una calada más al cigarrillo intentando calmarme. Sabía que tenía razón pero aún no quería aceptarlo.
-Vale, creo que acabo de meter la pata - continuó al notar mi expresión -. ¿Qué es eso? - cambió de tema fijando sus ojos en la pequeña libreta que estaba junto a mi mano en la barra.
La psicóloga me había recomendado algunas semanas atrás que empezara a escribir mis sentimientos, pero aún no lo hacía.
-Larga historia- respondí antes de dar otra calada -. ¿Tienes un bolígrafo?
-¿Para que?
-Deberías dejar de hacer tantas preguntas, Derek.
Suspiró antes de sacar un bolígrafo del bolsillo del delantal de su uniforme. Podía jurar que estaba a punto de preguntar algo de nuevo, pero un hombre de barba lo llamó en el otro extremo de la barra. Se giró hacia él y me dió una última mirada antes de avanzar.
Mordí la tapa del bolígrafo y la quité con mis labios, era una manía que había tenido siempre, una que me recordaba a ella. Abrí la libreta y observé por algunos minutos la hoja en blanco.
¿Qué se supone que debía escribir? Mis vida había caído en la monotonía desde hacía mucho tiempo. ¿En serio estaba a punto de empezar un diario? Esto parecía más algo que haría mi hermana de siete años. Miré un rato más la hoja, pensando en que se supone que iba a escribir.
"Trece preguntas", acabé poniendo en la primera línea. Solo sería eso, trece simples preguntas que sabía que ella nunca iba a responder, pero que por dentro deseaba que aquellas dudas fueran resueltas alguna vez.
1. ¿Realmente valió la pena haberme engañado con él?
Empecé a sentir la ira recorriendo mi cuerpo, mientras mi mente recreaba la imagen de ellos dos juntos. Posiblemente jamás podría olvidarlo. ¡Lo hizo con mi mejor amigo!
Le di otro trago a la cerveza. Por un momento pensé en cuál sería su respuesta. ¿Realmente había una respuesta? Claro que no, sólo lo hizo por placer, para destruirme.
Sentí como se empezaba a formar un nudo en mi garganta. Ni una lágrima más, no derramaría ni una sola lágrima más por ella.
-Esto es por ti - murmuré antes de llevar la botella a mis labios de nuevo y acabarla en un dos por tres.
BINABASA MO ANG
Trece preguntas.
Short StoryTrece preguntas tenía para tí, espero algún día puedas responderlas.
