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- ¿Mamá?

Kayra al oirles dejo de ver el río Támesis para voltear hacia la ellos, sonrió levemente.

- Hola, cariño.

El vampiro sonrió y le abrazo brevemente para después dejar que su mujer le abrazara también.

- Estás bellísima.- halago Rosalie al verle, y no se refería solo a lo físico, si no que en sus ojos y su forma de moverse era tan elegante, tan libre que le hacía verse como una mujer preciosa y única.

- Y más joven.- comento Emmet a lo que Kayra río.

- Eso es un gran halago cuando cumples los 400 años de vida.- sonrió tiernamente a su hijo.

-lamentamos no haber estado en tu cumpleaños mamá.

Kayra hizo un ademán no dándole importancia a lo que decían.

- No se preocupen, los entiendo estaban de luna de miel.- sonrió abrazando a su hija.- Además, pase un buen cumpleaños con unas amigos.

-Nos alegramos mucho madre. - sonrió Emmet, pero le dio una mirada de reojo a su esposa que asintió.- Pero no solo venimos por tu cumpleaños.

Kayra frunció el ceño ante la mirada que compartió la pareja.

- ¿Que sucedió? ¿Están todos bien?

- Lo estan, pero el problema no somos nosotros.

- Es Carlisle.

Kayra asintió levemente y junto sus manos.

- ¿Que sucede con el?

- Esme lo dejo.

Kayra alzó ambas cejas, sorprendida ante la noticia, sus hijos le vieron con atención.

- Pobre de él.- musitó tras unos segundos, que para sorpresa de sus hijos lo dijo con indiferencia.- El estará bien. ¿Quieren conocer mi nueva casa? Compré un sofá bellísimo...

Kayra trato de caminar, siendo detenida por Rosalie que tomo su brazo.

- Mamá, ya no sabemos que hacer con él. Esta devastado. No sale de su habitación desde hace dos semanas.

Eso hizo que Kayra alzara ambas cejas sorprendida, el imaginar que él Carlisle que conocía se quedará sin hacer nada, le era sorprendente, puesto que cuando lo conoció siempre era muy activo.

Pero habían pasado cincuenta años desde que lo vio por última vez, y en ese lapso de tiempo podría haber cambiado mucho.

El que le dijeran que el cambio su forma de ser ante la tristeza de un rompimiento, le hizo ver que quizá el amo más a Esme que a ella.

Sintiendo un irritante dolor en el vientre, carraspeo y sonrio ocultando aquel sentimiento.

- Denle tiempo, pronto se recuperará.- trato de salirse con la suya, pero su hija tomo su mano con fuerza y le vio casi desesperada.

- Estamos muy preocupados por él. Eres la única a la que va a escuchar.- rogó Emmet al lado de su mujer.

— Lo dudo mucho, amor.— sonrió con tristeza.

— Mamá, por favor.— rogó Rosalie tomando sus manos.— Estoy muy preocupada por el, temo que cometa una locura.

Kayra cerro sus ojos,debía decidirse sus hijos en verdad se veían preocupados y hasta asustados por Carlisle y por más que ella se quisiera negar, no podía, apesar de todo Carlisle Cullen era como el padre de sus hijos y compartió parte de su vida con él.

Pero ella tenía miedo, miedo de que si lo volvía a ver de nuevo, todo lo que había vivido y aprendido se derrumbara como una torre de naipes, no le había visto durante varios años y no sabia si su corazón la traicionaría,  le gustaba esa nueva Kayra, pero más que nada no quería volver a sufrir.

- Bien.- murmuro no muy contenta cuando tomo aire y vio a sus hijos que les cambio la mirada.- Iré, veré qué puedo hacer y volveré aqui tan pronto me desocupe.

Sus hijos la abrazaron aliviados al oírle, Emmet le lanzó una mirada a Rosalie, que cruzó sus dedos disimuladamente recordando la visión que había tenido Alice hacia días.

Fueron a casa de Kayra por ropa, ella fiel a lo que había dicho agarro pocos conjuntos de ropa, su plan era ir, revisar que todo estuviera bien y volver.

Su meta era no pasar más de 3 días allá, y esperaba estar en Londres cuanto antes.

Compraron boletos de avión hasta Alaska, donde vivían ellos y un día después llegaron, Edward los esperaba en el aeropuerto y al ver a Kayra le abrazo con fuerza.

— Gracias por venir.

Kayra sonrió y beso su mejilla antes de separarse.

— No hay de que.— sonrió levemente bloqueando disimuladamente su mente del poder de su hijo, no era que no confiara en el si no que, no quería que se enterará que deseaba estar lo más lejos de ahí.

Después de veinte minutos en el auto, llegaron a la casa que yacía escondida tras unas montañas, era linda y rústica, oscura, con trabajo habían unas dos ventanas en toda la casa, pero para el gusto de Kayra, que era una amante de la luz,si fuera por ella, hubieran muchísimas ventanas en todos lados.

Volteó a ver la entrada, y sonrió sin poder evitarlo al ver a todos sus hijos esperándola en la puerta de la casa.

Sonrió y abrazo a todos, y cuando noto a una cara nueva, estiró su mano hacia él.

— Kayra Nova. — se presentó cordial, con el sobrenombre con el que la llamaron tantos años en Egipto, Alice le vio con atención.— Un gusto al fin conocerte, Jasper.

El vampiro rubio alzó una ceja y volteó a ver a su pareja confundido, Alice sonrió divertida tomando su mano.

— Mamá, tiene el don de saber tu historia con solo tocarte.

Kayra sonrió con pena, y juntó sus manos.

— No puedo evitarlo, lo siento.

Jasper sonrio levemente y asintió.

— No se preocupe.

— Oh! No me trates de usted, solo tengo 400 años.— bromeó— ¡Además ya eres parte de la familia!

El rubio volvió a sonreír, apesar de estás extrañado ante las múltiples emociones que sentía emanar de Kayra.

Miedo, confusión, tristeza, enojó.

Pero Kayra los cubría, y sonreía apesar de ello.

— Gracias.

Ella asintió, y dio un vistazo a la casa, está se veía solitaria y hasta triste, sintió un nudo en el estómago.

— Bien, veremos qué puedo hacer.— sonrió de lado volteando a ver a los chicos que asintieron.

— Nos quedaremos aquí afuera.— hablo Alice para confusión de Kayra.— Probablemente se sienta más cómodo contigo.

Ella apretó sus labios y asintió, para después comenzar a caminar hasta la puerta de la casa, soltó el aire que retenía por costumbre y entró lentamente.

El olor a polvo, y humedad la recibió, arrugó la nariz, y aspiro apesar de no gustarle para nada aquel aroma, busco el olor de carlilse y se guío por el, subió las escaleras y al estar frente a la puerta, dudo varios segundos.

Poso su mano sobre la perilla dorada, y cerró sus ojos, tomando la valentía y diciéndose una y otra vez.

Entre más rápido lo haga, mas pronto estaré en Londres.

Y con ese pensamiento giro la perilla, empujó la puerta y entró a la habitación.

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NO COPIAS NI ADAPTACIONES

MAJO.

RESILIENCIAWhere stories live. Discover now