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Cuando MyungSoo vio que SungYeol le llamó por decimoquinta vez en el día, decidió que lo mejor sería cambiar de número: le mintió a sus papás, diciéndoles que un alfa de mala muerte lo estaba acosando, y pudo respirar con tranquilidad en el momento en que obtuvo su nueva tarjeta SIM.

Por otro lado, fingió esos últimos dos días que estuvo enfermo para poder prepararse y evitar al alfa, para tomar la suficiente valentía y enfrentar al mundo. Aunque, por supuesto, tuvo que esconderse en el baño cuando, durante la tarde, la puerta fue tocada y se asomó por la ventana, encontrándose con el fastidiado rostro de SungYeol al otro lado, casi golpeando la madera.

Se forzó a contenerse un montón para no abrirle a SungYeol, para no llorarle en sus brazos, para no dejar que el olor del alfa lo envolviera mientras era follado.

Debía aguantar porque se lo prometió, porque debía entender que el alfa nunca le amaría, nunca le querría de la forma que él deseaba, y la única persona que saldría rota sería él. Más rota de la que ya estaba.

Así que cuando volvió a clases, trató de evitar a SungYeol de todas formas, estando siempre a la defensiva.

—No tienes buen aspecto —le dijo SungJong durante una clase, acariciándole la mejilla pálida—, te ves un poco enfermo, MyungSoo. ¿No quieres ir a la enfermería?

Negó con la cabeza.

—Ya falté demasiado —contestó, tratando de sonreír.

Al salir a los pasillos veía que SungYeol no estuviera allí. Al girar en una esquina se asomaba primero antes de seguir caminando. Se ponía a la defensiva si sentía a un alfa cerca.

Sin embargo, no pudo hacer nada cuando llegó la hora de almuerzo.

Se obligó a no mirar al alfa cuando lo sintió pasando a su lado, su mirada endurecida y exigiendo su atención. Pero MyungSoo siguió platicándole a SungGyu, aunque SungGyu tenía una expresión atónita porque no entendía de qué estaba hablando.

SungYeol estaba con Raina, comiendo a unas mesas de él, y MyungSoo le dio la espalda.

Dolía. Algo dentro de él dolía demasiado porque quería girarse, quería admirar la belleza fría de SungYeol, y soñar que el alfa podía quererle. Quería tener esa inocente ilusión antes de que SungYeol la hubiera convertido en una pesadilla.

—Estás muy bonito hoy —le dijo Lizzy apareciendo, sin preguntar nada y acariciándole la mejilla—. Eres un omega hermoso, MyungSoo.

Sus mejillas se colorearon de rojo, mientras negaba con la cabeza.

—No digas esas cosas, Lizzy... —contestó apenado, recordando todos los insultos de SungYeol.

No eres un omega tan bonito.

Eres bastante patético y feo.

Sólo me gustas porque follas bien.

Deja de llorar, dios, te pones muy feo.

—Pero si tiene razón —habló WooHyun, tomándole la mano a SungGyu—, eres un omega precioso.

Sus ojos picaron porque casi nadie le decía esas cosas. Porque SungYeol lo denigró tantas veces que no podía aceptar que era una persona hermosa, los murmullos del alfa siempre resonando en su mente, recordándole lo corriente que era.

—¿Por qué mienten? —insistió, tratando de reírse—. Entre nosotros, yo soy el amigo feo...

SungJong lo miró con horror.

—Pero, ¿qué dices, MyungSoo? —le preguntó—. Eres demasiado hermoso, ¡eres un omega bellísimo!

Lizzy se recostó contra él, liberando un olor para tranquilizarlo, para que no rompiera a llorar.

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⏰ Última atualização: Oct 20, 2021 ⏰

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