Capítulo 8 (Parte 1)

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—Si, lo sabía Chii-chan tiene novia.— la niña demostró su entusiasmo dando pequeños saltitos de conejo. Chika suspiro por décima vez con la mano cubriéndole parte del rostro.

Apenas habían pasado unos cuantos minutos cuando ese ruidoso grupo la fueron a despertar a su habitación, grande fue la sorpresa cuando la descubrieron durmiendo con Riko en su cama. Y todo por ese instinto de protección al verla tan vulnerable ayer en la noche fue que le ofreció dormir juntas; ahora empezaba a arrepentirse.

—Vamos, ella no es mi novia.— sus manos bajaron y subieron tratando de calmar al pequeño grupo alborotador de enfrente pero como la primera vez, no sirvió de nada.— Solo somos amigas.— aseguró. Para cuando sus ojos carmesí fueron a parar a los mayores del grupo, una fuerte oleada de vergüenza se adueñó de sus mejillas con un bonito tono rosado. Las expresiones de esos críos con sus sonrisas gatunas y sus ojos picarones le afirmaron contundentemente que cualquier cosa que dijese, en defensa a lo que habían visto esta mañana, no sería tomada enserio.

—Chikacchi, se estaban abrazando.— reclamó inocente uno de los gemelos peli negro y Chika sacudió las manos a la defensiva.

—Waa Chika esta rojísima.— de nuevo el griterío de los pequeños se elevó. El cenizo puso sus manos detrás de la cabeza y volteo la mirada justo cuando los ojos rojizos de Chika lo intentaron fulminar.

Fue entonces que Itsu decidió intervenir. A pesar de que esos niños y Chika eran su fuente de entretenimiento de esta mañana, debía detenerlos antes de que algún huésped del Ryokan empezara a quejarse por el alboroto. Además, estaba segura de que la peli roja ya se había enterado de alguna que otra cosa desde su casa.

—Niños es hora.— Itsuki acompaño sus palabras con un gesto que apuntaba el reloj en su muñeca.— Vayan entrando a la furgoneta. Venga.

—¡Síííí!

Poco a poco fueron abandonando el circulo que rodeaba a la peli mandarina menor olvidándose de la charla, sin embargo, la pequeña castaña no lo hizo de inmediato y en cambio tiro del brazo de Chika para llamar su atención quien se agachó para quedar a su misma altura.

—¿Chii-chan, de verdad no te gusta Riko-san?— las cejas mandarina se fruncieron. No entendía la insistencia en la niña, pero mucho menos entendió esa desazón en su expresión; si bien muchos lo hacían para picarla un poco, en la pequeña castaña de ojos celestes había algo distinto. Parecía que la niña realmente veía algo verdadero entre ella y Riko.

Chika se agachó a la altura de esos ojitos celestes y los miró de frente con tranquilidad.

—¿Porque insistes tanto en que yo y Riko seamos novias, Mika-chan?— su pregunta no iba con maldad y eso se lo hizo llegar con una sonrisa cálida a la niña, incitándola a seguir.

Mika hizo un gesto con la cabeza y, acercándose un poco más a la adolescente, le habló al oído confidencial con su diminuta mano ocultando su boca.

—Bueno eso es porque Riko-san parece muy feliz a tu lado.— se sinceró.— ¿Chii-chan a ti te gusta estar con Riko-san?

La niña le ofreció una sonrisa con sus pequeños dientes perlados. Era una sonrisa libre de toda maldad y Chika lo sabía mejor que nadie. Acarició la cabeza castaña y respondió sin bacilar:

—¡Por supuesto! Me gusta mucho.

Mika aplaudió con gran efusividad las palabras de Chika y ésta, sin saber de la nueva presencia detrás suyo o de lo que causaron sus palabras, sonrió contagiada de la alegría de la menor.

—¡Ey, Mika! Solo faltas tú.

Itsuki vio el momento oportuno para interrumpir y así lo hizo. Empezaba a tener problemas para controlar al grupo de revoltosos que no se estaban quietos ahí dentro, y ya que Riko había vuelto con ellas decidió que ya era hora de marcharse.

Cuando te conocíWhere stories live. Discover now