Melancolía

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La chica se quedó inmóvil en cuanto vió al joven de negros cabellos, apretó su mano sobre el bolso dispuesta a salir de la estación.

— ¡Hey! Espera.

Una mano la tomó con fuerza cuando estaba a media escalera, no necesitaba voltear para saber quién la había apresado, la gente seguía subiendo y bajando a su alrededor sin prestarles atención. Dejó soltar el aire lentamente, el agarre en su mano también se relajó.

— Hablemos a fuera, hay un parque cerca.

Ella asintió, espero a que se colocará delante para seguirlo con la mirada gacha. Así permanecieron caminado uno delante del otro en silencio hasta que llegaron al parque, buscaron de una banca apartada para luego sentarse uno en cada esquina de esta con la mirada enfrente, ninguno quería verse realmente, ella tenía sus piernas juntas con las manos apoyadas en las rodillas, portaba de un floreado vestido que la hacía ver fresca. Mientras que él se había sentado con las piernas separadas, sus manos apoyadas en las rodillas entrelazadas, traía de un pantalón negro ceñido al cuerpo y una camisa blanca con las mangas arremangadas a los codos, dándole de un aspecto juvenil.

La chica volteó a verlo de reojo, notando de que aún traía puesta de la argolla de matrimonio en su dedo anular, volvió su vista al frente.

— Mi esposa tuvo un accidente cuando regresaba de su revisión médica — empezó a decir — Un ebrio la impacto por un lado haciendo que volcara el auto, fue llevada a emergencias, donde se le operó de inmediato... Tuvo varias fracturas y tuvieron que extirparle la matriz.

— Lo siento por lo de tu bebé — pronunció en un tono bajo.

Levi suspiró, se llevó una mano a la nuca para luego voltear a verla.

— Es una desgracia, pero ese niño no era mío.

La chica se giró hacía a él con interés, alzó ambos cejas, tenía curiosidad pero le daba pena por preguntar, espero con cierta impaciencia a qué él continuará hablando. El viento soplo haciendo danzar sus cabellos, ambos se miraban fijamente.

— Igual no puedo dejarla, no como está ahora — explicó.

— Huh — la chica volvió a desplazar su mirada al frente.

— Lamento que te haya atacado — dijo al cabo de un rato.

Quiso decir algo amable un "no importa" o un "está bien", pero simplemente no le nacía, descubrió entonces que el que le hablara de su esposa de producía de un ardor en su estómago, empuño sus manos sonriendo en un intento por disimular, conocía ese sentimiento, no era una adolescente estúpida la que no conocía de sus sentimientos, sabía a qué se debía y reprochaba el motivo. Asintió únicamente.

— Levi — pronunció — Me he comprometido con un chico.

Él volteó a verla con cierto impacto, ella le mostró del anillo plateado en su dedo por si le quedaba de una duda.

— Es todo un afortunado.

— No lo es — se apresuró a decir — ¿Qué puede tener de bueno el comprometerse con alguien que ni siquiera piensa en ti?

— ¿Y por qué has aceptado?

— Muy probablemente por despecho — contestó con sinceridad — ¿Amas a tu esposa?

— No — contestó sin siquiera meditarlo — Mi matrimonio estaba destinado al fracaso desde antes de la unión.

— ¿Entonces...?

Fue callada de manera forzosa. Se quedó petrificada, tardó en reaccionar, pero al final, decidió por seguir. Él se había lanzado a besarle, al principio fue un beso agresivo, deseoso que terminó por hacerse dulce, inclusive tierno y para entes de que sus bocas se separan, ella soltó de una lágrima.

No estaba bien, ello estaba bien.

El Chico Del Tren | Levi Ackerman ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora