La caída del Rey

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Y fue entonces que el Rey fue testigo del precio de su pecado cometido, al haber ordenado la injusta muerte de aquel niño. Frente a sus ojos contempló atónito, todo el caos que el habia provocado gracias a sus deseos egoístas. Pues finalmente la venda fue quitada y el despertó del largo sueño en el que se había envuelto.

Su reino, su gente y todo lo que alguna vez habia amado era arrasado por la furia de los soldados enemigos. Su propio ejército sucumbió ante el golpe firme de la espada, empuñada por manos extrañas. Y los gritos de un pueblo masacrado se alzó ante la caída de los muros del castillo. Las paredes, que alguna vez fueron piedra sólida se deshacieron como granos de arena a sus pies, sediendo ante el peso de sus propios remordimientos.

El palacio se transformó en ruinas y el era el Rey de estas.

Fue tanto el golpe de aquella realidad que por un momentáneo segundo perdió toda cordura, entonces pasos débiles se escucharon tras de el, como las cadenas de una sentencia. La muerte había llegado para reclamarlo y finalmente arrastrar su putrefacta alma al abismo del laverno. Seria allí donde el se arrodillaria ante el único y verdadero rey del infierno.

Pero al hacer frente a su destino, se encontró con una muerte diferente a la que había pensado. Su imagen, lejos de aquel mítico siervo de Dios. Era encarnada por la vida.

Pues ante sus ojos estaba aquel padre que ya no lo era... Y pese a no ser quien alguna vez fue, su belleza perduraba bajo aquella furia latente. Los ojos que alguna vez fueron miel, los cuales le habían echo contener el aire en alguna epoca, se hallaban ahora increíblemente claros y ensombrecidos por el mas perpetuo dolor. Era tanto la tragedia que encarnaba el ser ante el, que sus propios ojos ardieron.

Su piel pálida, ahora no solo manchada con constelaciones echas de lunares, resaltó al contraste de la roja sangre. - Derek no sabía si le pertenecía o era de otra persona, pero honestamente no le importo demasiado de quien provenía -.

Su atención se escapó a los movimientos lentos del omega, quien con la vista fija en el y a pasos pequeños, caminaba a su encontró quitándose la armadura. Iban cayendo las piezas de acero entre los escombros, con un ruido sordo que hacía eco en los oídos del petrificado Rey. El cual estaba a la espera de la lenta cercanía.

Finalmente se hizo visible la herida del rey. La cual tenia un severo aspecto de ser mortal. La sangre tiñendo la camisa blanca que portaba, la cual gracias al polvo se veía gris. Y el sudor bañando quedamente su piel, haciéndolo relucir como una criatura divina. En algún momento el omega sedio ante la perdida de su vitalidad, pero fueron los brazos de Derek los cuales lo devolvieron a la vida.

El alfa lo miraba suplicante, como si de verdad existiera en el la inocencia. Mientras Stiles se dejó sostener por aquel fuerte agarré. Una vez, con ambos enfrentados al rostro de la muerte, se contemplaron en mudó silencio.

Pero fue Derek quién se sintió el ganador, pues Stiles se sentía en sus brazos como un ser frágil. El alfa lo sentía desfallecer, viéndolo perder su vitalidad. Toda esta tragedia terminaría en un nada absoluto, pues la muerte reclamaba al Omega entre sus manos, e incluso este parecía doblegarse y llamarla con una paciencia desbordante.

Derek lo supo, el amor de su vida moriría entre sus brazos y eso era honestamente tranquilizador, pues el no tendría que pagar su condena.

Stiles admiró su rostro de forma paciente, en añoranza, como se le mira a un viejo amante. Débilmente levantó su mano hacía el rostro y con consuelo le regaló una leve caricia que encogió el corazón del soberano. ¿Así se sentía el perdón?, Como una caricia suave... Derek sintió que así era y que esta era la verdad, por lo tanto sedio al único amor que había sentido y se dejo inclinar sobre el Rey. Dándole un beso de amor verdadero.

El tacto de los labios se sintió explotar como chispas en su vientre, aun cuando los labios ajenos parecían agrietados eran suave y dulces. Con los ojos cerrados el alfa volcó en su amante todo el amor que alguna vez le profesó. Perdiéndose en el desenfreno latir de su corazón.

Fue mágico y poco duradero, antes que el filo se enterará entre su carne y se retorcira. El dolor llegó momentos después acompañado por la incertidumbre que lo asfixió.

Finalmente se atrevió a romper el beso y escuchó un quedo suspiro antes de soltar a su amado, el cual se dejó caer al suelo sin miramientos. Derek se enderezó tan grande como el era y se encontró con la daga que le daría fin a su vida, tan bien estratégicamente puesta que sin dudar le sería mortal. Entonces desde su posición contempló al omega en el suelo, el cual también se hallaba moribundo pero complacido. O mas bien relajado en la espera de su muerte.

- tan cruel - susurro el alfa con voz cortada, admirandolo mientras sacaba la daga de la carne. Lo cual hizo brotar la sangre en una perezosa cascada. - tan cruel eres mi amor - volvió a repetir. - yo quería darle todo, pero usted no pudo soportar que le quitará una sola posesión.

Se dejó poner de rodillas, para después recostarse a su lado, donde el omega le miró con vacío silencio.

- vos sois tan cruel, tan injusto como hermoso. ¡Me has matado amor!, Y la paz se ve en tus ojos... No supo valorar la terrible carga que yo llevo por vos y solo por vos. No supo valorar tanto de mi amor.

Stiles sonrió divertido.

- no mi señor. Usted no supo amarme a mi. Y este fue su precio...

Derek sonrió ante las palabras, aguardando en silencio un milagro. Se sentía cansado y débil como nunca habia sentido, como si una fiebre se lo llevase en un río rico y majestuoso, poco a poco llevándolo a un letargo. Tuvo por un minuto la intención de pelear, de despertar de este sueño que se lo comía. Pero rápidamente olvidó aquel deseo, admirando el rostro de su amor, quien felizmente tranquilo miraban los techos quebradizos dando pequeñas respiración. Como si fuese una melodía se concentró en la trabajada respiración.

Lenta, pausada, en calma. Su pecho subía y bajaba hasta que ya no lo hizo mas. Derek también se quedaba dormido, pero sus ojos entrecerrados buscaron el rostro ajeno entre su vista borrosa, enfocando a duras penas al rey junto a el. Cuyos ojos seguían abierto, pero cuyos suspiros se habían acabado. Derek respiró una última vez y llevándose aquella imagen se dejó arrastrar hacia la inconsciencia. De la que no pensaba volver.

Las intenciones del Rey. [Finalizada].Where stories live. Discover now