Capítulo 62. Natalia calva.

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- Ante eso yo no puedo hacer nada -cabeceó la recepcionista, divertida-. Me retiro. Pero una cosa te voy a decir, si me viene buscando me voy a dejar. 

- Pero Marta -lloriqueó Afri-. Si tú eres la soltera de oro de este grupo, es tu rollo. 

- Además, estar soltera está de moda -comentó Natalia con una risita-. Lo dice mi colega el conejo malo. 

- Amigos sois ya -se burló Alba. 

- Íntimos. 

- Si ni siquiera me gusta -continuó Marta con una risa-. No me pone nada. 

- Tienes el gusto en el orto, nena, y yo que me alegro -le puso la mano y Marta se la chocó. 

- Nunca te gusta nadie -comentó Natalia-. Yo creo que deberías ir pensándote lo de salir del armario, como idea loca. 

- A mí no me gustan las tías -dijo con altanería. 

- Pues bien que te mola darte piquitos con mi novia en los bares -levantó una ceja Alba. 

- Eso es diferente -se justificó, y todas empezaron a reír. 

- Bueno, mamarrachos y mamarrachas -la Mari alzó la voz y todos guardaron silencio-. En una hora esta persona -señaló a Natalia- tiene que hacer volar las bragas de todo el Palau, así que id ahuecando el ala. En el palco VIP tenéis cervezas y copas para seguir la fiesta, pero no os paséis que esta noche arde Barcelona. 


Poco a poco fueron vaciando el camerino, a excepción de Alba, que quería darle a su novia el morreo de la suerte. 


- Gracias por venir, rubia -dijo entrelazando sus manos tras su espalda, mirándola desde arriba con los ojos cargados de gratitud. 

- Soy imbécil, no había caído en que tenía el finde libre -negó con una sonrisa. 

- Yo tampoco. Pero no pasa nada, echarte de menos me ha servido para escribir un par de cositas. 

- ¿Canciones cortavenas? 

- Un poquito -sonrió sin dientes. 

- ¿Para volver a tener un problema cuando empieces la gira del próximo disco? -entornó los ojos con suspicacia-. Yo creía que tú eras de planes maestros. 

- Albi, que eso da igual, jope -se quejó-. Lo importante es que voy escribiendo, y eso es algo, repite conmigo: bueno. 

- No sé en qué te podría ayudar seguir escribiendo las mismas cosas de siempre, pero si tú dices que es bueno, yo repito: es bueno. 

- Eres una aguafiestas -se enfurruñó. 

- No me hagas caso, yo no tengo ni idea de cómo es el proceso creativo. Me alegro mucho de que le des uso a esa libreta, de verdad -le dejó un beso en la barbilla. 

- No quiere decir que vaya a publicar esas canciones -se intentó explicar, consciente de repente de que su rubia tenía razón-, pero me siento súper completa por volver a escribir. 

- La Natalia completa es mi favorita. Pero parece que nunca lo está cuando estoy yo -dijo como si nada, alzándose sobre sus puntillas para atrapar sus labios con los suyos. 


Natalia correspondió y, tras unos cuantos apretones en el culo y un 'manos quietas' de Alba cuando se les complicaban los besos y las caricias, la dejó sola para que se concentrara antes de empezar. 

La bomba de efecto retardado que había lanzado la fisio le estalló en el cráneo en cuanto esta desapareció tras la puerta. Era verdad, parecía como si su música y Alba no pudieran estar juntas en la misma habitación: cuando entraba una, salía la otra, y al revés. ¿Cómo podría reconciliar las dos cosas más importantes de su vida? 

La sala de los menesteresWhere stories live. Discover now