Aquí no hablo de depresión

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Ah, cómo no iba a hablar en este manual de los trastornos depresivos. Es que son los que más aparecen y los más maltratados en la mayoría de las obras de por aquí. Si la depresión pudiera leer a algunos constructos de personajes depresivos, agarraría ella también una depresión. Y no hablo de broma. Se juega con el morbo, cuando los pensamientos suicidas y las autolesiones solo tienen una incidencia del 10% en los trastornos depresivos; la gente suele tratarlos como si fuesen el pan de cada día.

Vamos a meternos más en materia: los trastornos depresivos se engloban en los llamados "Trastornos del estado de ánimo" y son desregulaciones del estado de ánimo que pueden consistir en tristeza (depresión) o episodios que alternan depresión con excesiva felicidad sin una causa aparente (episodios maníacos). Al igual que los trastornos de la personalidad, los del estado de ánimo son de los más diagnosticados, con una incidencia que llega al 30%. Los trastornos depresivos tienen causas genéticas, cambios en las concentraciones de neurotransmisores -que son unas cositas que andan haciendo la conga por ahí y ayudan a que tu cerebro vaya bien, tampoco nos vamos a meter en materia aplicada. Si te interesa que te hable de cómo funcionan para darle contenido científico a tu novela, mi corazón... digo, mi buzón está abierto-, alteraciones en la función neuroendocrina y factores psicosociales. La terapia más frecuente suelen ser los fármacos y la psicoterapia.

Lo que odio del uso de los trastornos depresivos es que la mayoría los relaciona con tristeza y autolesiones. Por eso he venido yo aquí, en esta fría y triste noche de otoño (que por cierto, la primavera y el otoño son las peores estaciones para la gente con trastornos mentales, sobre todo los que tienen que ver con la depresión). Cosas de las hormonas y el cambio de horas de sol, you know.

Pero a lo que iba, para partiros ese cliché maníaco os voy a hablar de un trastorno del que seguramente pocas veces habéis oído hablar -más que nada porque entró en esta versión del DSM-: y esta vez no hay spoiler en el título. Queredme.

Su nombre es... Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo. ¿A qué os suena esto?

Os lo voy a desvelar, pero permitid que Manuel os pase las hojas de nuevo. O eso diría, pero hoy Manuel es un perro y se ha comido los folios. Os los pasaré yo, pero antes, acariciemos a Manuel. Y es un perro de verdad, que nadie piense mal.

¿En qué consiste este trastorno? Pues son ataques de ira recurrentes que se manifiestan tanto de forma verbal como en el comportamiento y son desproporcionadas con la situación o la provocación previa.

Vamos, que le metas un par de yoyas a alguien que te ha cogido un lápiz. O que le estrelles la cabeza contra el pupitre. También apunto, que esta clase de comportamientos podrían darse en un momento puntual, pero los de este trastorno son prolongados a lo largo del espacio-tiempo y en universos paralelos.

Se da en fases tempranas del desarrollo, entre los seis y los dieciocho años (los primeros episodios se suelen ver a partir de los diez años), y, a pesar de que en un principio se trató como un trastorno bipolar, se llegó a conclusión de que era depresivo. No me preguntéis por qué, algunos estudios científicos se escapan a mi comprensión, sobre todo en trastornos que aparecen nuevos.

Para poder determinar este trastorno, los episodios tienen que haber estado presentes durante al menos un año desde la primera aparición y, dentro de ese año, el sujeto no ha tenido un periodo de menos de tres meses sin esos síntomas. Y hay que tener cuidado, pues a veces se pueden confundir con el trastorno negativista desafiante, el trastorno explosivo interminente y el trastorno bipolar, cuando es incompatible su diagnóstico. Pero sí que puede coexistir este trastorno con el de depresión mayor. Nota: de todos estos hablaré en el futuro, lo prometo.

Y como trastorno nuevo que es, no tiene mucho más que decir -además de que no entra mucho en mi campo, que son los de personalidad-, así que vamos a hacer un resumen:

Es un trastorno pediátrico que consiste en ataques desproporcionados de ira y que persisten a lo largo del tiempo.

Como es un trastorno relativamente nuevo, no se sabe qué terapia funciona mejor, pero se suelen emplear antidepresivos, estimulantes y una clase de terapia llamada análisis conductual aplicado. Que lo mismo de antes, no voy a entrar en materia de esto, pero si necesitáis datos os abro mi corazón.

¿Conocéis a alguien que haya creado algún personaje infante con este trastorno? Ya no voy a preguntar si crearíais uno, porque poca gente se atreve a crear niños.

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