42 - Amor en la arena

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Olivia

Ni siquiera sé por qué estoy molesta. Siempre supe que Liam tuvo sexo con ella, con ella y con otro ciento de chicas, pero que lo dijera así de esa forma me obligó a imaginarlo y... Dios, quiero llorar por ser tan idiota e insegura. Será una perra y una estúpida, pero es hermosa, todo en su cuerpo es de las proporciones perfectas. Me meto entre unas rocas y camino, por varios minutos teniendo una conversación nada agradable conmigo misma.

Odio sentirme así, nunca me he sentido mal con mi cuerpo, sé que eso es una tontería y que no nos define, pero ahora, luego de esto, no puedo evitar mirar mis pechos pequeños con recelo y sentirme una niña a su lado. No quiero hacerle una escena a Liam, él me muestra cuánto le gusto cada día, no se merece mis planteos de niña pequeña.

De pronto noto que los sonidos de la playa no se oyen, ¿Cuánto he caminado? Solo hay rocas a mi alrededor y superan mi altura, ni siquiera sé si puedo regresar.

Me volteo para intentarlo porque lo último que quiero es perderme aquí, pero entonces choco de frente con él. Me siguió hasta aquí, y sus ojos clavados en los míos no traen ni rastro de las acusaciones que merezco, traen eso, que no me cuesta nada reconocer.

— ¿Estabas pensando mierda sobre ti? — no hay ternura, en su pregunta está la orden de responder, me toma por la cintura y me empuja contra una de las rocas.

— Tal vez un poco... — asumo y lleva su mano dentro de mi traje de baño sin previo aviso.

— Que te quede clara una sola cosa — susurra en mi oído mientras me acaricia muy suavemente acelerando mi respiración —, el único coño que quiero tener en mi boca, es el tuyo.

Esa palabra queda extraña en su boca, Liam nunca habla sucio y eso vuelve muy caliente el hecho de que lo haga. Presiona sus dedos en el punto justo haciéndome soltar un pequeño gemido, miro a nuestro alrededor, no se escucha nada ni hay nadie pero no deja de ser peligroso. Un riesgo que soy capaz de asumir sin dudas, mi primera vez fue al aire libre, créanme que el peligro me pone mucho.

— Recuéstate — ordena pero no deja de mover sus dedos dificultando el hecho de que siga su orden.

¿De verdad estoy a punto de tener un orgasmo solo con la suave caricia de sus dedos? Que débil soy.

— Al suelo, ahora — susurra en mis labios y con sus ojos celestes penetrando los míos.

Lo hago, aunque eso signifique alejarme de sus mágicos dedos, sé que lo que viene será incluso mejor. Me quita el traje de baño, no sé si será conveniente, deberíamos hacerlo con ropa pero no se lo diré. Abre mis piernas sin delicadeza como todo un posesivo, y sumerge su rostro allí.

Mierda.

Pasa su lengua por cada rincón con mucha suavidad, como si esta tarea fuera su favorita en el mundo y no quisiera perderse ni el más mínimo detalle. ¿Quería convencerme de que es el único coño que quiere chupar? Ya lo consiguió, y lo hace tan bien que estoy a un segundo de explotar en todos los sentidos.

Lleva su mano a mi boca para que mis gemidos no resuenen tanto pero no me pide que haga silencio como otras veces, él también los disfruta.

Mete un dedo lentamente dentro de mí, y luego dos, y si me hacía falta algo para llegar a mi límite era eso. La explosión de placer llega a cada punto en mi cuerpo, muerdo su mano y tensiono mis piernas alrededor de su cuello. Él sabe que ya me vine, pero continúa, le gusta que yo lo aparte y lo hago, sujetándolo por su cabello y cerrando mis piernas, relame sus labios y se acerca a besarme, sabe a mí y a sal marina, una combinación muy buena.

— ¿Te quedó alguna duda? — murmura en mi oído de una forma muy sexual.

— No — susurro intentando recomponer mi respiración.

Tontas Reglas [Serie Tontamente #3]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora