(44) ╋ Kalter Dezember ╋

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Rhett, todo de negro, con esa chaqueta de cuero que tanto le gusta. Su cabello oscuro a los lados de esa cara que había admirado tantas veces. Como siempre, los piercings en su rostro y sus tatuajes, en especial el del cuello, le brindaban ese toque de chico malo.

¿Cómo se ve un monstruo?

Su rostro se iluminó al verme, él se apresuró hacia mí y me envolvió en un abrazo sorpresivo que me dejó congelada. Cuando se separó, tomó mi rostro con ambas manos.

—¿Estás bien?

Podía sentir la presencia de Heist detrás de mí, sus ojos clavados en mi espalda, pero aún así, se mantuvo en silencio.

—¿Leigh?

Miré al chico tatuado frente a mí. Sus ojos negros indagaban mi rostro.

—¿Te ha hecho algo?

Sacudí mi cabeza.

—¿Qué es esto?— dije al tomar sus manos y bajarlas para quitarlas de mi rostro. Me giré ligeramente para verlos a los dos. Heist torció sus labios y pude ver como el falso, el burlón salía a la superficie, como si fuera una respuesta defensiva ante la presencia de Rhett.

—Tu principe ha venido a rescatarte, ¿qué más puede ser?— Heist dijo pero le faltaba esa burla a su tono, casi sonaba... ¿triste?

Arrugué mis cejas y me volteé por completo hacia Heist.

—No entiendo, y ¿tú solo me entregaras tan tranquilo? ¿Sabiendo que podré denunciarte apenas salga de aquí y que te pudrirás en prisión por años?

—¿Si? ¿Cómo te fue con eso la última vez, Leigh?

Me tensé.

—Esta vez es diferente, has asesinado a alguien, y me has secuestrado, ¿qué tan arrogante puedes ser para creer que saldrás ileso?

—Pregúntale a tu principe.

Miré a Rhett y la culpabilidad en su rostro me indicaba que algo estaba muy mal.

—¿Rhett?

—Era la única forma, Leigh.

—¿De qué estás hablando?

Heist dio un paso hacia mi pero aún mantuvo su distancia.

—¿Crees que te dejaría ir así de fácil sino tuviera la seguridad de que te quedaras calladita y fingirás que nada pasó? Tarea fácil para ti porque fingir se te da muy bien, ¿no?— apreté mis puños a mis costados, —¿Qué? ¿Te molesta que te digan la verdad a la cara, mentirosa?

—Suficiente, Heist— le ordenó Rhett.

Heist bufó.

—No me digas que hacer, hermanito.

¿Qué?

—¿Hermanito?

Rhett tragó grueso.

—No puedo explicarlo ahora, Leigh, solo quiero sacarte de aquí y llevarte a casa.

Yo también quería irme a casa pero toda esta situación era demasiado extraña que me costaba procesarlo todo. Quizás solo debía salir de ahí y pensar después. Sin dudar, le di la espalda a Heist y me dirigí a la puerta.

—Ya lo sabes, calladita y no recuerdas nada— la voz de Heist me hizo darme la vuelta de nuevo.

—¿Por qué mentiría por ti? ¿Te has vuelto loco?

—¡Auch! Y yo que pensaba que te había follado lo suficientemente bien para que mintieras por mi.

Rhett se tensó. La crudeza de Heist hizo hervir mi sangre. Le pasé por un lado a Rhett, levanté la mano y le di una bofetada con todas las ganas a Heist. Él enderezó su cara y la crueldad en sus ojos me asustó un poco.

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