Lisa soltó una risita y cubrió su boca con su mano izquierda. A pesar de que Lincoln era un adulto, éste actuaba como un niño algunas veces. No es que le molestara, para nada; después de todo, eso era lo que caracterizaba a su bobo hermano. Su amable, lindo, apuesto y perfecto herm...

—¿Lisa? —preguntó Lincoln—. ¿Estás bien?

La chica lo volteó a ver, saliendo inmediatamente de su ensoñación.

—Por supuesto. ¿Por qué preguntas?

—Ehmmm... Por nada. Es que... estás babeando.

Lisa se quedó quieta un par de segundos, procesando lo que Lincoln le acababa de decir. Cuando lo entendió, su rostro se tiñó de bermellón. Inmediatamente se llevó ambos brazos a la altura del rostro y se limpió el pequeño hilo de saliva que bajaba por su barbilla. Carraspeó y dijo:

—L-Lo siento, L-Lincoln —dijo ella, intentando recobrar la compostura—. Lo que pasa es que... —intentó buscar una excusa—, es que... ¡tengo hambre! ¡Sí, eso! Desde la mañana que no pruebo bocado y ya me siento famélica.

Lisa vio como el muchacho la observaba con detenimiento. Su ceño estaba ligeramente fruncido, y sus labios dibujaban una línea horizontal que no denotaba ninguna emoción en particular. La intensidad de su mirada hizo que Lisa le dedicara una sonrisa nerviosa y soltara una temblorosa carcajada.

«Por favor, que se lo crea. Por favor, que se lo crea. Por favor, que se lo crea. Por favor, que se lo crea. Por favor, que se lo crea», rogaba ella, sintiendo como una fina capa de sudor frío cubría su frente y espalda.

—Lisa...

—¿S-S-Sí, L-Linky?

—... ¡Si tenías hambre me lo hubieras dicho! ¡No es bueno aguantarse esas necesidades! Además, ya sabes que disfruto de prepararte tus sándwiches favoritos —exclamó él, con una sonrisa.

Lisa lo observó un momento y con alivio dijo para sus adentros: «Qué bueno que sea tan bobo.»

Lincoln se levantó de su asiento, le dedicó una última sonrisa a la chica y salió de la habitación, no sin antes chocar su mano derecha con el brazo robótico del androide de su hermana y susurrarle un: «Gracias por la ayuda, amigo.» Rio. Aunque sabía que ese objeto no necesitaba aquel gesto, su buen humor no impidió que lo hiciera. El aparato soltó un «¡Bip!» como respuesta.

Una vez sola en su habitación, Lisa volteó a ver a su robot por un momento. Ella no recordaba que su invento emitiera pitidos en respuesta a un agradecimiento. Cuando la máquina se volteó, la científica le dedicó una mirada penetrante, carente de emociones.

—... Ni se te ocurra —dijo finalmente—. Él es mi hermano. Mío...

El androide no emitió sonido alguno.


Mientras estaba en la cocina preparando un bocadillo para su hermana y para sí mismo, Lincoln tarareaba una canción de «SMOOCH» con una sonrisa, mientras pensaba en las mil y una cosas que podría hacer cuando regresara a la universidad el lunes. Podría ir y buscar a sus compañeros de equipo y golpearlos hasta sentirse satisfecho, para después colgarlos de las muñecas desde el tercer piso del edificio de la escuela de Negocios (allí no había plantas ni pasto, sólo un sólido y frío piso de piedra). De esa manera, todos los estudiantes verían cuál es la apariencia de un traidor.

O quizás sólo los sacaría del equipo. Lo que pasara primero.

Sus fantasías fueron interrumpidas, pues a su espalda escuchó un grito que lo hizo saltar de la impresión.

Complejo de HermanoWhere stories live. Discover now