Te gusta demasiado la velocidad.

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Desbloqueó su móvil y leyó el mensaje que él le había mandado.

"He oído que hay una fiesta de disfraces... gilipolleces. Te paso a buscar a las siete, y ya pensamos algo que sea de nuestra talla."

Kat sonrió y sacó su libro de química de la taquilla. Intentó disimular su felicidad cuando vio aparecer a Alan.

-Hola, Scar.

-Hola.

-Oye... -se llevó su mano derecha a la nuca y buscó sus palabras con cautela.-Entiendo que no quieras estudiar en la biblioteca...

-No te voy a dar explicaciones.- le interrumpió.

-Pero tenemos que seguir estudiando.

-Está bien, si tú encuentras el sitio, por mí perfecto.- cerró la taquilla de golpe, y Alan sonrió para sí.

-Veamos... Mi casa está disponible.

-Glorioso. Ahora mueve tu trasero de jugador de fútbol hacia el laboratorio de Química.

Ambos se dirigieron al aula y se sentaron en la mesa de siempre, la que estaba situada junto a la ventana.

-¿Vas al baile de esta noche?

-¿En serio me lo preguntas?- Kat alzó las cejas.

-Ya... supongo que no. Si te sirve de consuelo, a mí tampoco me apetece.

-Abre el libro, anda.

-Es que no entiendo a las chicas.

-¿Qué coño dices?

-Dos años saliendo, dos años consecutivos como los reyes del baile de fin de curso, dos años diciéndome que yo era el único, el más guapo, el mejor, dos años geniales, los dos mejores años de nuestras vidas, y en un mes, decide que se ha cansado de mí. De verdad, no lo entiendo... Dime, ¿qué he hecho mal?

-¿Ves ese reality que ponen los viernes por la noche?

-¿Qué?

-No sé cómo se llama, pero trata de unas veinte chicas de todo el país, que viven en una misma casa, y tienen que competir por cuál de ellas es la que está más buena. Salen los fines de semana y algunas juegan sucio, se tiran a los jueces, y se supone que esa es la gracia del reality.

-Scar, no te... no te sigo.

-Mona es como esas chicas, juega sucio, y lo mejor es que cree que es la gracia de esto, como si engañar a tu novio fuera más guay que decirle que las cosas ya no funcionan. Debería estar en ese programa, es una zorra. Tú no tienes la culpa de que te quedaras pillado por ella, porque no sabías que era una zorra, ¿y quién puede saberlo? Solo las chicas lo sabemos, es un sexto sentido, no es culpa tuya. Ahora, abre el puto libro de Química e intenta dejar de pensar que necesitas a esa Miss Puta del Año.

El chico tragó saliva y obedeció. Eran las únicas palabras más o menos amables que Scar le había dedicado. Intentó despejar sus pensamientos y decidió no volver a hablar de aquello con ella.

° ° ° ° °

-¿Qué coño es esto?-El chico sujetó la prenda oscura con una mano, observándola detenidamente.

-Eres un inculto del terror, Caleb.-Jena le arrebató el disfraz y lo estiró en la cama.-Esto, amigo mío, es un espíritu maligno japonés. Mi abuela me ha contado, que cuando ella era pequeña y vivía allí, para asustar a los niños y que no salieran por la noche, se les decía que estos espíritus recorrían las calles. ¡Es muy guay, mira!-La chica señaló las cadenas que colgaban del traje del chico.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora