Sólo somos amigos.

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Jerry se alborotó el pelo mojado, y se vistió con sus habituales botas oscuras, sus vaqueros desgastados y una camiseta cualquiera que encontró tirada por la habitación. Revisó su teléfono por si había recibido algún mensaje, especialmente de Kat. No había parado de pensar en ella desde la fiesta de anoche. ¿Novios? ¿En serio a ella le parecía bien? No parecía una tía muy abierta a las relaciones, pero él la conocía, y sabía que le sentaría bien. Y más después de la fiesta, de la pelea y de lo del capitán de fútbol de los cojones, ese tal Carter. Desde luego no se parecía nada a su hermano mayor, este era mucho más impulsivo y caprichoso.

Después de todo lo ocurrido, había podido contemplar a una Kat abatida, que se avergonzaba de lo ocurrido hace años. Kat no tenía ni idea de que Jerry lo sabía. Él se sintió tan impotente al no poder ayudarla... pero por encima de todo las promesas se cumplen. Y más a un amigo como Derek, por el que se había arriesgado tanto.

-Woldford.-La puerta de la habitación se abrió bruscamente y entró un tipo grande, calvo, con aspecto de gorila.

-Le he dicho que te avisaba pero no me ha hecho caso y...-La voz alarmada de Fred fue interrumpida por el hombre, que lo apartó con el brazo echándolo al pasillo.

-Gauntie. ¿Qué haces tú aquí?-preguntó Jerry, con una ceja alzada.

-No te hagas el listo conmigo, chaval. Estoy aquí porque Tony te llamó desde la cárcel hace unos días. Cogió el teléfono el crío ese.-Señaló hacia la puerta con un movimiento de cabeza.-Y tú no has contactado con él.

-No tengo por qué hacerlo. A Tony le queda mucho tiempo en la cárcel. No creo que necesite nada de mí allí.

-Mira muchacho, ya sabes cómo somos. Cobramos los favores, y mucha gente nos debe favores.-El gorila avanzó un paso hacia Jerry.-Los guardias de la prisión a la que han trasladado a Tony están muy untados, y no creo que les importe olvidarse de conectar la alarma durante dos minutos, si así pueden devolvernos el favor y no untarse más. ¿Entiendes?-Jerry asintió con la cabeza, vacilante.-En cuanto salga, va a reclamar el dinero. Y ya sabes que lo que Tony Muranno quiere, lo consigue.

-No tengo el dinero, no era para mí.

-No me importa cómo lo consigas, Woldford.-El hombre crujió sus nudillos y se giró hacia la puerta.-Lo único que sé es que tu novia tiene un pelo precioso.-El hombre salió de la habitación dando un portazo.

Jerry se quedó mirando a la puerta con los ojos muy abiertos y las manos en forma de puños.

Eso era un gran problema, el dinero que le debía a Tony Muranno no era para él. Cuando Derek le pidió ayuda para que le prestara lo necesario para salir de la ciudad, la única forma de conseguir dinero, fue pidiéndoselo a Tony.

No podía hacer nada, no tenía el dinero, y tampoco lo iba a pedir prestado porque no quería problemas. Lo único que podía hacer era esperar a que Derek regresara, como le había dicho, tenía trabajo y podría pagarlo. Además, esa era la razón por la que Derek tenía que volver, para devolver los favores que le permitieron conseguir una nueva vida.

° ° ° ° °

Kat se recogió el pelo en un moño mal hecho y se puso una chaqueta vieja de estar en casa. Comprobó su móvil, no tenía ningún mensaje de Jerry, y tampoco quería hablarle ella. No quería parecer una niña cursi de esas de 'Buenos días cielo, te echo de menos blablabla...'. Dejó el aparato en la mesilla y se puso a hacer la cama. De repente dos golpes en la puerta la sorprendieron. Caleb nunca iba a su casa, y sus padres no subían nunca a su habitación. La puerta se abrió y apareció un avergonzado Alan con el pelo revuelto.

-¿Qué coño haces aquí, Carter?-La chica gritó, cosa que a él no le sorprendió, y se limitó a introducirse en la habitación y cerrar la puerta.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora