Cuadragésimo Noveno

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2 años después...

El sudor escapa por mis sienes, sinceramente ha sido un día cansado.
Mis piernas están temblando, recordaré este dolor y sé que no volveré a querer esto otra vez.
Es algo por lo que una mujer solo puede pasar una vez.
Me arden las rodillas y doy gracias por estar acostada porque si estuviera de pie definitivamente me desplomaría. 
Caricias suben y bajan por mi brazo.
-Está hermosa, ¿no?-Rhett sonríe, es como si estuvieramos sintiendo exactamente lo mismo.
-Y todo por nosotros, ¿qué se siente trabajar físicamente por algo, rabiblanco?
Muevo mi rostro a su dirección y él frunce el seño.
-La próxima conseguimos personal de mudanza.
-Me gusta poder decir que es nuestra en su totalidad, desde el diseño hasta la decoración.
Miro el cielo de la casa, blanco y totalmente blanco. Como le gusta a Rhett.
Es lo único que pudo elegir.
-Gracias a Dios no quisiste que fueramos parte de la construcción. Además no es como que vamos a pasarla todo el día aquí.
Con todo el dolor en mi cuerpo me levanto y le extiendo la mano, él la toma y se levanta.
Los colores del lugar son alusivos a la arena y el mar, me encanta como quedó todo.
-Vamos a darnos un baño, mañana hay que volver a la ciudad.
Eso hizo que doliera mi corazón, me estaba encariñando con este lugar a pesar de solo llevar unos días aquí.
-Me gusta Pedasí, quiero vivir aquí.-lo abrazo, él suspira.
-Bueno, yo no puedo vivir aquí... sabes porqué y tú también tienes lo tuyo en la ciudad o vas a dejar de ver a tus viejitos.
El centro de cuidados para personas mayores del que ahora soy dueña no se manejará solo, él tiene razón.
-Es cierto, que lástima.
-Pero... podríamos traer a nuestras criaturas aquí.
Mis ojos se abren de sorpresa, pero me quedo pegada de su pecho así no puede ver mi rostro.
-Espero estés hablando de perros.
Siento la risa crecer en su pecho.
-Camila...
-Si crees que voy a tener hijos a esta edad, creo que tienes problemas en tu vida. Comenzamos cuando tenga treinta.-levanto el rostro y su mirada algo cómica se encuentra con la mía.-Sabes qué, mejor adoptamos. Así me ahorro ese trabajo... y la parte del parto.
Él se ríe, toma mi rostro en sus manos y besa mi frente.
-Entonces tendremos todos los perros que quieras. Bueno no, máximo dos.
-Aún así... podemos prácticar la procreación.-levanto las cejas y él se ríe. Creo que ya se le quitó el cansancio.
Me toma en brazos y quedo instantaneamente como un saco de papas en su hombro.
-Eso te gustaría, ¿no?, pervertida.


Quisiera decir que hicimos algo, pero ya estamos viejos. Bueno, no tanto pero después de cinco días de trabajo seguido... necesitamos baterías.
Las ventanas tienen luz de una mañana perfecta, con un poco de llovizna.
-De esta mañana no vas a escapar, tú... rabiblanco.
-Ven con todas tus vacas.

Matrimonios & ConvenienciasWhere stories live. Discover now