Capítulo 57. El certificado Reche.

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- Soy una famosa que ha venido a alterar la vida apacible de su hija. Yo, como madre, tendría mis reservas. 

- Pero si tú no eres una famosa, mírate -se apartó un poco de ella para admirar mejor aquel gesto inseguro y adorable que tenía en la cara, el sonrojo de sus mejillas y la mirada inocente. 

- Perdona que te diga, pero soy la hostia de famosa -sonrió más ampliamente, traviesa. 

- La gente ya está empezando a pedirme fotos a mí también, en dos meses te he adelantado por la derecha, Lacunza -aquella conversación parecía relajarle, así que siguió jugando. Tremendo tándem hacían. 

- Tus ganas -le dio un golpe, nariz con nariz. 

- Tú tendrás dos Grammys, pero yo voy a por el Óscar. 

- ¿A la mejor actriz de reparto? 

- A la mejor protagonista, por quién me tomas -la apretó contra su cuerpo y Natalia rió en alto-. Bueno, famosilla, vamos a ver cómo te vestimos. 


La morena volvió a ponerse seria y asintió, como si acabara de decirle que iba a ser intervenida de una operación a corazón abierto. Qué persona

Después de diez minutos rebuscando como en las rebajas en aquel vestidor le tendió una falda gris oscura y un polo blanco. Natalia levantó una ceja y sonrió mientras se enfundaba la ropa que había elegido su chica. Se miró en el espejo y, la verdad, es que iba mucho con su rollo. Ni formal ni informal, justo el punto medio que la caracterizaba. Su rubia la conocía muy bien. 


- Parezco una alumna de un colegio de monjas -dijo girándose hacia ella para que diera el visto bueno. 

- Pff -bufó, comiéndosela con la mirada-. Yo voy a tener que rezar dos padrenuestros y tres avemarías para purgar mis pensamientos impuros -se mordió el labio y la miró con hambre. 

- Como sigas mirándome así yo pongo el agua bendita. 

- JAJAJAJAJAJAJAJAJA PUTA CERDA. 


Natalia sonrió con todo el rostro. La risa de Alba Reche, ah, dulce música para sus oídos. Empezó a bailar, siguiendo el ritmo de la música que salía de su teléfono, agitando su pelo, que le cubría, de vez en cuando, la cara, y moviendo el culo sugerentemente. Alba paró su risa de golpe. 


- Natalia, deja de calentar lo que no te vas a comer. 

- No te aproveches de una colegiala nerviosa. 

- Es que, verás -se aproximó a ella, acariciándole el abdomen por encima de ese polo blanco que llevaba metido dentro de la falda-, yo conozco una manera de que te relajes, ¿sabes? -dijo con cara inocente. 

- ¿Una tila?-puso un mechón tras su oreja, haciéndose la tonta. 

- Es caliente, pero no es una infusión -provocó mientras le abrochaba el último botón del polo. 

- Alba, cuando volvamos a casa acuérdate de que paremos en el chino para comprar una bebida isotónica, porque la vas a necesitar -le dio un cachete en el culo con apretón. Uf-. Pero ahora nos vamos. 

- Aguafiestas -le mordió la barbilla y se fue contoneándose hacia el salón. 


Llevaba un pantalón vaquero ajustado y una camiseta de tirantes metida por dentro, realzando aquella octava maravilla que era el culo de Alba Reche. La cantante estaba nerviosa, pero no tanto como para no apreciarlo. 

La sala de los menesteresWhere stories live. Discover now