30

3.4K 114 9
                                    

Marcos

Noa trata de tranquilizarme acariciando mi cabeza y cogiendo mi mano.

—Es solo un tac para asegurarse de que no hay secuelas en el cerebro, Marcos, tienes que dejarte.

Suspiro.

—No quiero.

—Marcos...

Me seco las lágrimas.

—Prométeme que vas a estar aquí cuando vuelva.

—Te lo prometo—me besa

Miro a la enfermera.

—Vale, vamos a hacer ese tac.

~

Me levanto de la cama con ayuda de mi padre y doy dos pasos. En cuanto consigo que mis piernas se habitúen a la superficie me suelto y voy hasta el baño.

—Estás progresando rápido, si sigues así te darán el alta en breves.

—Eso espero, estoy harto de este puto hospital—me quito la bata y me miro al espejo, he perdido abdominales y estoy más delgado—. Necesito hacer deporte.

Abro el agua de la ducha y espero a que salga caliente. Mientras me froto el pelo con el champú que me ha traído mi madre no dejo de darle vueltas al momento del accidente. Puse en peligro ambas vidas por gilipollas.
Me enrrollo la toalla a la cintura y salgo. Papá me ayuda a vestirme de nuevo con un pantalón corto de deporte y una de mis camisetas. Fuera está el Cholo.

—Marcos, ¿cómo estás?

—Deseando volver a entrenar. Tengo los músculos atrofiados. Estoy harto de estar aquí metido.

—Bueno, tenés que tomarlo con calma. No hay prisa.

Suspiro.

—Además, tenés a tu chica preocupada, dejala descansar antes de volver a la cancha.

—¿Cómo ha estado? No ha querido decirme nada al respecto.

Simeone mueve la cabeza.

—Mal. La hemos visto llorar por vos todos los días. Pero no hables con ella del tema. Dejá que fluya.

Suspiro.

—La he escuchado todos los días que ha venido. Lo de que durante el coma los convalecientes escuchan es cierto. Me siento un novio horrible.

—Ahora estás bien, es lo que importa. Tengo que irme. Ánimo, compañero.

~

—Deberías irte a descansar a casa—acarició la cabeza de Noa, que se ha tumbado conmigo

—No, me voy a quedar yo esta noche. El sofá de la habitación está amoldado ya.

Suspiro.

—Cariño, no quiero que te pases la vida aquí por...

—Te prometí que iba a quedarme pasase lo que pasase, ¿no? Pues aquí estoy.

Levanto su mentón y la miro a los ojos. Le seco una pequeña lágrima y la beso.

—¿Podrás perdonarme algún día por hacerte sufrir tanto?

—No hay nada que perdonar, amor.

~

Observo a Noa mirar su móvil mientras muerde sus uñas de manera nerviosa.

Vas a quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora