24

3.2K 119 10
                                    

Marcos acaricia mi pierna por debajo de la mesa. Lo miro de reojo y sonríe de manera inocente. En cuanto hemos llegado al restaurante me he encontrado a todos sus amigos y mis amigas esperando. Una fiesta sorpresa que casi me provoca un infarto. Y de los gordos.

Una vez que el susto se me ha pasado, Marcos ha hecho que me siente con él en la cabecera y está tratando de calmarme.

—Te odio por esto.

—Me amas.

Pongo los ojos en blanco. Me hace mirarlo a los ojos y, una vez que lo consigue, me besa con dulzura, haciendo que la mesa empiece a aplaudir y silbar como si nos estuviésemos casando. No puedo evitar ponerme roja.

~

—¿Has visto mi bolsa de entrenar?—Marcos salta una caja como puede

—No, eso creía que lo dejabas abajo.

—Esta casa es un desastre—suspira—. ¿Cuánto vas a tardar en ordenar tus cosas?

—Ay, Marcos, no lo sé—suspiro—. Estoy yendo lo más rápido que puedo.

Bufa.

—Vale, vale. Aquí está. Me voy ya, amor.

Se inclina y me besa como puede para luego irse corriendo. Suspiro. La verdad es que la mudanza se me está haciendo complicada. Cuando me mudé al apartamento tenía un armario para mi sola, ahora tengo que buscarme hueco dentro del de Marcos.

Paula me ha advertido que mudarse con un futbolista es complicado, hay cachivaches por todos lados, ocupando los sitios más recónditos donde yo podría meter mis cosas. No tengo potestad para tirar cosas de Marcos, así que tengo que doblar su ropa como puedo para poder hacerle sitio a la mía.

La parte buena de haberme mudado es que una gran parte de las camisetas de Marcos han pasado a ser de mi propiedad y son mi atuendo favorito para recorrer la casa. Simplemente me enfundo en una de sus camisetas y busco un sitio donde leer o echar una cabezada, o simplemente estar. Siempre con la agradable compañía de Keidi y Marqués que me siguen a todos lados.

Hoy hace calor, así que cambio mi atuendo de camiseta hogareña por un bikini y me voy a la piscina. Paula se pasará en breves para hacerme compañía y sé que Mario vendrá con Marcos después de entrenar.

~

—No me puedo creer que no lo hayáis hecho en una piscina—Paula bebe su chupito de un trago e insta a Marcos a que le sirva otro

—A este paso te vas a acabar la botella—río

—¡Es que a nuestro lado sois unos santos! Joder, que la piscina es un lugar mítico.

Miro a Marcos de reojo y se ríe.

—A ver, nuestra primera vez empezó en un jacuzzi pero acabó en la cama así que no cuenta—aclara y pasa su brazo por mi hombro—. Además vosotros dos sois unos salidos. Que lo habéis hecho hasta en el palco.

—Paula tía en el palco no—no puedo aguantarme la risa—. ¡Qué tiene vidrio transparente!

—Nos daba morbo. Vivimos al límite—contestó Mario—. Venga, me toca, yo nunca... Yo nunca lo he hecho en los baños del instituto.

Los tres beben y yo miro a Marcos.

—¿En serio?

—Fue en mi época hormonada—ríe y rellena sus vasos—. No has bebido ni una sola vez.

—No bebí alcohol—pongo los ojos en blanco y levanto mi vaso de cola—. Y no es mi culpa que seáis unos salidos y yo no tenga experiencias sexuales más allá de un colchón.

—Tendremos que probar la piscina.

—¡Marcos!

—No nos están escuchando, tienen los labios y todos los sentidos puestos el uno en el otro.

Miro hacia Paula y Mario, efectivamente parece que se van a devorar mutuamente. El alcohol podría ser una excusa, pero siempre son así. Suspiro.

—Así es imposible jugar—apoyo la cabeza en el hombro de Marcos

—¿Si consigo decir una que hayas hecho bebes alcohol?

—No vas a hacerlo. No con esta temática. Que siempre lo hemos hecho en la cama—sonríe maliciosamente—. No. No accedo. Y ahora si no te importa voy a por agua.

Me levanto, pero tira de mí y caigo en su regazo. Besa mi cuello.

—¿Los echamos y vamos a la habitación?—cuestiona

—Estás un poco borracho, el Cholo te va a matar—me separo—. Y no. Hoy no vamos a acabar en la habitación.

—¿Estás enfadada?

—No. Simplemente no me apetece. Además estoy muy cansada. Despídeme de la pareja.

~

Marcos me despierta con delicadeza y llenando mis mofletes de besos.

—¿Ya es de día?—pregunto escondiendo la cabeza debajo de la almohada

—Y eso que el de la resaca soy yo—saca la almohada—. Arriba.

—No quiero—hago un puchero

Coloca sus brazos a ambos lados de mi cabeza y comienza a dejar besos por mi rostro y a bajar por mi cuello.

—¿Hay alguna posibilidad de que me dejes dormir dos horas más?

—Son las doce, ya he vuelto de entrenar, creo que tengo una novia marmota.

Suelto una carcajada y rodeo su cadera con mis piernas. En cuanto pierde la concentración lo empujo con los pies y se cae de la cama. No puedo parar de reír.

—Con que esas tenemos...—me coge por el estómago y me cuelga sobre su hombro, comienza a bajar las escaleras

—Marcos, no—trato de escabullirme cuando veo la piscina cerca de mi

—Allá vas, quien ríe último ríe mejor—me suelta sobre la superficie fría

Cuando emerjo y me froto los ojos para ver con claridad lo observo y extiendo mi mano.

—Ahora sácame, gracioso.

Coge mi mano y aprovecho para tirar de él y que caiga conmigo. Me coge por la cintura y hace que mis piernas se enreden en la suya.

—¿Quieres probar a hacerlo en la piscina?—jadea colando sus manos debajo de mi camiseta

Pego mis labios a los suyos como respuesta. Él me aúpa un poco más para conseguir deshacerse de su camiseta y volver a agarrarme.
Me quita la ropa y me besa de nuevo.

—La próxima vez que juguemos podrás beber si hablan de la piscina—jadea sujetando mi cadera

—No estropees el momento—muerdo su cuello

Vas a quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora