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Marcos me observa con curiosidad mientras busco como loca los papeles que tenía encima de la mesa.

—No tiene gracia, Llorente. Si sabes dónde están esos papeles ya puedes ir hablando.

—Que no lo sé. ¡Si acabo de llegar!

Suspiro frustrada. Poniéndome nerviosa no voy a encontrar los dichosos apuntes.

—Tal vez si te relajas y vamos a dar un paseo te acuerdes de dónde los dejaste.

—No pienso salir de casa ahora—hace un pequeño puchero que me hace reír, parece bueno con esa cara—. Bueno, vaaaale. Pero no mucho tiempo.

Sonríe triunfante.

—Necesitas un descanso, Ángela me ha dicho que no has salido en toda la semana.

—Angy ha dicho un montón de cosas, como que quiere conocer a Kroos, y solo le has hecho caso esta vez.

—Ah, no, no voy a permitir que creas que no le he hecho caso. Se lo he presentado.

—¿Qué, qué?—abro la boca y Marcos suelta una carcajada—¿Cuándo y dónde?

—Un mago nunca revela sus secretos. Es mejor que te lo cuente Ángela. Venga, vamos.

Me coge de la mano y tira de mi fuera del apartamento. Cierro con llave mientras mira su móvil. Después, vuelve a coger mi mano.

Es una sensación extraña, nunca habíamos salido a la calle cogidos de la mano, y no paro de mirar a todos lados por si alguien nos ve. Marcos nota mi incomodidad y me suelta.

—Lo siento, sé que no te gusta que nos miren.

—No es eso, Marcs. De verdad.

—Mira, no pasa nada. Total, no es lógico que te coja la mano.

Suspiro. Marcos camina a mi lado, guiándome, no muy lejos pero tampoco pegado a mí. Me armo de valor y le cojo la mano. Él me mira extrañado pero no se separa. Acaricia la mía con su pulgar.

—Me gusta que hagas eso—confieso

Él sonríe y me acerca hacia él. Suelta mi mano y pasa su brazo tras mis hombros, cogiendo mi otra mano y acariciándola del mismo modo. Cualquiera que nos vea dirá que somos pareja.

—¿Te apetece tomar algo?—pregunta sin desviar la vista del frente

—Estoy bien—sonrío—, pero si quieres tomar algo tú...

—Yo también estoy bien. ¡Ya sé! ¡Vamos al cine! Aún no he podido ver El Rey León.

—Me parece una idea estupenda. Invito yo.

Frunce el ceño pero se da por vencido rápidamente y asiente con la cabeza.

~

La película acaba y yo me limpio las pequeñas lágrimas que caen por mis mejillas. Tengo la cabeza apoyada en el hombro de Marcos, él acaricia mi mano y también se limpia alguna lágrima que se le ha escapado.

—¿Qué te ha parecido?—pregunta en un susurro

—Una fantasía—respondo—, además, tu hombro es muy cómodo.

—Para la próxima vemos una de miedo, a ver si consigo que te abraces a mí asustada.

Le hago el corte de manga soltando su mano, pero el atrapa pronto la mía de nuevo.

Vas a quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora