26

2.9K 109 11
                                    

—Explícame con calma lo que ha pasado—Paula se sienta a mi lado en la cama y le relato, ahora que he dejado de llorar, mi discusión con Marcos

Mario también escucha, pero sentado desde el suelo.

—Yo creo que Marcos tiene razón. Si no confías en él...

—Mario, Dios mío, que casi se lía con la rubia en su cara.

—No, estuvo hablando con ella pero no hubo intenciones de ningún tipo por su parte. Noa tiene que confiar en él. ¿O acaso no confías tú en mí?

—Mario, claro que confío, pero tampoco me hace gracia verte hablando con rubias cañón.

—¿Perdona? Si la he despachado al momento.

—Pero te estaba comiendo con la mirada. Marcos, por ejemplo, tendría que haberla apartado al instante.

—No me puedo creer que estés diciendo esto.

—¡Y yo no me puedo creer que te pongas del lado de Marcos! ¿Sabes qué? Esta noche vas a dormir con él. Corre.

Mario suspira y se levanta.

—Que sepas que voy a intentar hacer que entre en razón aunque sepa que la tenga.

Se va dando un portazo y miro a Paula. Ella suspira.

—Es incomprensible como se ponen por darle la razón a un tío y no a la tía.

—Tal vez tenga razón.

—Eh, no. Es lógico que te moleste ver cómo habla con otras de ese modo. Y si él no lo entiende que se joda. Puedes buscarte algo mejor. De hecho, nos vamos a ir de fiesta. Te vas a poner un vestido bonito y vas a salir a bailar conmigo.

—No quiero salir a...

—Me da igual lo que quieras. Vas a hacerlo.

Suspiro.

—Vale. Pero me dejas un vestido—sus ojos se abren como platos

—Creía que nunca me pedirías esto.

~

La fiesta a la que vamos es en el mismo hotel, donde han puesto un dj y hasta una bola de discoteca. Suenan canciones de reaggeton que no conozco, pero con las dos copas que me ha dado Paula hasta las bailo con ella.
Marcos está en la barra, bebiendo de una copa, escuchando a Mario y sin sacarme ojo de encima. Paula se da cuenta de que mi mirada se ha perdido en busca de la de Marcos y me coge del brazo para llevarme más lejos, donde un chico me saca a bailar.

—Aprovecha—Paula me da un empujón hacia él y dejo que el alcohol y la música hagan el resto

Marcos se acerca a nosotros, pero una chica lo retiene de por medio. Él la aparta de un medio empujón y termina poniéndose a nuestra altura. Mario lo coge del hombro y le dice algo. Marcos suspira y asiente. Paula me da otra copa cuando me acerco a ella para sentarme un rato.

—Creo que ya he bebido demasiado—la rechazo

—No te va a subir, es solo para que no decaigas.

—Paula, es la primera vez que bebo tanto, no lo veo yo conveniente.

—Hazme caso. Bebe una más.

Suspiro y la cojo. Muevo la copa y la bebo.
Cojo al chico que me sacó a bailar antes y tiro de él hacia la pista. Pone sus manos en mis caderas y dejo que me guíe. Puedo bailar realmente bien con un poco de alcohol.

—¿Quieres que terminemos la fiesta en mi cuarto?—susurra en mi oído

—No gracias—lo aparto—. Solo quiero bailar.

Pone los ojos en blanco pero termina cogiendo mi cintura y volviendo a la música. Busco a Marcos con la mirada, no lo encuentro por un rato hasta que lo veo bailar con una chica. Me mira desafiante. Así que cojo al chico por el cuello y lo beso. Aparto sus manos de mi culo y las coloco en mis caderas. Cuando me aparto de él miro a Marcos, que niega con la cabeza y le susurra algo a la chica. Ella sonríe como una tonta y asiente.

Esto es la guerra.

Vuelvo a donde está Paula, hablando con Mario y le pido que me pida otra copa. Al principio se niega pero termina accediendo. Después de esa copa viene otra, y luego otra, y es Mario el que me para de irme a la habitación con el desconocido.

—Espabila, ostia—Paula me da un vaso de agua fría una vez que llegamos a su habitación, tengo la noche borrosa

—Déjame—aparto el vaso de un manotazo—. Quiero seguir bailando. Y ese chico...

—Ese chico casi te lleva a su habitación. ¡Es un completo desconocido! Céntrate—Mario me coge la cara y me obliga a mirarlo—. ¿Sabes lo que has hecho?

—¿Bailar?

—Has besado a ese chico delante de Marcos.

—¿He hecho eso? Yo no he hecho eso. ¿Lo hice, Paula?

—Madre mía, estás peor de lo que pensaba. Pau, es mejor que la duches con agua fría y la playa migas a dormir.

—¡No soy una niña pequeña! ¡Puedo ducharme yo sola!

Pero al dar un paso me flaquean las piernas y me caigo de rodillas.
Mario me pone de pie y me tumba en la cama.

—A dormir. Y ni se te ocurra moverte.

—Sí, papá...

Me pesan los ojos, y no tardo en cerrarlos y quedarme dormida.

~

Cuando abro los ojos la claridad hace que me duela la cabeza.

—Buenos días, bella durmiente—veo a Paula salir del baño

—¿Qué hago en tu habitación?

—En resumidas cuentas te emborrachaste y te liaste con otro en la cara de Marcos. Está muy enfadado.

—Joder...

Meto la cabeza debajo de la almohada.

—No, no, no. Hoy tenemos jornada de convivencia. Vamos a ir de ruta en moto y luego a la playa.

—¿No podemos hacerlo otro día? ¿O en otro viaje? No quiero ver a Marcos ahora.

—Vaya, que mala suerte. Tienes que ir con él en la moto.

—No, por favor. Vete tú. Déjame ir con Mario.

—De eso nada. Mario y yo tenemos cosas que hablar. Y vosotros también. A ver si dejáis de comportaros como críos por dios. Ya sé que es tu primera relación pero Marcos debería saber controlar el asunto. Así que date una ducha. Mario ha traído ropa de tu armario.

Vas a quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora