Soy la reina de la playa

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POV ALBA

Llevábamos 45 días en Bali, disfrutando tanto del tiempo juntas las tres que se me hacía increíble. Natalia seguía escribiendo, ahora como freelance, para varias revistas. Además, estaba tremendamente inspirada, porque sus artículos sobre Bali eran increíbles. Este tiempo habíamos estado viajando a algunas islas, en barcos de dudosa seguridad la verdad..., pero disfrutando muchísimo. Luh, que es como se llamaba nuestra casera, nos enseñó muchísimas cosas de la cultura balinesa. Nos llevaba a sitios, nos enseñaba recuerdos familaires... habíamos conseguido comunicarnos de una forma más o menos entendible, menos para Oli, que nunca entendía ni una palabra. Yo conecté mucho con ella un día que salí a pasear y la vi recogiendo frutas de un árbol. Me explicó qué fruta era aquella especie de huevo rojo cubierto de escamas que brotaba como mutando de las ramas de un árbol de baja altura y con el tronco ancho parecido a una palmera. El Salak. Una fruta pequeña con un sabor entre manzana y piña que me enamoró. Me enseñó el resto de frutas y verduras que cultivaba en su jardín y desde entonces, casi todos los días pasaba un ratito con ella cuidando de esos manjares balineses. Ella los cultivaba para comerlos y para regalar a sus amigos y vecinos, así que nuestra nevera estaba llena de frutas siempre. Su hermano tenía un arrozal en las montañas, al que fuimos las tres unas cuantas veces a recoger arroz y ver cómo era el proceso de crecimiento. Eran unos paisajes increíbles. Luh me había llevado al colegio al que iban sus nietos, con los que Oli se llevaba súper bien, y me habían ofrecido dar clases de español a un grupo de niños durante el tiempo que estábamos allí, eran todos una monada. Así que durante una hora todos los días le enseñaba algunas cosas básicas, que la verdad pillaban bastante rápido.

Estaba tirada en la playa bajo las palmeras que me daban sombra, leyendo un libro y oyendo de fondo como Oli y Natalia se reían y jugaban en la arena haciendo voltertas, acrobacias... sin duda mi canción favorita eran sus risas. Las miré un momento y Oli tenia sus manos apoyadas en la arena, mientras Natalia le sujetaba las piernas unos segundos antes de soltarla y que la niña cayera de lado por falta de equilibrio mientras se reía. No pude evitar reírme también.

- ¡Mami! - me gritó Oli al oír mi risa - ¡no te rías de mi!
- Perdona mi amor - dije levantándome de la toalla y yendo hacia ella - lo estabas haciendo muy bien.
- No, me he caido - dijo riéndose y empezó a corretear por la playa y a jugar entre las palmeras que se colaban en la arena.
- ¿Cómo te sientes Albi? - dijo Natalia abrazándome por la espalda y posando su barbilla en mi cuello.
- Mejor que en mi vida - dije casi en un suspiro y me di la vuelta para mirarla - gracias por animarme a hacer esto. Sin ti no lo habría hecho en mi vida...
- Si me alegro de eso... es que soy malísima ¿verdad? - dijo medio sonriendo y yo la besé.
- ¡MAMI! ¡NALIA! - gritó Oli - ¡MIRAD! ¡SOY LA REINA DE LA PLAYA! - dijo  desde una parte elevada de la playa levantando los brazos y sonriendo. Natalia sacó rápido el móvil para hacerle una foto.

- ¡MUY BIEN OLI! - gritó Natalia - ¡BAJA RODANDO!- ¡Nat! - le dije dándole en el brazo - ¡que va a parecer una croqueta! - Pero una croqueta muy mona - dijo ella sonriendo

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- ¡MUY BIEN OLI! - gritó Natalia - ¡BAJA RODANDO!
- ¡Nat! - le dije dándole en el brazo - ¡que va a parecer una croqueta!
- Pero una croqueta muy mona - dijo ella sonriendo.
- ¡VOY! ¡MIRADME! - se sentó en el suelo y se tiró rodando unos metros mientras nosotras nos acercábamos a ella.
- Tienes arena hasta en las orejas - le dije levantándola.
- ¡Ota vez mami!
- Oli otra vez...
- ¡SI! ¡Pofa las tes!
- Yo voy - dijo Natalia poniéndose a su lado.
- ¡BEN! ¿Mami tú?
- Está bien... vamos.

Subimos corriendo la pequeña duna de arena y nos sentamos una vez estuvimos en la parte más alta. Cuando Oli contó hasta tres nos tiramos a la vez rodando hasta abajo. Cuando nos frenamos por la bajada de la pendiente las tres nos estábamos riendo como niñas.

- Que diver mami - dijo Oli levantándose y tambaleándose un poco por el mareo. Natalia la cogió antes de que se cayera.
- Eh peque, cuidado.
- Grazas - le dijo abrazándola.
- ¿Te lo estás pasando bien Oli? - le preguntó Natalia.
- Si, toros los días. ¿Por? - la miró.
- Porque para mami y para mi eso es lo más importante, que tú te lo pases bien.
- ¿Si? - dijo mirándome a mi entonces.
- Claro bebé - dije antes de abrazarlas a las dos.

POV NATALIA

- ¿Eres feliz Oli? - preguntó Alba.

- Si mami. Si tamos las tes sempe toy feliz - dijo ella sonriendo y nosotras la imitamos. Realmente esa niña no necesitaba más que estar con nosotras para ser feliz. Y yo me di cuenta en ese tiempo en Bali de que a mi tampoco me hacía falta nada más.

- Pues nosotras también somos felices entonces - dijo Alba.

Estábamos tan felices en Bali que decidimos quedarnos un mes más, allí, algo que Luh celebró emocionada, le gustaba tenernos allí, pero llegó el día de las despedidas.

El día antes de irnos, Luh nos preparó una cena increíble a la que invitó a sus hija, su marido y sus nietos y algunos vecinos con los que nos habíamos llevado genial. A ella le encantaba cocinar y se había pasado todo el día preparando todo lo que íbamos a cenar. Iba a ser muy difícil poder olvidar estos tres meses en este paraíso, por lo que habíamos disfrutado las tres pero también por la maravillosa gente que habíamos conocido.

Antes de irnos, Luh nos obligó a prometerle que le escribiríamos desde cada sitio que estuviéramos, y que le enviaríamos fotos de Oli todos los meses. Esa mujer, con su pelo blanco regodio en un moño deshecho siempre adornado con flores, su sonrisa perenne y sus collares llenos de color me había robado un pedacito de mi corazón. Nos hizo prometer que volveríamos a verla, y eso hicimos. Habíamos decidido pasar el mes de diciembre en Thailandia, nos habían dicho que era muy buena época, y nos hacia ilusión pasar allí el fin de año. La hija de Luh había estudiado allí un tiempo, y nos puso en contacto con Malai, una compañera suya de la universidad que se había encargado de buscarnos una casa en Ko Sumai, en una pequeña urbanización familiar en la playa donde vivía ella con su marido y sus dos hijas, una de la misma edad de Olivia, un sitio precioso según pudimos ver en las fotos. Cuando llegamos no nos decepcionó en absoluto, eran casitas pequeñas, de madera con el tejado azul, en la arena de la playa y rodeadas de palmeras. Era un sueño estar ahí. Oli se hizo muy amiga de las hijas de Malai, sobre todo de Kulap desde que le dijo que su nombre significaba rosa. El 17 de diciembre era el cumpleaños de Alba, y le había pedido a Malai que cuidase de Oli esa noche para darle una sorpresa a Alba. A las 8 de la tarde, cuando salió de la ducha, me encontró sentada en la cama, con un vestido negro y unas sandalias, maquillada y lista para salir.

- Pero bueno - dijo secándose el pelo con la toalla - qué guapa te has puesto no - dijo avanzando a mi y sentándose a horcajadas sobre mis piernas.
- Es tu cumple, vamos a celebrarlo.
- ¿Y Oli? - dijo mirando a los lados.
- Esta con Malai, tranquila - dije antes de besarla y ella se aferró a mi nuca - Alba o te vistes ya o no salimos... - me mordí el labio.
- Quiero mi sorpresa.
- Pues venga.

Alba se puso un vestido blanco con unas sandalias plateadas, se dejó el pelo a medio secar haciendo que se le ondulase y se maquilló un poco. Al rato salimos dando un paseo.

Me encanta este capítulo♥️♥️ y el siguiente🔥🔥🔥

Que no queda nada!!!!!!!!!!!!!😭😭😭😭

De qué ira la próxima novela? Qué pensais?

Todo o nada // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora