©Revenge -» Bill Skarsgård#2

Catorce

Bill abrió sus ojos cuando escuchó las sirenas de los bomberos, se intentó sentar pero notó que Alex estaba encima de él, este no reaccionaba por lo que comenzó a asustarse.

—A-Alex...–Removió a su hermano.–Despierta, llegó la ayuda.

Pero Alex no reaccionaba.

—Alex, Alexander... –Bill se comenzó a desesperar.– ¡Más te vale estar jodidamente vivo, Alexander Johan Skarsgård!

Bill escuchó como tiraban lo que quedaba de la puerta de la habitación, sus nervios aumentaron e hizo todo lo posible para salir de debajo de la cama con su hermano, sus ojos comenzaban a picar al sentir que este estaba totalmente tenso.

—¡Ayuda, mi hermano! –gritó Bill. –Alex, despierta ¡Vamos! No puedo hacer esto sin ti, maldito hijo de... ¡Despierta!

—Señor, debe calmarse... –Le ordenó el bombero.– ¿Nombres?

—Alexander y Bill Skarsgård. –respondió Bill con la voz temblorosa.

—No puede.... Bien, los sacaremos de aquí. ¡Equipo! –gritó el bombero.– Por cierto, hizo un excelente papel de payaso It.

Bill ignoró su comentario, solo estaba pendiente de darle pequeños golpes en el rostro a su hermano mayor para hacerlo reaccionar.

Su sentimiento de culpa creció más del doble, en esos momentos se olvidó totalmente de los nombres Joy Martinez y Patrick Weller, no le importaban, solo quería que su hermano despertara. 

Ya estando afuera del hotel los paramédicos recibieron a Alex, se gritaban cosas que el ojiverde no lograba entender, estaba desesperado...

—Disculpe... mi hermano... yo... –le susurraba asustado a una paramédico.

—Tiene arritmia... ¡Desfibrilador! Vamos, señor Skarsgård quédese conmigo...

Bill retrocedía lentamente sin poder creerlo, quería estar en una fea pesadilla de esas que despiertas con un pellizco, quería escuchar la voz de su hermano cantando cualquier cosa o echándole bromas como la de Pequeño Thanos.

Un paramédico se acercó al ojiverde para ver como se encontraba, le hacía múltiples preguntas, pero Bill solo decía una cosa.

—Mi hermano... mi hermano...

—¡Aquí tenemos una fractura en el brazo izquierdo! –gritó el sujeto.– Vamos, señor Skarsgård  suba a la ambulancia, allí podrá estar con su hermano.

En ese momento, Bill se fue a negro y se desmayó.

Por otro lado Elena, amiga de Joy se encontraba asustada viendo las noticias, necesitaba a toda costa evitar que Joy mirara a la televisión, así que no vio más opción que cortar todos los cables de internet y además aunque le doliera  tiró «accidentalmente»  la televisión.

—Que diablos... –apareció Joy en la sala.– ¡Elena María Vega! Que tu novia te va a reventar cuando vea este desastre.... 

—Había una araña...

Joy rió y volvió a su habitación. Elena soltó todo el aire que había contenido, sabía perfectamente bien que la morenita se iba a poner histérica cuando viera esa noticia, por eso evitaría a toda costa que visualizara la televisión o algo que muestre que Bill Skarsgård había estado en una explosión.

Volviendo a Nueva Jersey, Bill se encontraba despertando de su desmayo, ignoró el hecho de que su brazo estaba envuelto en yeso y que estaba conectado a muchas máquinas, solo pensó en algo y ese algo se llamaba Alex Skarsgård.

Bill desesperado desconectó bruscamente todo lo que tenía en su cuerpo y salió corriendo de la habitación de hospital, buscaba con desesperación a Alex hasta que lo encontró. Iba a entrar, pero una enfermera le detuvo.

—Señor, no puede estar aquí, debería estar en su habitación... –habló tranquilamente la chica.

—¿Cómo está él?

—Él está...

La enfermera no alcanzó a terminar su oración cuando la maquina de Alex comenzó a sonar con ese horrible pitido indicando que su hermano se estaba yendo.

—Maldición. ¡Código Azul! –gritó la chica.– Señor debe irse... ¡Sáquenlo de aquí!

Muchos doctores lo sacaron a rastras de la habitación, Bill lloraba y gritaba como un bebé por su hermano.

—No te atrevas a morir, NO TE ATREVAS A MORIR, MALDITO IDIOTA.

—Lo perdemos...–escuchó Bill.–Carguen a doscientos ¡despejen! 

—No puedo sin ti Alex.... Alexander ¡Te juro que si despiertas te llevo al maldito Disneyland de Orlando a conocer a Goofy! –gritó.

Y cómo si de arte de magia se trátase, la máquina comenzó a sonar normal. 

—El ritmo cardiaco se estabiliza... buen trabajo equipo. –dijo la doctora.

El alma de Bill volvió a su cuerpo.

—Eres un maldito interesado,  Alexander. –susurró mientras reía.

El ojiverde entró a la habitación y se sentó a un lado de su hermano, no se contuvo y se puso a llorar, abrazó a su hermano como pudo, se tranquilizó bastante cuando escuchó los latidos de su corazón bombeando sangre.

—Desde ahora, quiero que cada vez que vayamos en auto me cantes todas las jodidas canciones de la radio. 

—Disculpa... ¿Quién eres? ¿Por qué me abrazas? –Escuchó la débil voz de su hermano.– Aléjate.

—Alex... S-soy yo... Bill, tu hermano menor. –respondió asustado.

—¡Ni siquiera se quien eres! –dijo serio.

—Alexander, soy yo... Bill... E-estoy aquí...

—y stou aquí, queruendote, ogandome... Es shakira ¿no la conoces? Estoy reforzando mi español. – ¡Ay, Bill! Te la pasas haciendo y viendo películas ¿y no logras reconocer una escena? –rió débil.– ¡Ni siquiera se quien eres! L-lo dice Thanos.

—¡Maldito Idiota! –Le gritó molesto.

—¿Ves? No puedes vivir sin mi. Tranquilo, ya puedes decirme que me quieres mucho, no te voy a juzgar.

Bill rió y le golpeó suavemente la cabeza a si hermano.

Definitivamente... no podía vivir sin él.