©Revenge -» Bill Skarsgård#2

Dos

Apretó fuertemente la fotografía del tipo, en su mente solo salían las palabras

Mátalo

Mátalo

Mátalo

Su irá creció y por millonésima vez las imágenes de su mujer siendo violada por ese asqueroso tipo aparecieron en su cabeza. Lágrimas cayeron de sus ojos, pero las limpió rápidamente.

Alex se levantó de su asiento para abrazar a su hermano, al igual que él, todo este tema le tenía frustrado.

—Debo encontrarlo...–le dijo a Alex.–debe pagar por lo que hizo.

—Deberías dejárselo al Karma, Bill.

—El Karma....–rió cínicamente– yo seré su Karma, Alex. –le recalcó mirándolo a sus ojos. – A ese tipo no le hicieron nada cuando violó a esa niña de ocho años, cuando asesinó a todas esas mujeres y a ese niño o por los robos. ¿Tu crees que por violar a una más le harán algo?

—Pero lo están buscando, déjaselo a ellos, mancharás tu nombre. –insistió.

—Mancharé lo que tenga que manchar, ese tipo cometió muchos errores y entre ellos, tocar a Joy. Eso no se lo dejaré pasar, yo me encargaré de él.

Alex resopló y levantó sus manos en modo de rendición, no podía hacer nada más que intentar de ayudar a su hermano, tenía mucho miedo por lo que llegara a pasarle.

Bill se levantó de la silla con la ficha en sus manos, se despidió de su hermano y caminó hacia la puerta, en donde chocó con alguien.

Bajó la mirada y el sentimiento de enojo lo consumió.

Matt.

El castaño miró nervioso a Bill, era demasiado alto y sus ojos muy fríos.

—Lo siento...–dijo Matt cabizbaja.

—Ahórrate tus disculpas. –le respondió cortante. –quiero que me digas la verdad ahora, enano.

—¿Verdad? ¿De qué?

—¿Sabes donde se encuentra Joy? –preguntó con la voz temblorosa.

—No... –mintió.– no lo sé.

—Te advertiré algo, Matt, tómalo como quieras. –colocó su mano en el hombro del castaño– Si tu sabes algo de Joy, mi mujer. –recalcó– y no me lo quieres decir, me aseguraré de cobrar venganza por dos.

—¿Por dos? ¿A qué te refieres? –preguntó asustado, pensando que se vengaría de él y de Joy. –¿qué le harás a Joy?

—A mi mujer, nadie la toca... Ni siquiera yo, quizás solo la toque cuando deba hacerle el amor. –dijo con media sonrisa.

—¿Entonces? –preguntó Matt, algo frío por el comentario que acababa de echar el ojiverde.

—Solo te advierto, si llegas a saber algo de Joy, que yo no... –sonrió– escóndete muy bien.

Sin más que decir, se fue dejando a Matt con la palabra en la boca.

Matt tragó en seco, sabía perfectamente en donde se encontraba Joy, él había estado ayudándola, pero solo eso, pues Joy no había querido tener absolutamente nada con él, no podía ser tan hipócrita de estar en una relación con alguien que no amaba, ella aún estaba enamorada de su chocolate blanco aunque así no lo quisiera, además, aún estaba casada con él.

Joy se encontraba en un barrio bastante escondido en Estados Unidos, viviendo del sueldo que le daba una pastelería, le iba a bastante bien, incluso desde que ella había entrado a trabajar ahí cocinando y horneando pasteles, el local había subido en ventas.

Aún no podía permitir que hombres la tocaran, ni siquiera un abrazo o un beso en la mejilla. A Matt le frustraba, pero seguía ahí con ella a pesar de todo.

Por otro lado, Bill estaba ansioso, esa tarde solo se dedicó a buscar más información de Patrick, estaba totalmente paranoico. Sujetó varias veces su cabeza intentado pensar que hacer para llamar su atención.

Hasta que su ampolleta se encendió.