Capítulo 26

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Su timbre de viento sonó toda la tarde y gran parte de la noche. El aire helado y húmedo proveniente del balcón abierto nos resultó más refrescante que molesto.

Mis labios se hincharon de tanto besarlo. Una hora entera sin que ninguno quisiera parar, cegados por el placer. Pocas palabras, una cercanía familiar.

Sentado encima de mis piernas ya entumecidas, Moon-jae me besaba sin ningún ritmo. Un intercambio de movimientos tiernos, lentos, dulces y embriagantes, podían tornarse agresivos, apasionados e intensos de un segundo a otro. O se me lanzaba encima y me rasguñaba el pecho, o yo jugueteaba con sus mejillas pegando y despegando mis labios de los suyos.

Cada vez que le acariciaba por debajo de la camiseta, percibía su elevada temperatura. Él podía sentir la mía a través del cuello y los muchos besos que me dio en él.

En más de una ocasión trató de meter la mano en mis pantalones, pero tuve que apartársela sin interrumpirnos demasiado. Sabía a dónde quería llegar con eso y yo no me sentí demasiado cómodo o seguro en el momento. Le temía un poco, finalmente lo podía admitir para mi cabeza.

No podíamos hacer mucho mientras nuestras bocas y caricias siguieran imparables, así que aproveché un poco del tiempo para meditar sobre lo que ocurría.

Besaba a Moon-jae, lo tenía arriba de mí, sediento, rojo hasta el cuello, jadeante y perdido, sin ganas de parar desde que le pedí que volviera a besarme. ¿Esto en serio estaba pasando? Era increíble y todavía no podía asimilarlo por culpa de la sorpresa y los nervios. Todo era igual —o al menos muy similar— a aquellos días de estudiantes que ya no se sintieron lejanos.

"El primer amor nunca se olvida", había escuchado esa frase en muchos lugares de parte de un sinfín de personas. Jamás profundicé en ella hasta ese momento, cuando Moon me dejó lamerle las clavículas mientras jadeaba y se sostenía de mis hombros.

Moon-jae era insuperable, sin importar mis esfuerzos. Pasara lo que pasara, bueno o malo, él nunca más volvería a salir de mi cabeza. Era mi primer amor, sin dudas, y nadie había logrado igualarle. Ese asiático ya no era más un bonito o doloroso recuerdo, sino una marca permanente. Jamás llegaría un reemplazo capaz de empatar o superar mis sentimientos por él, de eso estaba muy seguro.

Creo que me estoy obsesionando...

Me despegué de su cuerpo en cuanto ese pensamiento se atravesó. Lento, dudoso, quizás preocupado por mí mismo. Moon-jae retrocedió, aunque continuó sosteniéndose de mis hombros. Regresó la cabeza a una posición normal y después me escudriñó con la vista. Seguía rojo del rostro y el cuello, yo ya no tanto.

—¿Por qué te detienes? —dijo, inexpresivo y curioso.

Lo evité mirando hacia enfrente, hacia donde estaba su extraño instrumento musical. Pensé en alguna excusa viable para que él pudiera bajarse de mis piernas.

—Tengo que irme, es tarde y mañana temprano tengo trabajo.

No mentía. La segunda de tres partes de la sesión fotográfica era al día siguiente y de ninguna manera podía fallar con desvelos o impuntualidades. Moon era un fuerte distractor —y él mismo lo sabía—, así que debía evitar frecuentarlo a horas como estas, cuando ya no me fuera útil para las fotografías que tomaba como un proyecto personal.

Lo tomé por la cintura queriendo hacerlo a un lado, pero me obligó a recargarme nuevamente sobre la base de su cama, con seriedad en el rostro.

—Creo que nos vendría bien hablar un poco —declaró—. Solo quédate un rato más.

Su idea no me agradó mucho, más cuando recordaba las responsabilidades. Sin embargo, era muy necesario para ambos que lo hiciéramos. Verse seguro al respecto a pesar de ser bastante cerrado, hizo que cambiase de opinión, aunque no me sintiera muy confiado. Era una buena oportunidad ahora que parecía bastante dispuesto a que hablásemos.

El balcón vecino [BL-COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora