Capítulo 49. Mi chica.

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- Nat, ¿qué coño haces en el baño? Me quiero duchar. 

- ¡Espera un momento, ya salgo! 

- Seguro que está cagando, esto ya es un jodido matrimonio -murmuró mientras estiraba la ropa que se iba a poner esa noche. 

- Hola, nena -Alba se giró y tuvo que morderse los labios para no reír. 


En el dintel de la puerta se apoyaba Natalia Lacunza, vestida únicamente con la chupa de cuero desabrochada y unas gafas de sol que se había bajado hasta la punta de la nariz. Agitaba las cejas y le lanzó un beso. La chaqueta estaba estratégicamente colocada, de manera que apenas se podía ver nada de su desnuda anatomía, solo aquellas piernas que le llegaban hasta el estómago. 


- Hola, morena -entró también en el mood chula de discoteca, agarrando el lazo de la parte de abajo de su bikini, tentando con tirar de él para deshacerlo. 

- Tengo entendido que te gusta mi chupa -se separó del marco y se señaló el cuerpo. Nada, que la puñetera chaqueta no se abría-. Aunque imagino que te gustará más tirada en el suelo -levantó una ceja y se humedeció los labios. 

- Por esta vez prefiero que te la dejes puesta -tiró mínimamente del cordón de su bikini-. Aunque te aconsejo que, si le tienes mucho cariño a esas gafas, te las quites. 

- ¿Me las vas a romper? -insinuó dando un par de pasos hacia ella. 

- Es que creo que se me van a clavar en los muslos cuando me siente en tu cara -tiró definitivamente del cordón, aunque no lo soltó. 

- Entonces creo que te va a sobrar esto -le separó la mano y ella misma deshizo el otro nudo que le quedaba-. Vaya, pensaba que iban a caer al suelo -levantó la vista hasta sus ojos. 

- Es que se me han pegado de lo mojada que estoy. Mira -le cogió la mano y la deslizó entre la tela y su entrepierna. 

- Uy, parece que se han despegado -susurró contra su boca mientras le acariciaba entre los pliegues. 

- Lo que no se despega ni con agua caliente es esta chaqueta, me gusta ver lo que me voy a comer. 

- Podríamos probar una cata a ciegas -lamió su cuello mientras le agarraba la nuca. Era tan suave y tan lento su roce que resultaba desesperante. 

- Pero hoy no -la cogió de las caderas, la condujo hasta la cama y la tiró sobre ella. Al fin se abrió la chupa, dejándole ver sus estupendas tetas. Tiró las gafas sobre la mesita. 


Se sentó a horcajadas sobre su vientre y la besó despacio, paladeando sus labios y su lengua como si no tuviera hambre, con simple gula, por el placer de saborearla. Natalia le mordió el labio con dureza y se miraron a los ojos, desatando la quimera que llevaba bullendo en sus tripas todo el día, entre chapuzones sensuales y agua que se evaporaba de la piel. 

La fisio empezó a escalar por su cuerpo hasta colocar su centro contra las tetas de la morena. Allí se rozó, más excitada por el dónde que por el cómo, infectando a su vez a la cantante, que casi se muere al sentir su coño empapado follarse sus tetas. 


- Me flipas -le soltó, fascinada, admirándola desde abajo. 


Alba aceleró los movimientos, con las manos apoyadas en su esternón. Natalia la cogió del culo y la instó a seguir subiendo. Se le estaba haciendo la boca agua. La rubia obedeció y clavó sus rodillas a ambos lados de la cabeza de Natalia, que elevó el rostro para dar un lametón a aquella inundación que Alba tenía entre las piernas. La fisio bajó las caderas hasta colocarse sobre su boca, bien abierta, de par en par para ella. Apoyó las manos en la pared sobre el cabecero, levantando el mentón y mordiéndose el labio con saña mientras la cantante le hacía maravillas con la lengua. Alba empezó a moverse sobre ella. 

La sala de los menesteresWhere stories live. Discover now