10.

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Las veces que Jinyoung tuvo que cumplir su promesa fueron varias, durante las siguientes semanas. Casi todos los días, tuvo que llevar a Ye Rim a Sun Agency al encontrarse con el padre de ella rondando las instalaciones de la primaria. 

Jinyoung había pedido a la seguridad del lugar que no le dejara pasar, sin embargo, en la calle, nadie podía prohibirle caminar libremente. Por ello, el hombre se había estado paseando como si fuese su casa y había llevado al profesor Park a subir a mi hija a su auto y manejar a mi trabajo. 

Cada vez que recibía una llamada suya, avisándome que estaba fuera de mi oficina, sentía mis mejillas entrar en calor y tornarse de color rojo. Me sentía avergonzada de haber obligado a un hombre que no tenía nada que ver con nosotras a detener todas sus actividades. Sin embargo, si no se lo pedía a él, ¿a quién más podría hacerlo? Estaba sola en Seúl. Mi familia vivía en Pohang y no tenía amigos lo suficientemente cercanos como para pedirles algo como eso. 

Cercanos. ¿Siquiera el profesor Park era cercano? ¿Cuánto había pasado desde que le había conocido? ¿Un par de meses? 

Por enésima vez en el día, llevé mis manos a mis sienes y comencé a presionarlas con fuerza para intentar mitigar el dolorcillo que me había aquejado por varios días. Ye Rim iba en la parte trasera del auto y conversaba con el hombre a mi costado animadamente sobre algo de la escuela. Aunque quise prestarles atención y unirme a su conversación, no pude. Tenía mucho en lo que pensar, muchas decisiones que tomar. El padre de Ye Rim se estaba acercando peligrosamente y no parecía darse por vencido, y en el trabajo, seguían presionándome para que tomara una decisión sobre Jeju.

Quería gritar con todas mis fuerzas, soltar lo que tenía en mi interior, por fin, pero no podía hacerlo. Tenía que mantenerme fuerte por Ye Rim, tenía que darle seguridad y confianza, no cargarla de más problemas. 


- Hemos llegado. - anunció el profesor Park y solo entonces, caí en cuenta que ya nos habíamos detenido. 

- Muchas gracias. - murmuré con las pocas fuerzas que me quedaban y me quité el cinturón de seguridad para poder bajar del auto. 

- ¿Ya se tiene que ir, profesor Park? - preguntó Ye Rim, antes de que pudiese abrir la puerta del auto. 


Ni siquiera volteé hacia el hombre, mantuve la mirada al frente, luchando por no cerrar los ojos. Estaba exhausta. 


- Tu mamá está muy cansada, Ye Rim. - notó el profesor. - Será mejor que entren ya a su casa. 

- Mamá nunca está cansada. - refutó la pequeña niña, mientras colocaba su mano sobre mi hombro. - Mi mamá es la mamá más fuerte de todas, ¿verdad? 


Sintiendo mis músculos tan pesados como un elefante, asentí para ella con una débil sonrisa. 


- ¿Lo ve, profesor Park? - añadió Ye Rim, evidentemente alegre. - ¿Por qué no pasa por una taza de té? Le haré unas galletas con la receta de mi mamá para agradecerle por habernos traído a casa estas semanas. 


Sentí la mirada de Jinyoung clavarse en mí. Quería mi aprobación, antes de acceder a las peticiones de la pequeña e increíblemente ingeniosa niña de seis años, en el asiento trasero, y aunque quise negarme, no pude. Ye Rim tenía razón, había que agradecerle al hombre por lo que estaba haciendo por nosotras. No cualquiera dejaba de hacer sus cosas para llevar a una mujer y su hija a su apartamento, solo porque sí. 

Raising Ye Rim | Park JinyoungWhere stories live. Discover now