Capítulo 14: Cuando Troya arda en llamas.

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Capas y capas de las razones por la cual Enji se esforzó tanto en hacerlo pasar por muerto, en hacer que todos se olvidaran de Dabi y Toya.

Dabi significa cremación, cuando le preguntamos por qué se puso tal nombre, nos dijo que quería prender Troya en llamas el día de su muerte—contó Shoto, recordando el momento. La expresión alegre en el rostro de su hermano— A lo mejor, debimos haberlo sabido, pero llegaba a sonar hermoso por lo que le dejamos ser; entonces, el día que fue arrestado por primera vez, no fue ni por drogas, asalto o cualquier otra situación.

» Fue por incendiar su instituto, es decir, Troya enemiga.

Himiko abrió los ojos y cerró las manos en puños.

—¿Quieres decir que...?

—Toya, Dabi o como quieras decirle, te advirtió.

Himiko agachó la cabeza y se quedó un largo segundo en esa postura apagada.

—Él... ¿Me ve como un enemigo?

Shoto, en realidad, recordaba poco de Toya. Aun así, en su memoria, Toya siempre figuraba con una sonrisa al llegar del instituto. La única felicidad de Toya eran los estudios, hasta que se percató que no serían de ayuda para el negocio de su vida.

—Toya tiene un modo casi poético de deshacerse de todo lo que gusta y/o le causa problemas. Creo que tú eres ambas, Himiko. Te amaba, de eso debes estar segura... talvez siga albergando los sentimientos; lo que es lo más probable, pero deberías estar agradecida de continuar viva, porque el nunca deja nada a medias.

Shoto, el día que se graduó recibió (anónimo), el diploma de preparatoria, con el nombre de Toya en él; el detalle era que la cartola estaba a medio quemar.

Tras la primera sesión de fotos de Shoto, obtuvo una caja llena de cenizas con una foto quemada de Toya apareció encima de su cama.

Era la manera de agradecer, despedirse, amar y odiar.

La forma de vivir de Toya.

—Vine a decirte esto porque quieres ir a entregarte a los brazos de tu sepulturero, ya que él va a asumir que estás muerta una vez entres de nuevo a su vida.

Himiko soltó un par de lágrimas. Vio el suero y los moretones en los brazos.

—¡Ah! ¿¡Que voy a hacer?! Me han arruinado.

Shoto se puso de pie y vio que Himiko hacía lo mismo. La vio sollozar en silencio, con el rostro contraído de furia. Era una imagen atemorizante, tanto que la piel se le puso de gallina y ahogó una exclamación cuando Himiko lo agarró por el cuello del polerón.

—No vayas y no te arruines. Mi hermano ya está muerto, pero tú no.

Himiko miró a Shoto con tanta consternación que por un segundo se le pasó por la cabeza que la chica lo iba a golpear y Shoto, no iba a enojarse por eso; no por masoquismo, sino porque estimaba que era lo más humano que podía hacer Himiko.

No obstante, la chica se aferró al escuálido cuerpo de Shoto, cerrando los ojos con fuerza.

—Tu cuerpo, contextura, altura; todo es igual... es como esa vez, en la que me mecías pidiéndome que me marchara ¿te acuerdas?

Shoto no dijo nada al respecto de que Himiko sostuviera un recuerdo con tanta fuerza. El mismo lo hizo incontables veces para escapar del presente. Del dolor del momento.

No se quejó, ni aunque le doliera la fuerza que Himiko empleaba en sus costados o por las lágrimas que le ensuciaron el polerón. Shoto se limitó a acariciarle la cabeza y le permitió balancearse.

¡Esto NO es Un Fanfiction! (TodoBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora