Capítulo 13: Desempolvando recuerdos.

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No obstante era la primera vez que utilizaba un monstuki, que poseía marcadas diferencias con los atuendos que se acostumbró, en cierto minuto, a emplear.

La tela era bastante más gruesa de lo que esperaba y pronto se percató que no era como aparentaba doblado, en realidad, era blanco, y que el hakama era de un celeste que se iba degradando a un azul marino. La chaqueta del haori, era de las mismas tonalidades, pero con un delicado estampado que se asimilaban a llamas de fuego azules.

Hacer el nudo en la cintura fue la parte difícil, y dio con un par de accesorios extras que se colocaban en las mangas, para agregarle más volumen al conjunto, al igual que un par de broches dorados.

Sin dudarlo, ese atuendo no era para nada parecido a algo que en el pasado utilizó; destellaba creatividad y también amor. Quedaba implícito en el diseño (y trabajo), que el traje lo hizo Masaru con la emoción de su propia boda como contexto.

—En efecto, el hakama te queda algo corto, pero luce muy bien en ti, Todoroki-san.

—¡¿Solo bien?! —exclamó Mitsuki—. ¡Ahora tiene todo el sentido del mundo! Eras modelo ¿verdad? Estás guapísimo. La chica que algún día se case contigo va a ser muy afortunada.

Todoroki sonrió un poco incómodo, y dejó que Masaru le tomara las medidas. Notó el yukata que Katsuki se probó apartado.

En el mismo segundo en que Masaru clavó un alfiler en el dobladillo de la manga, Katsuki bajó deslizándose por la escalera.

—Ya basta ma'... no ves que lo agobias —juzgó Katsuki, dándole a Todoroki una mirada cómplice. Lo examinó de pies a cabeza—. Pareces el personaje de un Donghua, mientras no te vuelvas un maestro de la cultivación demoniaca (4) o algo por el estilo...estaremos bien.

Todoroki suprimió una risa y Mitsuki los miró sin comprender. Cuando Masaru terminó con Todoroki, llevó la mirada a Mitsuki por primera vez, sonrojándose de forma instantánea.

—Sigues igual que la primera vez que te probaste, cariño.

Todoroki se fijó en Mitsuki, advirtiendo lo joven que lucía, con un yukata en tonalidades cálidas, de un diseño casi místico de unos peces koi que parecían estar danzando por la tela. La madre de Katsuki, sin atisbo a duda, aparentaba ser una mujer de entre veinticinco y treinta años, no podía darle más edad, porque eso significaría que Mitsuki sería la poseedora del secreto de la eterna juventud.

Katsuki suprimió una arcada fingida al ver a sus padres ponerse cariñosos entre ellos; tanto que acabó por irse de nuevo a su dormitorio y le hizo un gesto a Todoroki para que se fuera.

Volvió a ponerse el buzo y dejó el traje doblado sobre el traje de Katsuki, dándose cuenta de que los padres del mismo ya no estaban por ningún lado. Subió la caja de Katsuki al segundo piso y entro a la habitación con los ojos brillando de emoción.

—Tu papá dijo que deberías revisar si algo de esto no lo necesitas —dijo colocando la caja en la cama. Katsuki desvió la mirada del teléfono, para dejar escapar un gruñido molesto—. ¿Qué son?

—Basura del colegio.

—¿Entonces no necesitas nada?

—¡No! Bueno... no, pero son mis cosas.

Katsuki acabó por dejar el teléfono a un lado y abrió la caja, topándose de frente con un peluche Sanrio (Kiki (5)) dentro. Katsuki lo sostuvo un momento con una enorme sonrisa, antes de darse cuenta de que sonreía, y la suprimió.

—Es como el que te regalé.

—Si... pero ese lo dejé en el apartamento —explicó Katsuki, dejando que Todoroki lo tuviera un rato—. Ese me lo regaló Himiko, se supone que ella debe tener a Lala.

¡Esto NO es Un Fanfiction! (TodoBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora