Perderlo todo

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¿Cómo se ven los ojos de alguien que lo ha perdido todo? ¿Húmedos, inertes? Los suyos no parecían haberlo perdido todo, quizá aún no lo asimilaba. Quizá las palabras que le repetían una y otra vez no entraban realmente en sus pensamientos, se negaba a escuchar la realidad. Podría decirse que así precisamente le pasaba, aunque la falta de comunicación y atención a lo que sucedía a su alrededor me hacían creer que en realidad sí tenía en sus pensamientos lo que había pasado, si no, ¿por qué esa reacción tan sobria?

No tengo un alma sensible pero tampoco una oscura, justo ahora intento comprender a esa pobre mujer. La verdad no sé si sea "pobre" porque su vida sea un mar de tristeza. No sé si esté triste realmente; desearía navegar entre sus pensamientos y replicar sus emociones dentro de mí. Es que quiero prepararme, quiero entender la vida, anhelo comprender lo que hace a los humanos vulnerables. Nunca se me ha permitido saber.

De pronto la mujer se arrodilló y sin pestañear ni una vez empezaron a salir lágrimas de sus ojos como si no quisiera que salieran, como si fuera una estatua que no puede moverse, que no puede hablar, que solo está para admirar mientras que por sus ojos brota sangre. Miraba hacia un punto fijo en el muro, ¿qué miraba? ¿Qué pensaba? ¿Daría su vida por terminada también? Después de perderlo todo, ¿cuál es la primera decisión que una persona toma?

Siempre lloran, o se quejan, gritan y culpan a otros de sus miserias, pero ella no. Ella solo miraba hacia un vacío o miraba algo que solo sus ojos podían ver. Deseaba tanto saber qué era lo que sus ojos veían. Quizá era una caravana de todo lo que ya no tendría porque eso es lo que más le duele al ser humano, ¿cierto? Romper las ilusiones, haber imaginado todo un futuro que de pronto queda hecho pedazos. Eso fue lo que me dijo alguna vez mi padre pero nunca lo comprendí.

Nunca tuve la oportunidad de estar triste, puede que haya sentido algo parecido al romper un juguete cuando era muy pequeña. Pero no creo que se compare a lo sucedido a aquella mujer. Sus lágrimas ni siquiera me motivaban a sentirme igual, a ser compasiva. Todos aquí somos así porque todos partimos a la misma edad, no llegamos a desarrollar esa empatía. Quisiera pensar que mi alma no es tan oscura, que sí puedo sentir como siente esa mujer.

Cómo desearía experimentar por un momento ese dolor, cómo desearía ponerme en su lugar para que no sigan saliendo lágrimas de sus ojos y yo pueda estar allí, en ese mundo banal y sin sentido en el que las emociones son las que mueven a las personas.

Una mano muy pequeña empezó a zarandear mi brazo. Sus ojitos color miel como los de aquella mujer que lloraba eran dulces, eso sí lo conocía.

―¿Nos vamos? ―me preguntó en una voz muy alegre.

La niña sabía muy bien que no podía estar en un mejor lugar, es lo que sienten todas las personas al llegar aquí y como me pasó a mí alguna vez, ahora me tocaba guiarla yo a ella. Le mostré una sonrisa amable y no le respondí, solo seguí observando a la mujer que ahora yacía sobre el piso de aquel hospital. Al menos tres personas que también tenían lágrimas en sus rostros la rodeaban ayudando a levantarla. Las lágrimas de la mujer se convirtieron en un llanto desgarrador, no decía nada pero un ruido de su garganta salía con fuerza.

Esa escena ante mí me impresionó mucho, nunca había presenciado el dolor tan profundo de una persona. No debería comprender lo que es, al menos que...

Sentí cómo mi pecho se empezó a hinchar, y por dentro una opresión me hizo sentir un poco de dolor. ¿Cómo era posible? Desde que llegué a este lugar hace treinta años jamás había experimentado tal cosa. Aquí todo es serenidad y paz, aquí no hay dolor. Pero los recuerdos inundaron mi mente, no debía comprender la desesperación de esa mujer hasta que lo recordé.

Recordé a mi madre, estaba sobre mí suplicándome que no me marchara, para entonces no entendía por qué me pedía eso si ni siquiera podía moverme. Su llanto, sus gritos de dolor fueron como los de esta mujer. Sentí mucha tristeza en aquel momento, pero lo olvidé, al llegar aquí olvidé esa sensación, hasta ahora. Mi madre me amaba, sé que no quería perder a su pequeña adorada de seis años de edad. Pero la perdió, ella me perdió.

Sentí frío en mis manos por la impresión. Esa mujer lo acababa de perder todo, su motivo, su ilusión, a su hija. Igual que mi madre hace treinta años.

―¿Estás bien? ―me preguntó la pequeña a mi lado―. Estás llorando ―dijo. Llevé mi mano a mis ojos para cerciorarme. Estaba llorando, estaba sintiendo―. Como mi mami, ¿por qué llora mi mami? ¿Puedo quedarme con ella? ―La miré y le sonreí.

―No cariño, no puedes. Pero pronto aprenderás a verla cada vez que quieras.

Ella asintió y ambas con una sonrisa y tomadas de la mano nos fuimos alejando, ella era un ángel más como yo, de esos que se van muy temprano de este mundo. Ahora ella no sentía dolor, ahora ella miraría a la humanidad solo con amor.

#Fin#

Pedazos de TiempoWhere stories live. Discover now