Trae su cabello mojado y cae sobre su rostro hacia un lado muy casualmente, se quita la campera al cruzar la puerta y la deja en el suelo, porque la habitación está totalmente vacía.

— Siempre me gustó como te queda el cabello cuando lo dejas crecer un poco — digo con una media sonrisa, pero él se mantiene serio.

— No estoy aquí por ti Dante, ya deja de jugar conmigo — sus ojos me esquivan y se posan en la pintura.

— Lo siento, yo no sabía que él es tu mejor amigo.

— Era — murmura y lo veo muy claramente tragar el nudo en su garganta.

Culpa. Sé que no es mi culpa que Tom lo haya traicionado, pero no puedo dejar de sentir culpa. He estado siendo un idiota, nunca me he comportado así antes, siempre he dicho que las malas acciones o los errores de otros no justifican las propias. Así que aunque Álex haya sido un cobarde y me haya roto el corazón, eso no justifica para nada la forma en que lo he estado tratando.

Me desconozco, me siento perdido, y ni siquiera tengo una mínima pista sobre cómo encontrarme. No estoy listo para disculparme y ser sincero, así que supongo que puedo ser amable al menos.

— ¿No volverás al colegio? — pregunto buscando una conversación.

— No, ya me gradué. Las clases en Roma terminan en junio — asiento, no había pensado en eso, pero allá es verano ahora.

No sé qué decir, ya no quiero ser grosero, ni quiero sentirme incómodo a su lado.

— Te extrañé tanto... — las lágrimas se manifiestan en sus ojos azules, pero las borra de inmediato.

Con que así se siente la sinceridad de otro, como un puñal directo al corazón, siempre soy directo, pero no estoy acostumbrado a que sean directos conmigo, así que sus palabras me desestabilizan.

— También yo — respondo sin pensar demasiado.

— Te amo Dante, no puedes pedirme que me olvide de ti, no puedes hacerlo... — sus ojos por fin encuentran los míos, me está pagando con mi misma moneda, golpes bajos.

— Lo siento Álex, pero no puedo perdonarte, no puedo olvidar ese dolor...

— ¡Yo no quería! ¿Lo entiendes o solo entiendes lo que te conviene? ¡No te dejé porque no te amara! ¡Te dejé porque alguien dijo que si no lo hacía te haría daño!

— ¡Me dejaste! ¡Ese es el punto! — ambos estamos gritando, estamos muy cerca, demasiado.

— ¡Te dejé porque te amo! ¿Pero qué te hablo a ti de eso? ¡Eres un cobarde, te agarras de ese dolor de hace tres años porque no te animas a sentir nada! ¡Cobarde!

¡Mierda! ¡Tiene razón! Tiene toda la puta razón del mundo, soy un cobarde, no puedo amarlo de nuevo.

— ¡Eres un idiota! — me niego a darle la razón, como sea ganaré esta discusión.

— ¿Que soy qué? — pregunta desafiante, nuestras frentes se tocan, Dios, que peligroso es estar tan cerca.

— Un idiota — respondo sin dudar.

Se agacha, mete su mano en una lata de pintura verde y la pasa por mi rostro. Eso debería molestarme, pero me hace reír a carcajadas, así que hago lo mismo, y uso pintura celeste y una brocha para pintar un lado de su rostro.

Antes de que cualquiera lo note, comenzamos una real guerra de pintura, ambos reímos y estamos de todos los colores posibles. De verdad lo extraño, nos divertíamos tanto juntos, él y yo era perfecto, pero lo arruinó.

Tontas Reglas [Serie Tontamente #3]Where stories live. Discover now