V E I N T I C U A T R O

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—HABLA —ORDENÓ Luna, dándole un ruidoso sorbo a su malteada de chocolate

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—HABLA —ORDENÓ Luna, dándole un ruidoso sorbo a su malteada de chocolate.

Daniel Nik se removió, incómodo, como si prefiriera estar en cualquier lugar excepto ahí y por primera vez Bucky estaba de acuerdo con él. Burger King era ruidoso y sucio. Las mesas estaban llenas de turistas con grandes mochilas a sus lados ocupando espacio y niños corriendo con sus manos pegajosas en el área de juegos. La comida no era mucho mejor. Bucky podría jurar que el queso amarillo de su hamburguesa era tan viejo como él. Aun así, Luna ya estaba devorando su segunda.

Aun así, podía ver por qué el punto de encuentro había sido allí. El lugar contaba con una puerta principal y una trasera, lo que facilitaba mantener un ojo en caso que alguien inesperado entrara. Estaban sentados estratégicamente en un punto ciego, donde ellos podían ver las puertas pero les costaría más encontrarlos. Además, era un lugar demasiado público.

—Marcus se enteró que te pasé la información y robaste el collar de Louise —dijo Nik, haciendo una mueca, señalando su rostro—. Claramente no fue bien.

Su rostro estaba cubierto de moretones y cortadas, y marcas de cuerdas aun eran visibles en sus muñecas. El rostro de Luna se suavizó visiblemente al escuchar sus palabras. El estómago de Bucky dio un vuelco. ¿Por qué lo estaba viendo así? No estaba tan mal. Podía caminar.

—Escapaste —observó Luna, haciendo una mueca—. Y lamento que hayas tenido que pasar por eso.

—Sí, bueno, sabes que soy bueno escabulléndome de lugares —Nik le guiñó el ojo, riendo—. Roma, ¿recuerdas?

—Oh, aun tengo las cicatrices para no olvidarlo —rió Luna, mirándolo cómplice.

Bucky odió esa mirada en Luna. Era la misma mirada que le daba cuando miraban una escena de una película que ambos encontraban graciosa, o cuando ambos ponían grandes cucharadas de azúcar a su café.

—Solo te golpearon en el rostro —notó Bucky, hablando por primera vez. Nik y Luna voltearon a verlo. Luna, curiosa. Y Nik, fastidiado—. Entraste caminando y no te tambaleaste en ningún momento, por lo que tus piernas están bien. Te reíste y no te llevaste la mano a las costillas, lo que indica que tu pecho también está bien.

Un silencio tenso entre ellos llenó el ambiente. Los niños seguían gritando y los turistas en Milán gritaban en todos los idiomas, riendo entre ellos. La mesa donde estaban era la única en silencio.

Luna y Bucky intercambiaron una mirada. ¿Estás seguro de lo que estás diciendo?, pareció preguntarle Luna con la mirada. Bucky asintió levemente. Eso fue suficiente.

Confiando plenamente en Bucky, Luna volteó a ver a Nik, en busca de una explicación.

—Quítate la camiseta —ordenó Luna, su rostro completamente serio. Nik rió a entredientes, como si la situación fuera absurda—. ¿Qué? Cosas más rara han hecho los turistas americanos aquí. Quítate la camiseta.

MOONLIGHT | bucky barnes [moonstone series #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora