Capítulo 9."Un loco, Grecia"

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No podía ser. No era eso.

-¿Es usted Grecia Cole? -Preguntó el agente al llegar a mi rellano.

-Sí, ese es mi piso, mi... amigo está dentro.- Dije rápidamente. Mi cerebro estaba frito de tanto pensar y no podía más. Solo quería ver a Jace.

El agente y su compañero entraron en mi casa sin dedicarme una palabra más. Los oí hablar con Jace y tal alivio sentí al percibir que estaba bien, que me olvidé de lo que me había dicho y entré en la casa.

En cuanto Jace me vio cortó su conversación con el agente e ignorando la cara amarga del hombre por quedarse a medias en una frase, se acercó a mí.

-Te dije que esperases fuera.- Su rostro ya no era duro y severo, ni sus palabras una orden.

-Me siento más segura contigo.- Me sinceré. Me asomé por su derecha buscando ver la razón de la preocupación de Jace.

No podía ser tan gafé como para que fuese lo que creía.

-No te apartes de mi.- Dijo llamando mi atención y dándome la mano.

Cuando le miré a la cara miles de mariposas se extendieron por mi cuerpo. Estaba mirando como su pulgar trazaba círculos sobre la piel de mi mano izquierda con ojos brillantes y mejillas sonrojadas.

Lo seguí con los mismos síntomas. ¿Por qué había dicho algo tan vergonzoso?

Y entonces ¡BAM! el policía que salía de mi habitación confirmó todas mis sospechas.

-Sin duda alguien se ha desquitado con su habitación.

Je, je. Je.

-Debería entrar y comprobar si le falta algo. Aunque su novio ya haya comprobado que no hay nadie en la casa nosotros lo haremos de nuevo mientras tanto. Intente no asustarse cuando vea ...eso.- Dijo dándome paso a mi cuarto.

¿El problema? Yo ya sabía cómo estaba mi cuarto.

Mi cuarto era el resultado de juntar a una mujer deprimida con fiebre, helado y un cuchillo jamonero.

Consigues un colchón hecho trizas, vestidos desgarrados, fotos y espejos a trozos, peluches destripados, la televisión de tu ex con un bate de beisbol incrustado en ella...

-Salvajes.- Gruñó Jace a mi espalda.

-Sí...- Contesté disimuladamente.- ¿Quién podrá haber hecho una cosa así? - Menos mal que no me miraba a la cara.

-Un loco Grecia, pero no te preocupes, hoy mismo empezarás a vivir en mi casa.-Dijo abriendo la puerta de mi armario.

¡La loca se muda!¡Viva!- Grito la Grecia Lujuriosa justo antes de que mi respiración se detuviese.

-¡Oh madre!- Chille señalando hacía el suelo de mi armario, donde las trizas de un horrible vestido que Karl me había comprado descasaban. Jace, gracias a Dios, miro hacía allí.- Era mi vestido preferido.- Mentí, mientras con un movimiento rápido sobre la cabeza del inocente Jace arrancaba del interior de la puerta de mi armario  la foto de la cara de Karl .

Para mi mala suerte los dardos que atravesaban sus ojos- y el resto de su cara- se quedaron clavados en la madera.

Y Jace los vio.

-¿Han jugado a los dardos con tu puerta..? -Dijo entre asombrado y confundido.

-Ah, ahí había una foto mía y de Karl, quizá decidieron que después de jugar se la querían llevar...

Él me acarició la mejilla con un gesto amable y tras abrazarme unos segundos siguió con su tarea, impaciente por sacarnos de allí.

-La mayoría de tu ropa y zapatos están intactos,- Por supuesto. Solo hice trizas los que Karl me había regalado.- iré haciéndote una pequeña maleta para que te sirva hasta que podamos ir a comprar más.

Jefe, quiero un hijo suyo ©Where stories live. Discover now